Hace algún tiempo, en medio de las clásicas tertulias que surgen despúes de un trabajo bien hecho, un extravagante relato concitó mi atención. El caso es tan insólito como jocoso, y provocó las risas generales entre los asistentes a la reunión. En un país donde parece reinar el descontento por un sistema judicial que no se da abasto, un despacho fiscal decidió iniciar investigaciones ante la surrealista denuncia realizada por un historiador, que acusó al legendario filósofo y antropólogo Claude Lévi-Strauss (fallecido en 2009) de liderar una organización criminal dedicada a cometer diversos delitos en nuestro país.
Lea también: Siete grandes políticos que estudiaron derecho
Entre los cargos presentados tenemos los delitos de asociación ilícita para delinquir, secuestro, intento de asesinato, violación del secreto de las comunicaciones, violación de la libertad de expresión, tráfico ilícito de drogas, entre otros. El filósofo belga fue sindicado de integrar una banda criminal, conjuntamente con el exvicealmirante Luis Giampietri, el empresario multimillonario Carlos Slim, entre otros. En la lista también tenemos a un empresario chino, a un antropólogo alemán y a diversos estudiosos de las ciencias sociales en el Perú.
Recientemente, la redacción de Legis.pe recibió copias de dos disposiciones de la fiscalía: la que abre investigación y la que, después de una sesuda investigación, la archiva. La disposición de apertura de investigación fiscal preliminar, de fecha 2 de marzo del 2015, señala expresamente al fallecido antropólogo Lévi-Strauss como cabeza de la organización criminal; quien, según consigna la denuncia, habría mandado a publicar falsamente su muerte en París, y residiría clandestinamente en nuestro país.
Refiere el denunciante ser víctima de vigilancia personal domiciliaria, en su casa del distrito de Pueblo Libre; por medio de unos aparatos para interceptar sus comunicaciones. Asimismo, denunció haber sufrido el robo de diversos manuscritos, fotografías y archivos informáticos.
También señala la denuncia que estos avanzados métodos de tortura habrían alcanzado a su pareja sentimental, siendo en que uno de los episodios sucedió el 25 de diciembre del 2012, se produjo una escenificación de asesinato mediante estas armas electrónicas, a lo que el historiador denunciante denominó “fusilamiento simulado”. Todo esto con el objeto de obligarlo a sumarse a la supuesta organización criminal e impedir que se exprese sobre diversos asuntos de su especialidad. Además acusó al empresario chino de utilizar su domicilio para procesar drogas, lugar donde habría “una empresa de seguridad que brinda apoyo a Claude Lévi-Strauss”.
La participación del Ministerio Público en el caso no desentonó con el absurdo cariz de la denuncia, puesto que tomaron una serie de medidas, por lo demás, descabelladas. En primer lugar, dispusieron que se recabe el reporte migratorio de todos los personajes implicados. Luego, que se curse a través de esa fiscalía a la Unidad de Cooperación Judicial Internacional y Extradiciones del Ministerio Público, una carta rogatoria a Bélgica para que revise urgentemente si el denunciado Claude Lévi-Strauss se encontraba con vida y si era posible hallar su ubicación.
Por otro lado, los hechos denunciados ya habían sido materia de pronunciamiento por otra fiscalía penal, mediante una resolución de no ha lugar a formalizar denuncia; considerando que lo descrito por el denunciante carece de “verosimilitud mínima”. Así, ante el supuesto hallazgo del denunciante de restos humanos y daños a su propiedad, el dictamen pericial de medicina forense determinó que los restos eran de huesos de animales; del mismo modo el dictamen de ingeniería forense determinó que los daños materiales del inmueble eran producto de la humedad y de su antigüedad.
Así pues, la denuncia a todas luces falaz fue archivada en un extensa disposición fiscal, en la que se da cuenta que el denunciante sufría una distorsión de su funciones cognitivas, presentando características compatibles a una esquizofrenia, por sus ideas delirantes de persecución y sus alucinaciones. Se reinvindicó así la memoria del prolífico pensador Levi-Strauss.