Qué historia para más aleccionadora la de Trinidad María Enríquez, la primera «abogada» del Perú y América Latina, que se enfrentó a la sociedad prejuiciosa de su tiempo para obtener nada menos que el título y ejercer nuestra profesión.

Nacida en Cusco hacia 1846 y fallecida en Lima en 1891, Trinidad María Enríquez fue la primera mujer en seguir estudios universitarios en el Perú y Latinoamérica, y destacó por su precocidad, su inteligencia y la entereza de su temperamento para enfrentarse a los estereotipos de su época.

Luego de los exámenes orales realizados ante un riguroso jurado la cusqueña, logró la hazaña de ingresar a la Facultad de Jurisprudencia, que así se llamaba antes (este hito marcaría el comienzo de la profesionalización de la mujer en el Perú). Sin embargo, a pesar de culminar los estudios con buenas calificaciones, no le permitieron hacerse de la profesión de abogada.

Nombres que hoy tenemos por ilustres, para negarle el acceso al foro, llegaron a “argumentar” que la profesión de abogado (así, en masculino) requería “cierta firmeza de carácter, discernimiento superior y convicción de principios de que la mujer carecía en general” y que el oficio no encajaba con el destino que la Providencia había destinado para ellas.

Así, ante la ausencia de una norma positiva que prohibiera expresamente a las mujeres titularse de abogadas (porque el legislador nunca se imaginó que una mujer pretendiera tal cosa), le aplicaron ultractivamente nada menos que las Siete Partidas, norma derogada que prohibía a las mujeres ejercer la abogacía.

Trinidad falleció en 1890 sin lograr su cometido, pero habiendo allanado el camino para que pocos años después, las primeras mujeres se tornasen letradas oficialmente. Piérola le concedió una autorización especial para obtener el título, pero la cusqueña, en un gesto que la enaltece, exigió que dicha autorización no sea solo para ella sino para todas las mujeres en el país.

Una preciosa reconstrucción histórico-jurídica de la lucha infatigable de esta prematura letrada (que, sin duda, merece una película), fue llevada adelante por Carlos Ramos Núñez y Martín Baigorria Castillo.

Bonus

Trinidad Enríquez fue hija de Marcelino Enríquez y Cecilia Ladrón de Guevara y Castilla. Su madre descendía de Túpac Amaru I y de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II).

3 Feb de 2016 @ 18:57

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