El derecho en «El juego del calamar»

El juego del calamar (Squid game) es uno de esos extraños casos en que el prestigio y la popularidad van de la mano. La última serie de moda de Netflix ha generado comentarios de todo tipo y es imposible ignorar su trasfondo jurídico.

¿El drama coreano realmente puede ser visto a través de los ojos del derecho? Vayamos por partes y con un poco de spoilers.

La trama 

Si eres cinéfilo habrás escuchado del clásico de culto Battle Royale. Una película japonesa sobre un grupo de adolescentes que eran obligados a matarse hasta que solamente quedara uno en pie. Una premisa que se tradujo en otros filmes como Los juegos del hambre e incluso videojuegos tan de moda como Fortnite.

En los últimos años, esa tendencia ha revivido con cintas como As the Gods Will, pero sin duda ha sido esta seria la que ha revivido el subgénero con una propuesta que resalta en su escritura y en su mirada crítica a la sociedad en la que el dinero prima sobre todo.

Todas estas cintas han inspirado al cineasta, que ha reconocido que tanto Battle Royale, As the Gods willAlice in Borderland han sido un material de consulta al momento de moldear su historia. Esto también ha traído controversia ya que muchos acusan que se trata de un plagio, aunque Netflix y el cineasta responsable han defendido que se trata de coincidencias bien intencionadas.

Similitudes entre As the Gods will y El juego del calamar (Fuente: Pann-choa)

Hwang Dong-hyuk, director y guionista, se inspiró en su propia crisis económica para plantear este relato sobre cientos de personas con deudas gigantescas que se someten a unos sádicos juegos donde el sobreviviente se llevará una exorbitante suma de dinero.

A partir de esto, veremos como una gama de personajes recorre diferentes procesos del trauma que representa esta tortura física y emocional inspirada en juegos para niños.

Desprenderse de los derechos

En el primer episodio de la serie vemos un escenario que parece inaudito. Nuestro protagonista, Gi-Hun, firma un contrato en el que renuncia a sus derechos luego de deberle millones de wones a unos mafiosos.

Recordemos que los derechos humanos son, entre otras cosas, innatos, universales e imprescriptibles. Por lo que la propuesta parece ser inviable y requiere de que el espectador se someta a las exigencias de la ficción.

Dicho eso, hay que tener en cuenta que hay ocasiones en los que una persona «renuncia» a sus derechos. Ese es el caso de la eutanasia, que es entendida como el derecho a morir dignamente, pero es -en teoría- el desprendimiento del derecho a la vida.

Y es el que eterno debate sobre la eutanasia gira alrededor de lo sensible que es el derecho a la vida y su defensa. Sin ánimos de tomar una postura, revisamos análisis que sostienen que existe el riesgo de que algunos pacientes sean asesinados manipulando su consentimiento.

La diferencia es que El juego del calamar propone que esta renuncia obedece al entretenimiento morboso de una cúpula de poder. No hay un «beneficio» o una consecuencia positiva para el que se pierde sus derechos, salvo el eventual dinero por el que debes sobrevivir.

El juego del secuestro

La otra condición jurídica a tocar es la condición en la que se encuentran retenidos en esa isla donde todo sucede. Están aislados, sometidos bajo la mira de armas de fuego y claramente no cuentan con libertad para poder ir a donde ellos quieran. ¿Pero están secuestrados?

Se entiende como secuestro el delito en el que se priva la libertad personal ambulatoria del sujeto pasivo o víctima. Sin tener derecho, motivo o facultad justificada.

La serie presenta elementos que obedecen al secuestro, como es la ideación del hecho, la preparación, el cálculo y la consumación. Pero constantemente los personajes hacen énfasis en su interés de permanecer con tal de ganar el dinero.

Sin embargo, los que hemos visto la serie sabemos que hay personajes que en cierto punto buscan renunciar al juego y dependen de la voluntad de la mayoría del grupo. Más allá del concepto de la democracia, si hay una vulneración de la voluntad y volvemos al punto inicial de la conversación sobre el secuestro.

La mitología criminal 

El relato de grandes sociedad ocultas que se alimentan del morbo gracias a sus fortunas ha sido explorado en más de una oportunidad. Sirve más como una leyenda urbana que como un dato propiamente comprobado, pero El juego del calamar lo usa para detonar su trama y hacer grandes cuestionamientos.

El referente real que todos tenemos en mente es Jeffrey Epstein. Epstein era un multimillonario con grandes conexiones en la élite financiera, política y cultural de Estados Unidos y del mundo. En 2005, la policía de Palm Beach en Florida comenzó a investigarlo después de que un padre denunció que su hija había sido abusada por él. Pero la verdad era mucho más grande.

En su isla privada del Caribe, Jeffrey Epstein habría abusado de decenas de adolescentes junto a sus amigos millonarios, quienes pagaban grandes cifras para poder unirse a estas fiestas privadas.

Epstein, de 66 años, fue arrestado el 6 de julio de 2019, por cargos federales por tráfico sexual de menores en Florida y Nueva York. En agosto del mismo año, su cuerpo fue descubierto en una celda. Las autoridades declararon su muerte como un aparente suicidio mientras esperaba juicio, lo que avivó las teorías conspirativas. Teorías de las cuales se alimenta esta exitosa serie coreana.

¿Ya la viste? ¿Qué otras series de este tipo recomiendas?