En LP somos fans del cine y, aprovechando que domingo, hemos armado una lista de películas latinoamericanas que todo abogado debería ver para entender la conversación importante que proponen los directores detrás de cámara.
Todas traen consigo una reflexión directa o indirecta sobre la ley y la justicia, a la par que describen la realidad latina con el respeto y profesionalismo necesario para una charla alturada.
Y no hemos olvidado el cine peruano, porque tenemos una lista aparte dedicada a lo made in Perú.
1. Aquí no ha pasado nada
Los cinéfilos recordarán que una de las mejores historias de Relatos Salvajes era una historia que involucraba la corrupción del sistema a favor de alguien que quiere ocultar una falla. Todas las virtudes de ese corto se replican en Aquí no ha pasado nada del chileno Alejandro Fernández Almendras.
Un joven solitario, luego de una noche de copas, es el principal sospechoso de atropellar y matar a un peatón. Él jura que no era el conductor del vehículo, pero los recuerdos son difusos y la ética del sistema encargado de juzgarlo es igual de borrosa.
Fernández hace una feroz crítica a los beneficios que tienen algunos para poder darle un uso a la justicia. Toma una postura radical contra los «contactos» y los «padrinazgos». Se reconoce como enemigo de los agentes de la ley que ponen un precio a sus funciones y pone en la mira la corrupción chilena que es, a la larga, la corrupción de todos los países de esta parte del mundo.
2. El Clan
El Clan, del talentosísimo Pablo Trapero, podría entrar a esta lista si tuviéramos en cuenta solo su impactante final. Pero el paquete completo es destacable, soberbio y memorable. Es una investigación sobre el crimen y sobre el castigo desigual que pueden recibir los involucrados.
La familia Puccio, liderada por el patriarca Arquímedes, inicia una ola de secuestros durante la dictadura argentina. Miembros de familias más adineradas pagan grandes sumas de dinero para salvar de la tortura a las víctimas de este clan. ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Qué trucos usarán para escapar de la justicia?
Trapero ya había demostrado ser una de las voces más interesantes de la región, pero aquí alcanza una maestría que se añoraba en el cine latino. El guion, la composición, los efectos especiales artesanales de escena y una serie de actuaciones lideradas por un Guillermo Francella que se luce en cada aparición. Una cita imperdible con el cine argentino.
Los abogados también encontrarán fascinante que el destino de algunos personajes clave sea el estudiar derecho para poder defenderse de forma personal.
3. El Club
Pablo Larraín es un amante de la historia reciente y en El Club se acerca a problemas vigentes que atacan tanto al sistema judicial como a la iglesia. Es una película difícil de ver, a nivel temático, pero una odisea como ejercicio narrativo.
Cuatro sacerdotes viven en una residencia y comparten algo en común. Han cometido delitos sexuales y, burlando el debido proceso, salieron libres de cargos y se sometieron al «castigo» de su institución. El exilio se vuelve insostenible con la llegada de un quinto personaje, dispuesto a refrescar los demonios de todos.
El Club no intenta dar una lección moral o un discurso que espante al espectador. Cuestiona mucho los limites de la justicia y el poder de algunas instituciones, pero lo hace con una imparcialidad que ayuda a crear un viaje más siniestro y doloroso.
4. Los adioses
Los adioses es la cinta más reciente de las seleccionadas en esta lista. A Lima llegó como parte de la cartelera del Festival de Cine y actualmente puede verse a través de Prime Video.
La directora Natalia Beristáin cuenta de forma muy libre la vida de Rosario Castellanos, intelectual mexicana que fue pionera en la lucha de los derechos de la mujer. El filme hace un énfasis en la relación que la figura tuvo con Ricardo Guerra Tejada, así como en la toxicidad que los caracterizó. Los celos profesionales, las infidelidades y el machismo de la época.
5. El agente topo
Pueden encontrar en Netflix a la representante latina a los Oscar de este año. Sergio, un anciano de 80 años, se convierte en infiltrado y espía para un detective privado. Él deberá resolver un caso de abuso contra la mujer y en el proceso descubrirá la vulneración de los derechos de los adultos mayores.
Con El agente topo, Maite Alberdi nos regala una comedia negra bastante ingeniosa. Era muy fácil entorpecer la historia con lo lacrimógeno que puede ser el tema, pero la directora se las arregla para que el ritmo de su viaje no se pierda.
Y es evidente, pero Sergio Chamy, protagonista absoluto de la función, llena de una ternura la pantalla. Arrollador y carismático.
6. Robar a Rodin
Lo que parecía ser el crimen perfecto resultó ser una de las historias policiales más extrañas que se ha visto en Latinoamérica. Y Robar a Rodin recorre con detalle esta delirante aventura.
Una mañana del 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile notaron que una millonaria escultura de Auguste Rodin había sido robada. La ciudad se paralizó y finalmente la figura reapareció en medio de la nada. ¿Quién fue la mente maestra detrás del atraco?
Estamos ante un documental divertidísimo a cargo de Cristóbal Valenzuela, que se encarga de hacer que el hecho resulte llevadero para los que no tengan conocimientos del arte o los que no sean del contexto chileno. Es una exploración a lo ridículo que puede llegar a ser el entorno cultural y el mundo del «hampa».
7. Monos
Ocho guerrilleros adolescentes armados mantienen cautivos a un ingeniero estadounidense. El tiempo transcurre para los jóvenes combatientes entre juegos, amenazas y ritos iniciáticos, pero la inevitable inocencia está condenada a perderse.
El colombiano Alejandro Landes hace que Monos sea una reflexión sobre la culpa que tiene una sociedad al momento de permitir que sus menos se corrompan. Y con ese mensaje, no le queda más que ser visceral y extrema. Nadie sale libre de cuestionar el cuidado de la infancia, da igual el país de origen que tenga el espectador.
8. Las herederas
Netflix nos permite ver esta joya paraguaya sobre una pareja de lesbianas ya mayor, que viven de una jugosa herencia. Todo hasta que una de ellas es arrestada por estafa y se ven obligadas a cambiar su estilo de vida para poder mantener su estatus.
Las herederas de Marcelo Martinessi es una reflexión sobre los privilegios, la falta de equilibrio que sufren las parejas LGTB al enfrentar dilemas legales y la posibilidad de redescubrirse en un entorno nuevo.
Una joyita que llegó a Lima también en el Festival de Cine con poco tiempo y ha ganado un nuevo público gracias al streaming.
9. Nueve reinas
Terminamos con dos clásicos protagonizados por Ricardo Darín.
Nueve reinas es el ejemplo a seguir, a nivel mundial, cuando se habla de estafas y giros inesperados. Una película de culto sobre un estafador veterano y su socio novato en medio de un negocio que no tiene nada de legal.
La ópera prima de Fabián Bielinsky se ha mantenido vigente luego de 21 años porque es un retrato de la psicología sudamericana y la mitología delincuencial. Su «argentinismo» y «porteñismo» son el esqueleto de la propuesta y por eso el remake gringo fracasó rotundamente.
Pero, en todo caso, prefiero citar al propio Bielinsky. Él intentó darle a la obra una cínica atmósfera general de “sálvese quien pueda” para retratar el olor de las sociedades modernas en las que el beneficio propio parece ser el único concepto que vale.
10. El secreto de sus ojos
«Mi vida entera fue mirar para adelante, atrás no es mi jurisdicción. Me declaro incompetente».
Ganadora del Oscar y considerada como una de las mejores películas del siglo. Un thriller que funciona también como una cinta romántica entrañable. Una oda a la venganza y un llamado al perdón. Un reflejo del delito cotidiano y de lo monstruosa que es la maldad cuando proviene desde el poder.
Juan José Campanella dirige una proeza que sigue la historia de un oficial de justicia obsesionado con un asesinato cuyas consecuencias abarcan décadas. Lo hace desentrañando a un país que ha sufrido una violencia que compartimos en el tiempo, mientras abraza otras características inevitables del continente como la pasión por el fútbol.
Es el deporte rey el que le permite a Campanella darnos un plano secuencia que es, para especialistas en el género, una joya audiovisual que no se ha igualado. Una toma que tardó tres meses en grabarse a la perfección.