Con la debida autorización del estudio Castillo & Grández Abogados Consultores compartimos, en formato PDF, el libro El Tribunal Constitucional y su dinámica jurisprudencial (Palestra) del profesor Luis Castillo Córdova, no sin antes alcanzarles las primeras líneas del Prólogo a cargo del doctor Domingo García Belaunde.
Al final de este post verán el link de la página del estudio para descargarlo.
PRÓLOGO
Hace muchos años, en los inicios de la década de los setenta, fui llamado de urgencia para completar un jurado de grado en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. En aquella época el local de la Facultad se encontraba en pleno centro de Lima, concretamente en los altos de la casona de Riva Agüero, en la cuarta cuadra de la calle Camaná, antiguamente conocida como Lártiga. Y ahí se desarrollaban las actividades de la Facultad, intensas pero sin el movimiento y sobre todo sin el volumen que adquirió años después, como hoy lo podemos ver en el local que ocupa en el actual campus de Pueblo Libre, en el antiguo fundo Pando.
Como se sabe, existía entonces la tesis para optar el título académico de Bachiller, que era un requisito para que el futuro abogado pudiera utilizar sus mejores destrezas en lo que a fichaje se refiere, y proceder luego a la sistematización de ideas y a la redacción de un trabajo personal en donde todo eso se condensaba. No recuerdo que las paredes del claustro se hayan estremecido con algún grado de bachiller en Derecho, y en la práctica la mayoría de dichas tesis eran esfuerzos encomiables, pero que luego pasaban a
los anaqueles de la biblioteca para seguramente no ser consultadas por nadie. Pero aun así, y admitiendo que normalmente por la juventud de los graduandos era difícil hacer
algo interesante o creador —existen poetas de 20 años, pero no juristas de igual edad— constituía un importante ejercicio que desarrollaba habilidades en el graduando, que con toda seguridad le iban a ser útiles en el futuro. Y no era una exigencia baladí, pues hubo muchos que jamás se graduaron de abogados, porque precisamente no pudieron pasar la valla que significaba redactar una tesis de bachiller. Pero todo esto que existía, que por tradicional no es menos valioso, fue eliminado por el pragmatismo de la autocracia fujimorista, que ha creado bachilleres “delivery”, con las consecuencias que todos vemos. Si bien, como en todo, hay excepciones importantes.
Pues bien, en aquella oportunidad, por motivos que no recuerdo ahora, un miembro del Jurado había faltado a la cita, y llamaban al más joven o al más a la mano para completar un jurado que entonces era de cinco miembros y cuya instalación era premiosa. Y así, sin quererlo, estuve integrando un jurado como lo había estado antes, en donde se debatía una tesis que probablemente no tenía nada que ver con mi especialidad, pero que por cierto supe apreciar en cuanto esfuerzo individual.
Y como siempre sucede al final, mientras preparábamos el acta en donde iba el calificativo del flamante bachiller, los profesores miembros del Jurado conversábamos sobre los más distintos temas. Pero hubo uno sentado a mi diestra, que más tarde iba a descollar como figura prominente del foro limeño, que me preguntó como me sentía yo en pleno docenio militar, enseñando el curso de Derecho Constitucional, que era algo así como enseñar la institución de las manos muertas. Yo me quedé frío mirando vagamente a mi interlocutor, en parte porque me sorprendió lo que me dijo y en parte porque no estaba muy seguro de lo que eran las manos muertas —aun cuando algo intuía—. A fin de salir de dudas, consulté al día siguiente el clásico Diccionario de la Legislación Peruana de Francisco García Calderón y comprobé que era una institución antigua, prácticamente fuera de uso, que gravaba las propiedades inmuebles quitándoles todo valor comercial y a la larga todo atractivo. Es decir, para efectos prácticos estaba sumergido en un mundo académico en ruinas y en un pasado que no tenía importancia.
CONTINÚA…
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