Derecho y milagros: conozca a los santos que fueron abogados

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Cristóbal Orrego, jurista y docente chileno, afirma con cierto romanticismo que todos los santos son abogados. Sostiene que cumplen ese rol ante Dios por la eternidad, aunque esa no haya sido su profesión en la tierra.

Como en LP Pasión por el Derecho valoramos la conversación con matices más profundos que a los que nos acostumbra la cotidianidad, consideramos necesario navegar por la historia para encontrar que realmente hay abogados que alcanzaron la santidad.

Este es un recuento de esos hombres y mujeres de leyes que, por una cuestión a veces inexplicable, se volvieron también hombres y mujeres de Dios. A algunos de ellos no se le reconocen grandes milagros en vida como a santa Rosa de Lima, pero sí una gama de valores bastante destacable.

Santo Tomás Moro (7 de febrero de 1478-6 de julio de 1535)

Es recordado cada 22 de junio y fue conocido también por su nombre no castellanizado, Thomas More. La historia lo menciona como una gran figura del derecho, las letras y la política británica.

Alternó sus estudios jurídicos en Oxford y Londres con una formación religiosa guiada por el cardenal John Morton, arzobispo de Canterbury y una de las figuras religiosas más importantes de la época.

Era portador de una gran sabiduría, austeridad de vida y servicio de entrega a los demás. Gracias a estos valores ocupó grandes cargos (fue miembro del Parlamento y lord canciller) y un lugar entre los santos más sobresalientes de la historia.

Moro se opuso tajantemente al divorcio de Enrique VIII con su esposa Catalina de Aragón ya que la idea del divorcio atentaba contra su fe, pero el rey tenía motivos políticos de obtener más poder. En 1532, renunció a su cargo y, debido a que se negó a asistir a la coronación de la nueva reina, Ana Bolena, fue acusado de corrupción y decapitado.

Ese sacrificio lo llevó a ser canonizado en 1935, así como ser nombrado mártir de los gobernantes, políticos y abogados. Según san Juan Pablo II, los abogados deben seguirlo porque «es modelo de ética, profesionalismo y coherencia entre la forma de pensar y de actuar».

San Ivón de Chartres (1040-1116)

Recordado cada 23 de diciembre, en vida fue uno de los obispos franceses más queridos de su orden, los Canónigos Regulares de San Agustín.

Procedente de una familia noble, marchó a estudiar primero a París y de ahí a la abadía de Bec en Normandía. Allí se especializó en derecho canónico, teología y Sagrada Escritura.

Demostrando ser muy adelantado a su época, promovió tanto la disciplina religiosa como la incipiente ciencia en su convento. Aunque no por eso abandonó el mensaje divino, ya que creía que ambas líneas llegaban a un mismo punto.

Al igual que Moro, un tema ligado a un polémico divorcio lo llevaría a demostrar sus convicciones. El rey Felipe I se había enamorado locamente de Bertrada, la consorte de un conde, y decidió divorciarse de su esposa. El ahora santo quiso disuadirlo, pero no logró impedir ni la separación ni el nuevo matrimonio.

Su rechazo ante esto, mientras advertía de una conspiración que sucedería tiempo después, lo volvió una figura detestada por el monarca. A tal punto que fue encarcelado y despojado de sus propiedades, mientras los soldados del imperio destruían sus tierras. El papa tuvo que intervenir para promover su liberación y, desde entonces, se ganó la fama de ser un hombre que nunca abandonaba sus creencias.

No se tiene fecha exacta de su canonización debido a una movilización de archivos santos que conllevó diferentes pérdidas, pero actualmente es reconocido como el patrón de los abogados en algunas localidades. Así es el caso de Zaragoza.

San Alfonso María de Ligorio (27 de setiembre de 1696-1 de agosto de 1787)

Cada 1 de agosto recordamos al obispo y abogado nacido en Italia. Su carrera como legista es destacada por su rápida transición de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nápoles al Colegio de Doctores.

Con apenas 16 años obtuvo, con notas sobresalientes, el grado de doctor en derecho civil y en derecho canónico. Y comenzó así una carrera meteórica llena de victorias gracias a una elocuencia y una generosidad basada en una fe que presumía desde niño. «Ese chico será obispo», decían acertadamente algunos.

Un caso de corrupción lo hizo alejarse de su pasión por el derecho, pero una visita a los necesitados hizo revivir su amor por las leyes de Dios. Como sacerdote, comenzó otro ascenso veloz que lo llevó hasta el rol de obispo, al que quiso renunciar por temor a no ser lo suficientemente digno.

Sus últimos años fueron terribles. La artrosis cervical lo fulminó físicamente y le causó grandes dolores, además tuvo que soportar la pérdida de la vista. Estas dificultades fueron usadas por sus hermanos de la Congregación del Santísimo Redentor para expulsarlo haciéndolo firmar papeles de forma tramposa.

Las injusticias que vivió y el hecho de que su muerte coincidiera con la hora del ángelus le dieron fama de santidad, lo cual motivó los pedidos de canonización para este abogado. Y en menos de 100 años, tiempo récord entonces, fue declarado santo en 1839.

Actualmente es conocido como el patrón de los abogados, los moralistas y los confesores. Además de ser el protector de aquellos que sufren de artrosis.

San Raimundo de Peñafort (1175-6 de enero de 1275)

Todos los 7 de enero se celebra a otro patrón de los abogados y las facultades de Derecho, que es recordado por su estatus de santo y su gran trabajo a favor de la difusión de textos jurídicos.

Este español que vivió 100 años empezó por ejercer de clérigo y escriba de la Catedral de Barcelona, luego complementó su preparación en la Universidad de Bolonia, donde se licenció en cánones y trabajó como profesor entre 1217 y 1222.

Fue entonces que, después de los 40 años, ingresó a la Orden de Predicadores, cuyos miembros son conocidos como los dominicos. Esto apenas 8 meses más tarde de la muerte del fundador, santo Domingo de Guzmán.

A la par, nos dejó sus mejores trabajos que van de la mano con temas jurídicos. Tal es el caso de los Decretales de Gregorio IX, obra fundamental en el derecho canónico en uso en la Iglesia Católica hasta la aprobación del Código de Derecho Canónico de 1917. También destaca su Summa de casibus poenitentiae, un manual de confesores que contribuyó al nacimiento de la teología moral como ciencia.

San Raimundo de Peñafort murió en Barcelona el 6 de enero de 1275 y su cuerpo se venera en la catedral de esa misma ciudad. Los testigos de uno de sus milagros más famosos afirmaron que resucitó a un campesino que se acababa de morir de una insolación, y así pudo darle el tiempo justo para confesarse antes de fallecer definitivamente.

De esta forma, concluimos con una oración en honor a este renombrado personaje.

Amorosísimo padre mío san Raimundo,
tú sabes la necesidad que padece mi alma
y el consuelo que necesito,
aplica tu intercesión delante de Dios
para que por tus méritos
alcance la gracia que pretendo
si ha de ser para mayor gloria de Dios
para más servirle y amarle.

Santa Teresa de Jesús (28 de marzo de 1515-15 octubre de 1582)

Todos los 15 de octubre se celebra a la patrona de los escritores y del Colegio de Abogados de Málaga. Y si bien ella no fue abogada como los otros mencionados en la lista, los profesionales de esta carrera la han adoptado como una más gracias a sus valores.

Su vida y su fe se ven reflejadas en una rica obra literaria que sorprende mucho si se tiene en cuenta el contexto de opresión. Entre sus libros se encuentran La vida, Las relaciones espirituales, El libro de las fundaciones y sus cerca de quinientas cartas hacia sus seres queridos.

Inició su carrera religiosa bajo el hábito carmelita enfrentando la voluntad de su padre y una terrible enfermedad sin identificar, pero que le produjo grandes dolores. Este sufrimiento la unió a Dios y fue la causa de lo que vendría a ser discutido como sus supuestos milagros.

Teresa tuvo visiones que ella describiría en un principio como imaginarias e intelectuales. Estas visiones generaron un conflicto interno en una mujer que no sabía si estaba en contacto con Dios o con el diablo. Finalmente, ella decidió que el origen de todo era santo y sagrado.

Una de sus principales enseñanzas, y que ha sido recogida por el Colegio de Abogados mencionado al inicio de esta sección, es la humildad. Ella considera que esta virtud es necesaria, pero creerse peor de lo que se es equivale a caer en una trampa del demonio.

La lección para los abogados, entonces, es encontrar un balance perfecto entre los deseos de mejorar y el entendimiento de que somos capaces de lograr lo que queremos. Y es que, como dice ella, «todos estamos llamados a ser santos, con la ayuda de Dios».

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