«Sin filosofía no hubiera hecho nada». Entrevista al maestro Carlos Fernández Sessarego

Entrevista realizada al maestro Carlos Fernández Sessarego, tiempo después de que fuera distinguido como doctor Honoris Causa por la Universidad Ricardo Palma. El documento contiene anotaciones de edición hechas por el propio Maestro, que el entrevistador, Fort Ninamancco, ha preferido mantenerlas y que datan de fines del año 2017.

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Entrevista a Carlos Fernández Sessarego   

El gran maestro del Derecho Civil peruano, artífice del Código Civil vigente, Carlos Fernández Sessarego, compartió con nosotros parte de su valioso tiempo, pese a su apretada agenda. Y es que, a pesar de sus 90 años de edad, el maestro sanmarquino de sigue manteniendo una actividad académica muy intensa. No es para menos, pues se trata del jurista peruano que más proyección internacional ha tenido, habiendo realizado aportes que han tenido un éxito rotundo en diferentes partes del mundo, como es el caso de la figura del daño al proyecto de vida, que ha sido recogida explícitamente por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos o por el Centro de Investigaciones de la Universidad de Berkeley. En esta entrevista, el profesor Fernández comparte sus impresiones sobre diversos temas de interés jurídico.

Fort Ninamancco: Profesor Fernández, antes que nada quiero agradecerle el honor de permitirme entrevistarlo en su casa. Las ideas que comparta conmigo serán publicadas en la revista Ius Inkarri, de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Ricardo Palma. Así que esta entrevista me entusiasma mucho porque no solo nuestros estudiantes podrán conocer y aprender más de su pensamiento, sino también todos los lectores de nuestra revista.

Carlos Fernández: Muchas gracias a ti por gestionar esta oportunidad, Fort. Siempre es muy grato para mí compartir ideas con mis colegas estudiantes, puesto que todos seguimos siendo estudiantes. Así que los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Ricardo Palma son mis colegas.

Fort Ninamancco: Empiezo esta entrevista basándome en una pregunta que le hicieron a su maestro, José León Barandiarán, hace muchos años: ¿Quién es Carlos Fernández Sessarego para Carlos Fernández Sessarego?

Carlos Fernández: Para muchos, responder preguntas sobre sí mismos puede ser bastante difícil. Pero en mi caso, yo te puedo responder sin vacilar. Me considero, antes que todo, un pensador. Creo que la palabra “pensador” puede definirme mucho mejor que la palabras “abogado”, “jurista” o “profesor”.  Yo pienso y pienso, lo hago y lo he venido haciendo constantemente desde hace muchas décadas. Nunca dejo de pensar. Creo que esto es así gracias a la filosofía, con la cual tuve mucho contacto desde mis primeros días en la Facultad de Letras en San Marcos.

Fort Ninamancco: ¿Podría decirse, entonces, que la filosofía ha sido, desde el principio, fundamental para sus estudios del Derecho?

Carlos Fernández: Pero por supuesto que sí. Sin filosofía no hubiera hecho nada. En la filosofía está la razón de ser de las cosas. En la filosofía descubrí la libertad, en la filosofía descubrí la identidad. Estudié filosofía y la enfoqué en el Derecho, y fui revisando qué andaba bien y qué andaba mal. Así se fueron generando mis aportes. Mi amigo Paco Miroquesada acaba de decir que Fernández Sessarego es un innovador y un creador. Pues veo mi vida, veo lo que he hecho, y esas innovaciones y creaciones se han dado gracias a que pude enfocar la filosofía en el Derecho.

Fort Ninamancco: Si se tratara de mencionar a un filósofo que haya influido de forma especial en usted, a quién mencionaría.

Carlos Fernández: Pues no puedo mencionar solo a uno. Pero indudablemente he recibido influencia de Jean Paul Sartre y Emmanuel Mournier. También he considerado mucho a Xavier Zubiri y a José Ortega y Gasset. Una mención especial merece Søren Kierkegaard, pues lo que le pasó a él, me pasó a mí. Kierkegaard descubrió la libertad al estudiar el pecado. Él no se propuso estudiar o ahondar en la libertad humana, pero terminó haciéndolo al estudiar el pecado, el cual no puede ser comprendido al margen de la libertad. Al estudiar ésta a fondo, sentó las bases de la escuela de la filosofía de la existencia. En mi caso, sin querer, mis estudios me han llevado por caminos inesperados, logrando realizar obras con referencia a la libertad que, en un inicio, no me las propuse. Puedo decir, pues, que El concepto de angustia de Kierkegaard, El personalismo de Mounier, El ser y la nada de Sartre son libros que me marcaron. En este momento, no puedo dejar de mencionar a Karl Jaspers, que me parece un autor magnífico. Ahora, aunque yo coincida con Sartre en muchos aspectos, no estoy completamente de acuerdo con él en otros puntos. Por ejemplo, no estoy de acuerdo con el planteamiento de El ser y la nada, pero me he servido mucho de ese libro. Y es que no debe olvidarse de que nadie puede partir de cero. Siempre debemos tomar como base las obras y aporte de otros.

Fort Ninamancco: En alguna ocasión, usted me comentaba que, en sus días de estudiante, prácticamente se tomaba la molestia de desempacar los libros recién llegados, para empezar a estudiarlos sin demora. Creo que esta es una lección clave para los estudiantes de la actualidad.

Carlos Fernández: Exactamente. Mis primeros cuatro años en San Marcos, desde 1943 hasta 1946, fueron vitales en mi formación filosófica, y en ellos hacía precisamente lo que comentas. Nunca dejaba de estar pendiente de las nuevas adquisiciones bibliográficas. En esos años llegaban los textos fundamentales de la filosofía de la existencia y yo los terminaba leyendo (mucho) antes que mis maestros. Así llegué a sacarles no poca ventaja en el campo de la filosofía, siendo aún estudiante. Con ganas de trabajar bien, un estudiante puede hacer bastante.

Fort Ninamancco: Y cómo aprecia su vida desde un enfoque filosófico.

Carlos Fernández: Creo en Dios. De hecho, descubrir la esencia de la libertad humana, es como descubrir que Dios te ama. Siempre me he encomendado a Dios, y con su ayuda puedo entender que mi vida como una sucesión de oportunidades no desperdiciadas. Cada vez que en mi vida se ha presentado un gran problema, siempre ha surgido la oportunidad de enfrentarlo y superarlo. Así ha sido desde que nací. En mi caso, yo fui criado por mi abuela. Toda mi familia giraba en torno a ella. Ella me enseñó el sentido de responsabilidad y la valentía. Nunca me detuvo en mis locuras. Por ejemplo, me respaldó plenamente cuando decidí participar en la campaña contra la dictadura de Odría. Ella nunca tuvo miedos, sino que me confería amplia libertad. Desde los doce años tuve amplia libertad. Desde pequeño, entonces, comprendí el tremendo valor que tiene la libertad.

Fort Ninamancco: Qué profesores incidieron más al inicio de sus estudios de Derechos. Al empezar los estudios de Derecho en San Marcos, conocí a dos grandes maestros: José León Barandiarán y Juan Bautista de Lavalle. Este último era un filósofo del Derecho muy conocido en aquellos días, y era gran seguidor de Hans Kelsen y su positivismo jurídico. De hecho, en esos días las enseñanzas de la positivista teoría pura del Derecho eran absolutamente dominantes en el Perú. Mi formación filosófica me permitió poner en duda y discrepar con las ideas kelsenianas de mi profesor de Lavalle.

Fort Ninamancco: ¿Puede decirse que usted discrepó con los positivistas desde sus días de estudiante?

Carlos Fernández: Así es. La teoría pura del derecho de Kelsen es positivismo normativo. Entienden que el Derecho no es más que las normas. No toman en cuenta el factor humano y en sus bases no se pueden encontrar valores. Gracias a mis estudios previos, tenía claro que la norma no era más que pensamiento(s), así que rápidamente descarté la idea de entender al Derecho como mera norma, como mero pensamiento. Las ideas de Kelsen son correctas a nivel estrictamente normativo, pero esto no es suficiente. Debo decir, sin embargo, que gracias a mis dos primeros maestros, León y de Lavalle, pude entender la importancia de saber cuál es el objeto de estudio del Derecho. De Lavalle enseñaba que no existía consenso sobre el objeto de estudio del Derecho. Él nos explicaba que algunos autores, como Kelsen, entendían que tal objeto era la norma, mientras que otros decían que era la justicia. Finalmente, había quienes consideraban que era la vida humana. Al escuchar esas lecciones, luego de mis muchos estudios filosóficos previos, me parecía inaceptable que una ciencia no sepa cuál es su objeto. Cómo voy a estudiar Derecho, me decía a mí mismo, sino se sabe cuál es su objeto, después de tantos siglos. Ello me parecía absurdo. Me propuse entonces descubrir ese objeto. Fíjate, se trata de una actitud filosófica. Sin mis estudios de filosofía, seguramente hubiera terminado siendo uno más que aceptaba sin titubeos la teoría positivista de Hans Kelsen.

Fort Ninamancco: ¿Así surgió la teoría tridimensional del Derecho, su primera gran creación?

Carlos Fernández: Sí. En mis primeros años de Derecho, mi preocupación central no era lo que decían las leyes, sino establecer cuál era el objeto del Derecho. Pensaba, reflexionaba e investigaba con esa única finalidad. Para 1945, teniendo (yo) 19 años, ya había germinado la idea. Recordé a la Santa Trinidad: tres personas, pero un solo Dios. Pensé en un motor, muchas piezas, pero una sola estructura. De igual forma ocurría con el pisco sour, varios ingredientes, pero una sola bebida. Así llegué a la idea de entender al Derecho como una entidad con tres dimensiones: la vida humana, los valores y las normas. No puede haber Derecho sin vida humana, sin valores y tampoco sin normas. Pero ninguna de estas tres dimensiones, por sí misma, forma al Derecho. Dos años y medio después, la idea maduró y, finalmente, en mayo de 1950 presenté la tesis: Bosquejo para una determinación ontológica del Derecho. Allí critiqué al positivismo. Luego de sustentarla, ya di por resuelto mi problema de establecer un objeto para el Derecho y no tuve mayor interés en publicar la tesis.

Fort Ninamancco: ¿Por qué tuvieron que pasar, desde su sustentación, 37 años para la publicación de la tesis?

Carlos Fernández: Tiempo después de sustentarla, consideré que la tesis era un trabajo que necesitaba desarrollarse más, tomando en cuenta que la escribí siendo un joven estudiante. Pero desde esos años, mis amigos David Sobrevilla y Domingo García Belaunde siempre me insistieron en publicar la tesis. He perdido la cuenta de cuantas veces me lo pidieron. Pero sucedió algo que hizo que diera mi brazo a torcer. En el año 1973, García‐Belaunde, que siempre se ha caracterizado por tener muchos contactos en el mundo académico nacional e internacional, le mandó a Miguel Reale una parte sustancial de mi tesis. Es así que para 1973, Reale ya sabía que un joven peruano había arribado a sus mismas conclusiones en 1950, antes de la publicación de la primera edición de su (Teoría tridimensional) Filosofia del Direito que data de 1953. La diferencia fundamental es que Reale parte de la filosofía del Derecho, en tanto que yo parto de la filosofía propiamente dicha. Años después, en 1987, Reale llegó a Lima invitado por la Universidad de Lima para (gestioné) el dictado de (sus) tres conferencias y el grado (académicos en la Universidad de Lima) de Profesor Honorario. A todos nos llamó la atención que Reale nunca hablara de mi trabajo. En sus intervenciones y conversaciones, nunca hizo referencia a la tesis. Ante ello, recuerdo que García‐Belaunde me dijo: “¿Te das cuenta, Carlos? Ni siquiera te ha mencionado. ¡No puede ser que un peruano haya hecho lo mismo que Reale, antes que él, y nadie lo sepa!” Ante eso me rendí y acepté que se publicara, pero puse una condición. Les pedí que escribieran un prólogo y una presentación, en los cuales se justificase la publicación de la tesis después de tanto tiempo de haber sido sustentada. Ambos aceptaron de inmediato mi solicitud. El libro se publicó con el nombre de El derecho como libertad.

Fort Ninamancco: ¿Cómo empezó la difusión de sus obras en Argentina?

Carlos Fernández: Le voy a contar algunas cosas al respecto. Corría el año 1977, la editorial argentina Depalma se contacta conmigo y me ofrece publicar la segunda edición de mi libro La noción jurídica de persona. Acepté y hasta firmé contrato. Lamentablemente la publicación no se pudo concretar pues tuve que emprender mi viaje a Italia. Al principio pensé que podía preparar la segunda edición en ese país, pero de inmediato advertí los avances que se habían dado en materia de “sujeto del derecho” y que mi pensamiento había evolucionado, de manera que no cabía hacer una segunda edición, sino un nuevo libro. Tiempo después, más o menos entre 1990 y 1991, Ricardo Depalma, de la editorial jurídica argentina Astrea, me visitó Lima y me contactó por teléfono. Lo fui a visitar a su hotel y me dijo: “Sé que usted está preparando dos libros, uno sobre el derecho a la identidad y otro sobre abuso del derecho, pues vengo a decirle que quiero contratarlo para publicar estos libros en mi país”. Ricardo Depalma no había revisado (el contenido del libro) ni siquiera (el) los índices. Me adelanto a su pregunta, Fort. ¿Cómo pudo ofrecerme un contrato así a ojos cerrados? Pues porque los colegas argentinos, cada vez que venían a eventos académicos en Perú, intercambiaban muchas ideas conmigo y se enteraban de mis trabajos. Esos colegas seguramente le habían hablado bastante de mis trabajos a Ricardo (de mí), supongo que por eso (esa) la confianza en cuanto la supuesta bondad de mis libros en preparación. Para terminar de responderle, le debo comentar que el año (pasado) 2015 la editorial argentina Astrea me ofreció un contrato para publicar la quinta edición de mi libro Derecho y Persona. Acepté, sorprendido, teniendo en cuenta que se trata de una editorial que suele publicar solo textos de autores argentinos o traducciones de algún autor de talla internacional. Los editores, en este caso, justificaron su decisión porque, según ellos, (que) el libro contiene una visión nueva del Derecho por lo que no debía perderse. Puedo decir, pues, que no suelo darme cuenta de lo que hago, hasta que otro u otros me lo digan.

Fort Ninamancco: ¿Cuál es la situación editorial de sus obras en el Perú hoy en día?

Carlos Fernández: Pues, en el Perú, no tengo editor. Las principales editoriales solo se interesan por editar obras que solo se dedican al análisis del quehacer cotidiano de los operadores jurídicos y nada más. Otro clase de obras, más reflexivas y profundas, no son de interés para los editores nacionales. Sin embargo, es grato para mí comprobar el interés del Instituto Pacífico en mis obras, pues ha editado mis libros Derecho de las personas y Derecho a la identidad.   Me gustaría encontrar más editores que tengan este mismo interés y empeño, pues a mí no me interesa el lucro, sino la difusión de mis trabajos.

Fort Ninamancco: ¿Por qué su inclinación especial por el Derecho de las personas, y no por otra área del Derecho Civil?

Carlos Fernández: Dentro de mi enfoque tridimensional del Derecho, la vida humana ocupa el primer lugar, los valores el segundo y la norma está al final. Dada la primacía del ser humano, pues no es difícil explicar la razón por la cual me interesé más por la persona humana. Fíjese, Caín mata a Abel. Este hecho se considera o valora como injusto. Esta valoración justifica la creación de una norma que indique que está prohibida matar. Como se puede ver, sin Caín y Abel, sin las personas, nada tiene sentido. Primero son las conductas humanas en interrelación, luego estas se valoran, esta valoración da lugar a las normas después. En cuarto y último lugar queda el proceso de aplicación de las normas por parte de los jueces. Y aquí quiero detenerme un momento. La aplicación de las normas presupone tener un sentido de justicia, vivir la justicia. Antes de aplicar la norma al caso, primero se debe tener una vivencia de justicia del caso concreto. Analizando el caso, debo evaluar si es justo o injusto, y después de esto aplicar la norma dependiendo del resultado de mi evaluación. Si considero que un caso es injusto, pues debo aplicar la norma que dice que ese caso es injusto. Si considero que un caso es justo, pues debo aplicar la norma que dice que ese caso es justo. Nuestros jueces muchas veces no hacen un análisis de justicia, pues solo piensan en la norma y el resultado es un desastre.

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