El fragmento que hoy compartimos con ustedes pertenece al primer tomo de Derecho político general de José María Químper, libro que a su vez forma parte de la Colección Biblioteca Constitucional del Bicentenario, creada por el Centro de Estudios Constitucionales del Tribunal Constitucional del Perú para celebrar los 200 años de nuestra vida republicana.
Nada hay más difícil que definir palabras que expresan ideas simples, a las cuales el uso ha dado una significación compleja. Tal es el Derecho, que si bien es de clara percepción para el espíritu, es oscura para el análisis. Derecho fue originariamente un adjetivo y expresaba la línea recta, el camino más fácil y expedito entre dos puntos. Convertido después en sustantivo, el derecho es la expresión figurada de la línea recta.
Rectum en latín, right en inglés y recht en alemán, tienen la misma raíz. En estos tres idiomas, esas palabras significan justo, honorable, verdadero, e igual inteligencia se da a las palabras equivalentes en las demás lenguas. Así pues la palabra Derecho, sustantivada, significa la ciencia de lo recto, de lo verdadero, de lo justo. El Derecho enseña, por lo mismo, lo que es permitido y lo que es prohibido, lo que es justo y lo que no lo es, lo que es verdadero y lo que es falso. Tal es el sentido general de la palabra.
El Derecho, dijo Montesquieu, es la razón humana en tanto que gobierna a los pueblos. Bossuet llamó Derecho a la misma razón reconocida por el consentimiento de los hombres, y Mirabeau lo reconoció como el soberano del mundo.
Otros llaman al Derecho la ciencia de las leyes.
En su significación pasiva el Derecho expresa lo que a cada cual corresponde, lo que está autorizado a hacer, lo que puede guardar o revindicar sin que nadie tenga facultad de oponérsele. En este sentido, la palabra derecho es correlativa de la palabra deber, que no es sino la obligación de respetar el derecho ajeno.
Uno y otro tienen su origen en la conciencia, en el sentimiento de igualdad, y su sanción en el consentimiento universal.
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