La perversión de la ley es innegable: un análisis y propuesta de la verdadera función de la ley

Sumario: I. Introducción; II. Reseña biográfica; III. La propuesta de Bastiat; IV. ¿Cuál es la realidad que le tocó vivir a Bastiat?; V. ¿Qué es el Estado para Bastiat?; VI. El modelo que jamás se ensayó; VII. El único político que se mantuvo fiel a sus convicciones y valores; VIII. La tesis de Bastiat llevada a la práctica; IX. Preguntas y respuestas acerca de la propuesta de Bastiat; X. Bibliografía.


I. Introducción

“¡La ley está pervertida!”, es el grito desgarrador que surge del aire de los pulmones enfermos de Frédéric Bastiat, y es mediante ese clamor que buscaba advertirnos a todos acerca de la decadencia social que se estaba suscitando en la Francia del siglo XIX. No contento con ello, y haciendo gala de su valiente y tozuda honestidad intelectual, proferiría otro alarido: “¡La ley se ha convertido en el instrumento de todas las codicias, en lugar de ser su freno!”; sin embargo, parece que aún conserva un poco de aire en sus pulmones indispuestos y nos previene gritando: “¡La ley está llevando a cabo ella misma la iniquidad que tenía por misión castigar!”

II. Reseña biográfica

Frederic Bastiat nació el 30 de junio de 1801 en la ciudad de Bayona en Francia y murió a causa de una tuberculosis en la ciudad de Roma en Italia el 24 de diciembre de 1850. Aunque es un autor poco conocido, su obra La ley es de conocimiento general.

Él fue un autodidacta. En su época escolar fue un estudiante muy curioso y apegado al conocimiento general; no obstante, por las paradojas de la vida no llegó a graduarse del colegio Benedictino de Soréze, cerca de la ciudad de Toulouse. Es así que con 17 años viaja a su ciudad natal en Bayona, para trabajar en una empresa familiar dedicada a la exportación y al financiamiento de crédito. Allí tendría su primer contacto directo con el comercio.

Después de un tiempo, este liberal francés, con 24 años, decidiría proseguir con sus estudios formales, dedicándose por completo a ellos durante los próximos veinte años. Aunque aún era un desconocido, en 1844 tuvo la buena fortuna de lograr publicar un artículo en el Journal des Économistes acerca del impacto de los aranceles en Gran Bretaña y Francia en un futuro, lo cual hizo que se hiciera conocido. Su genialidad fue tan imponente que le bastó propulsar el liberalismo por tan solo cinco años para que su nombre trascienda en la historia del pensamiento liberal.

III. La propuesta de Bastiat

Es importante puntualizar que la tesis que Bastiat propuso en Francia en aquella época del siglo XIX sigue hasta ahora sin aplicarse. Es claro que, de no ser así, hoy quizá no tendríamos políticos ofreciendo una ley como un producto de un mercado, ni grupos de interés compitiendo por comprar esa ley. La pregunta que surge es: ¿qué propuso este pensador francés?

Concretamente, Bastiat propuso que la ley sea solo la organización colectiva del derecho individual de la legítima defensa. Para explicar esto debemos entender el origen del pensamiento de este abanderado del liberalismo, por ello cito textualmente lo que dijo:

Recibimos de Dios el don que para nosotros los contiene todos: la vida; la vida física, intelectual y moral. Pero la vida no se sostiene a sí misma. Aquel que nos la ha concedido nos ha dejado a nosotros la labor de mantenerla, de desarrollarla, de perfeccionarla. Para ello, nos ha provisto de un conjunto de facultades maravillosas; nos ha emplazado en un medio de elementos diversos. Es por la aplicación de nuestras facultades a estos elementos que se realiza el fenómeno de la asimilación, de la apropiación, mediante el cual la vida recorre el contorno que le ha sido asignado.

Claramente, Bastiat es un partícipe de aquella postura jurídica que sostiene que el derecho a la vida (existencia), la libertad (facultad) y la propiedad (apropiación) son naturales, es decir, no son otorgados por el Estado, sino más bien adjudicados por Dios o por la naturaleza; entonces, agregará este pensador liberal que la ley no puede cumplir otra función que no sea la protección de la vida, la libertad y la propiedad. Cabe apostillar que para Bastiat el derecho a la legítima defensa es también un derecho natural, pues por medio del debido ejercicio de dicho derecho conservaremos las virtudes entregadas por Dios o la naturaleza.

Entonces, cuando Bastiat dice que la ley es la organización colectiva del derecho individual a la legítima defensa, lo que en realidad está diciendo es que la única función de la ley debe ser garantizar la seguridad del derecho a la vida, la libertad y la propiedad; en consecuencia, la ley debe entenderse en sentido negativo, lo que implica dejar de pensar que por intermedio de la ley se puede crear una sociedad distinta, lo cual sería asumir que la ley es positiva (creativa, constructiva, edificante, etc.).

IV. ¿Cuál es la realidad que le tocó vivir a Bastiat?

Dicen que los autores son hijos de sus tiempos, es decir, hablan y proponen cosas en función del contexto que les tocó vivir. La pregunta que nos hacemos ahora es: ¿en qué mundo le tocó vivir a Bastiat? De acuerdo a lo esgrimido por Gustavo Hasperué, el liberal francés vivió en una sociedad plagada de proteccionismo y monopolio; además, hay que acotar que el socialismo estaba empezando a germinar, lo cual hizo notar a Bastiat que la ley se usaba para beneficiar a ciertos sectores en perjuicio de los demás ciudadanos. A esto le llamó expoliación legal, que no es más que el robo a través de la ley.

El bayonés liberal advertía que la expoliación (el robo legal) se había universalizado, toda vez que este saqueo legalizado ahora no solo era parcial; es decir, en la Francia del siglo XIX, los que usaban la ley como instrumento para el propio beneficio ya no solo eran los empresarios o comerciantes, sino que también era usada por el pueblo o las clases menos favorecidas. Esta generalización, de acuerdo a lo dicho por Bastiat, tendría como origen la ignorancia de las masas; es decir, frente al mercantilismo (expoliación legal), el pueblo buscaría defenderse como es natural, pero por la escasa ilustración acerca de las ideas liberales tenderían a devolver el agravio con más robo legalizado.

V. ¿Qué es el Estado para Bastiat?

La situación agobiante de la Francia del siglo XIX era tan atroz a nivel político que Bastiat llegó a decir lo siguiente: “El Estado es la gran ficción mediante la cual todos se esfuerzan por vivir a expensas de los demás”. En resumidas cuentas, el Estado no es más que un instrumento para que algunos se beneficien a costa de los demás. Yo me pregunto: ¿acaso no vivimos actualmente una situación igual?; además, cuestiono: ¿cuánto ha cambiado el ser humano desde el siglo XIX a la actualidad?, y también me pregunto: ¿hay forma de cambiar este sistema expoliador?

Las preguntas han sido hechas para que se las respondan ustedes. Por mi parte, mi perspectiva y respuestas son pesimistas, aunque, como decía Brice Echenique, soy un pesimista que quiere que las cosas salgan bien. Bastiat era un convencido de que, antes de propulsar el libre comercio, era importante enseñar e ilustrar a la gente acerca de una filosofía general del libre comercio, pues consideraba que esta filosofía inspiraría todas las reformas necesarias; entonces, para graficar un poco más lo puntualizado por Bastiat en este extremo, usemos la distinción que hacía este liberal en cuanto a los dos sistemas que existían para la sociedad. Por un lado, estaba el sistema de propiedad privada y, por el otro, el sistema jurista.

El primero es propio del libre comercio, que implica un resorte para el progreso social; además, valores más allegados con los preceptos cristianos (pues Bastiat era un cristiano), uno de los cuales es la justicia, aunque irremediablemente se tratará de una justicia por interés. Esto se puede entender al imaginarnos una transacción comercial en donde hay un vendedor y un comprador, quienes cumplen un acuerdo y son justos por su propio interés o beneficio. Habría también un mayor respeto a la propiedad, lo cual implica no expoliar o robar, y se respetaría, además, la libertad y la personalidad de cada quien.

Por su parte, el sistema jurista, que es el sistema de nuestro país actualmente, implica no tener seguridad en la propiedad, ya que fácilmente podrías ser expoliado legalmente, si una mañana a un legislador se le ocurre aumentar el sueldo mínimo, restringir ciertas actividades comerciales, subir los impuestos, otorgar asistencia social, entre otras formas de expoliación que —valga decirlo— no solo comprende un atentado contra el derecho a la propiedad sino también contra el derecho a la libertad y el derecho a la vida (personalidad).

Haciendo esta distinción, Bastiat quería difundir la filosofía y los valores del libre mercado, los cuales, para él, son superlativamente superiores a la filosofía y los valores que nacen como consecuencia de un sistema público intervencionista. Enseñar eso a la gente fue parte de su lucha durante los cortos cinco años en los que difundió las ideas de la libertad.

VI. El modelo que jamás se ensayó

Bastiat se quejó todo el tiempo de que el único modelo que jamás se puso en práctica fue el modelo de la libertad, incluso rozaba lo poético, cuando erigía frases que indudablemente eran desgarradoras. Recuerdo que él decía: “Si yo supiera que me quedaran diez años de vida, con gusto daría nueve, para ver que en mi país se aplicara la libertad y la justicia”.

Y también decía: “Ausencia de expoliación: este es el principio de justicia, de paz, de orden, de estabilidad, conciliación, de buen sentido que yo proclamaré con toda la fuerza de mis pulmones…”. Es sin duda conmovedor ver a un hombre que jamás pudo traicionar sus principios éticos, ni siquiera cuando se convirtió en legislador francés.

VII. El único político que se mantuvo fiel a sus convicciones y valores

La honestidad intelectual y moral que mantuvo Bastiat, incluso cuando fue parlamentario en la Asamblea Francesa, queda en evidencia cuando dice:

Hasta donde me lo ha permitido mi salud (se refiere a la tuberculosis que padecía, y que acabaría siendo la causa de su muerte), nunca he perdido una oportunidad para combatir los errores en los que están basados el socialismo y el comunismo… Por eso he votado a veces con la izquierda y a veces con la derecha: con la izquierda cuando ha defendido la libertad y la república, con la derecha cuando ha defendido el orden y la seguridad. Y si alguien me acusa de una doble alianza, respondo: yo no me he aliado con nadie; no me he unido a ninguno de los dos bandos. En cada cuestión, he votado de acuerdo con mi propia conciencia.

Es importante advertir que ser un liberal como Bastiat implica alejarse de cualquier forma de intervencionismo estatal, ya sea de derecha o de izquierda; sin embargo, como diría Murray Rothbard, no es conveniente ni eficaz ser un oportunista ni un sectario, si se pretende alcanzar el objetivo de la libertad. Y Bastiat, fiel a sus convicciones, fue un pensador flexible, aunque sin caer en el deleznable oportunismo, lo cual lo hizo grande.

VIII. La tesis de Bastiat llevada a la práctica

¿Qué implicancias y efectos generaría asumir que la función de la ley solo debe consistir en garantizar el derecho a la legítima defensa?

a) Tendríamos un gobierno simple e inquebrantable.

b) No habría revoluciones.

c) Las pasiones y delirios políticos no existirían.

d) El bienestar estaría más equitativamente repartido (primaría el mérito y no la influencia política).

e) Nadie le reclamaría ni agradecería nada al gobierno.

Asumir y aplicar la tesis de Bastiat —quien entiende la ley de forma negativa y ceñida a su función principal, que es proteger la vida, la libertad y la propiedad, es decir, tan solo avocada a dar seguridad— conllevaría a no crear falsos profetas ni mesías de la política, nos olvidaríamos de los grupos de interés peleando por el producto de un mercado político, que es la ley, y, por si fuera poco, los impuestos solo se pagarían para solventar la seguridad.

IX. Preguntas y respuestas acerca de la propuesta de Bastiat

A modo de conclusión, trataré de responder algunas preguntas para poder aterrizar mejor la postura de Bastiat y demostrar que es viable aplicarla.

La primera pregunta es: ¿cómo entender y definir el derecho a la vida, la libertad y la propiedad? Desde la perspectiva de Bastiat, puedo afirmar que estos derechos deben entenderse y definirse de la forma más básica, simple y natural, toda vez que cuando escribe su “testamento político”, denominado La ley, ni siquiera se toma el tiempo de definir de forma estricta o rigurosa dichos derechos, pues tan solo hace vagas elucubraciones acerca de ellos.

De tal manera que el derecho a la vida consistiría en conservar la existencia de una persona. Por su parte, el derecho a la libertad implicaría el desarrollo pleno y completo de todas las facultades que pueda poseer un ser humano, teniendo como límite la libertad de los demás, y el derecho a la propiedad que, de acuerdo con Gustavo Hasperué, Bastiat definió como el derecho a disponer del fruto del propio trabajo.

La segunda interrogante que me hago, es: ¿solamente el Estado podría garantizar la seguridad? Al respecto, resulta fundamental recordar lo que decía Bruce Benson. Él creía que “el sector privado ofrece numerosas alternativas al uso de la Policía y de los tribunales públicos para la prevención del crimen y para la defensa de los derechos de propiedad”. Él creía incluso que las cárceles podían privatizarse y que indefectiblemente ofrecerían un servicio con menos costos, más eficiente y, por si fuera poco, un mejor trato a los delincuentes.

Esto se puede comprender aún más si se considera lo esbozado en su momento por Hernando De Soto, Enrique Ghersi y Mario Ghibellini, quienes en su obra El otro sendero afirmaban prácticamente que el sistema judicial peruano era prejuicioso al desestimar la justicia privada o informal por carecer de conocimientos técnicos; no obstante, la realidad demostró que tales prejuicios eran infundados y que administrar justicia es tan solo una cuestión de sentido común.

Finalmente, me cuestiono: ¿sería necesario el Estado o simplemente bastaría con promulgarse una ley que garantizase la seguridad del derecho a la vida, la libertad y la propiedad? Aquí tengo dos respuestas.

Por un lado, si nos ceñimos a lo que tradicionalmente se conoce como un liberal, como es el caso de Bastiat, se puede entender que él sí admitiría la presencia del Estado, aunque reducido a su mínima expresión.

Sin embargo, podríamos interpretar también que bastaría solamente con la expedición de una norma que garantice la seguridad de los referidos derechos naturales, la cual tendría que adecuarse con el paso del tiempo a los diversos métodos de protección que indudablemente serían más sofisticados.

En tal sociedad, como diría Tucker, “la única obligación de un hombre es respetar los derechos de los otros hombres… y su único derecho sobre los demás es hacer valer dicha obligación.” Claramente sería el propio interés personal el que los regule.

X. Bibliografía

  • Bastiat, F. (1850). La Ley.
  • Benson, B. (1990). Justicia sin Estado.
  • De Soto, H. Ghersi, E. Ghibellini, M. (1986). El otro sendero.
  • Rothbard, M. (1982). La ética de la libertad.

El autor del presente artículo es abogado por la Universidad Privada Alas Peruanas. Magíster en Gobierno y Gestión Pública por la Universidad Privada San Martín de Porres. Autor del Libro titulado Desalojo en la función notarial. Ontología jurídica para la proyección de leyes y normas. Autor de los artículos titulados “La importancia de la filosofía en el derecho, el sistema de justicia y en la propiedad privada” y “La filosofía objetivista, su entendimiento y aplicación en el derecho contemporáneo”.

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El autor del presente artículo es abogado por la Universidad Privada Alas Peruanas. Magíster en Gobierno y Gestión Pública por la Universidad Privada San Martín de Porres. Autor del Libro titulado Desalojo en la función notarial. Ontología jurídica para la proyección de leyes y normas. Autor de los artículos titulados “La importancia de la filosofía en el derecho, el sistema de justicia y en la propiedad privada” y “La filosofía objetivista, su entendimiento y aplicación en el derecho contemporáneo”.