La eficacia e importancia de la redacción jurídica

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Sumario: 1. Introducción; 2. Criterios de la redacción jurídica; 3. La eficacia en los escritos jurídicos; 4. La importancia de la redacción jurídica; 5. La calidad del estilo en la redacción jurídica; Conclusiones.


1. Introducción

Actualmente el mundo jurídico atraviesa una gran crisis lingüística. Las universidades cada vez más solo exportan “pseudo-profesionales” del derecho y ya no conocedores de este. La finalidad de lucrar en el mercado competitivo es tan desmesurada, que muchas veces olvidan otorgarles una sólida formación profesional y personal. La gran deficiencia que existe en las aulas universitarias, o hablando estrictamente, dentro del plan curricular, es que la gran mayoría de universidades no colocan en sus silabus un curso de redacción jurídica, e incluso las pocas universidades que lo hacen, no le da la correcta seriedad del caso. Como resultado de este problema, se obtienen abogados que no saben redactar de manera correcta sus propios escritos y que además, terminan, muchos de ellos, comprando plantillas.

Este gran problema no solo afecta la parte profesional, sino también el ámbito personal, puesto que a nadie le gustaría contratar los servicios profesionales de una persona que no sabe redactar su propio escrito siendo un abogado. Se sabe que la formación académica del profesional no solo es la impartida en las aulas, sino también depende mucho de la responsabilidad y seriedad con la cual se forje uno.

Es vergonzoso y denigrante ver a muchos abogados que no saben defender un caso, pero es más lamentable notar que el abogado no sepa redactar sus documentos. La paupérrima calidad ortográfica, la incoherencia en la sintaxis, el mal uso de los signos de puntuación y la mala ubicación de la paráfrasis en los documentos, dejan mucho que desear al que “se supone” es un profesional. En este artículo, no se pretende dar la solución al problema de la redacción, pero se podrán dar algunos alcances y recomendaciones que se deben tener en cuenta, para mejorar la calidad de su redacción en varios de sus documentos jurídicos.

2. Criterios de la redacción jurídica

No se puede obtener una clara redacción jurídica si no se tuvo, como mínimo, algún curso de redacción general, de manera previa. El profesional del derecho debe tener en cuenta que los estudios generales de lenguaje son la base de su carrera para poder emprender adecuadamente el estudio del derecho. Lo recomendable es que el abogado sepa dominar el castellano, debido a que si ignora las reglas gramaticales del lenguaje, el cincuenta por ciento de su carrera se verá frustrada. Con esto no pretendo sostener que los abogados sean unos expertos en la lingüística, pero lo más recomendable es que conozcan los aspectos generales de la gramática castellana para poder aplicar de manera correcta el uso de los signos de puntuación y la coherencia en la sintaxis de sus escritos.

El segundo criterio es el conocimiento y uso de un buen vocabulario. La carrera de Derecho ya posee sus propios tecnicismos, y estos se pueden encontrar en los distintos diccionarios jurídicos. Todo abogado conoce mejor su carrera cuando llega a emplear los instrumentos necesarios de esta.

Aparte de manejar el lenguaje jurídico, es recomendable que los abogados también estudien de manera correcta el uso de los sinónimos y antónimos para poder enriquecer su bagaje profesional y así poder plasmar la terminología necesaria en cada documento. Para esto se recomienda al abogado contar a su vez con un buen diccionario de sinónimos y antónimos.

El tercer criterio recae en el abogado, pues debe saber escribir bien. Es aquí donde un curso de redacción general ayudaría mucho. Pero si uno, no llegó a realizarlo mientras cursaba la carrera de Derecho, entonces debería empezar por hacerlo. Algo que olvidan la gran mayoría de abogados, es que tienen a su alcance la predisposición para poder escribir, ya sean poemas, cuentos, pensamientos, etc. Si el profesional del derecho comienza a hacer de la escritura un hábito, la misma práctica le ayudará a relacionarse mejor con la terminología y a la hora de redactar un documento, verá sus progresos cuando empiece a darse cuenta por sí mismo, que su redacción es entendible y coherente. Uno de los secretos para obtener una buena redacción, es la práctica; de este modo, al redactar sus demandas, denuncias, minutas, etc., dejará no solo una buena impresión en sus documentos, sino una calidad legible que lo diferenciará de los otros profesionales.

Como cuarto criterio de la buena redacción, es formarse el hábito de la lectura. Mientras más lea un abogado, podrá enriquecer su léxico. Pero no solo debe remitirse a leer textos jurídicos o normas legales, sino que debe leer obras, novelas e incluso textos filosóficos. Este es otro de los secretos por el cual todo profesional del derecho mejorará la calidad de sus escritos. Cuando uno lee un libro, no solo su mente se traslada a otro mundo, sino que el lector se enriquece de toda la cultura, el estilo y el contexto que el autor plasmó a su obra. Esto se debe tener muy en cuenta.

3. La eficacia en los escritos jurídicos

Luego de analizar los criterios principales para obtener una buena redacción, ahora empezaremos a tratar la eficacia que debe existir en los documentos jurídicos.

Primero.- Se debe poner un orden al escrito.

Segundo.- No se debe olvidar que redactar es expresar por escrito con exactitud, concisión y claridad, para que pueda ser entendido.

Tercero.- Se tiene que organizar mentalmente las ideas antes de escribirlas (relación de ideas).

Cuarto.- No tiene que haber incoherencias en la sintaxis.

Quinto.- Toda redacción jurídica debe expresar en el escrito un suceso o pensamiento respecto a las conductas relacionadas con las normas que regulan la vida del hombre en la sociedad.

Sexto. El lenguaje que utilice el abogado en la redacción de su escrito, debe distinguirse de una redacción general o literaria.

Séptimo.- El profesional del derecho, no solo debe mostrar una buena redacción, sino que es menester que sepa argumentar su escrito, teniendo en cuenta las normas vigentes. Por último, los abogados que se dediquen íntegramente a ejercer las funciones de jueces o juristas, deben dominar bien las reglas gramaticales de la lengua, puesto que ellos son los encargados de dar seguridad en sus documentos.

4. La importancia de la redacción jurídica

Claramente distinguimos en los diferentes escritos, no solamente la manera de cómo está redactado el documento, sino también a quién va dirigido. En el caso de los documentos jurídicos, el profesional del derecho debe tener cuidado de no hacer gala de una riqueza verbal, que quizá durante su carrera le proporcionó la literatura. Si desea que su redacción sea clara y precisa, debe abstenerse de emplear una imperiosa y elegante gama de metáforas. Lo que se plasme y exprese en el escrito, deben ser enunciados de fácil comprensión para quien los lee.

La gran mayoría de abogados no le prestan la debida atención e importancia a los aspectos formales de un documento, pero si no se presenta bien redactado, fácilmente perderá sentido o no se podrán comprender, ni entender las cuestiones de fondo.

Lo importante de toda buena redacción es tomar consciencia que la escritura debe ser el reflejo de un correcto pensamiento. Plasmar la terminología correcta, no siempre resulta sencillo, para ello hay que leer, estudiar y sobre todo practicar. Si cerramos nuestra mente ante la realidad que existe en las palabras, no nos ayudará a mejorar ni como profesionales, ni como buenos redactores, puesto que nuestro cerebro no se ejercita. La redacción para el profesional del derecho, no debe ser visto como algún elemento opcional, sino obligatorio. La fluidez en el léxico –como en la escritura– solo se logra con la praxis.

Queda por demás recordar que los escritos y documentos jurídicos de mejor trayectoria y reconocimiento, fueron redactados por profesionales del derecho que constantemente llegaron a explorar las cavilaciones más profundas de lo que concierne al estudio de la sintaxis y la gramática, logrando desarrollar una correcta función. Empero, esta función para el profesional del derecho, no es nada fácil, sobre todo porque el abogado debe comenzar a interesarse en el lenguaje y poder enriquecerse de todo lo que le ofrece, no en vano Nietzsche decía “el que encuentra el lenguaje interesante, por sí mismo se distingue de quien no lo admite más que como medio de pensamientos interesantes.”[1]

Pero ¿cómo es el lenguaje jurídico? El derecho debe y tiene que expresarse a través del uso del lenguaje común, reconociendo sus reglas y captando sus pautas. No se trata aquí, que el abogado requiera de “otra lengua” para poder expresarse, pero si requiere de un amplio vocabulario común y jurídico. El derecho como una ciencia social, necesariamente ha de expresarse en el lenguaje que la sociedad emplea.

Gran parte de la importancia de la redacción jurídica, no recae en investigar sobre la función expresiva del lenguaje, dado que lo trascendente y primordial aquí, es investigar los aportes del lenguaje jurídico y la comunicación que este logra transmitirnos. En la obra de Hernández Gil, podemos reconocer cómo opera la función comunicativa del lenguaje jurídico, lo cual es muy diferente a la del lenguaje común, este autor afirma que: “El lenguaje y el derecho son productos culturales muy próximos entre sí. La similitud radica en que el derecho está enunciado en el lenguaje; la ciencia jurídica tiene un objeto formulado lingüísticamente antes que aquello que lo describa. Pero la mayor sinonimia no consiste en esa reproducción verbal o estricta, sino en que el derecho, como el lenguaje, desempeña una función comunicativa en la convivencia social, por lo que es otro lenguaje.”[2]

Es así como podemos notar que gran parte de la importancia en la redacción jurídica, recae en la función expresiva del lenguaje jurídico, de tal manera que el hecho que el derecho se exprese mediante el lenguaje común, pero que se comunique mediante un lenguaje no-común, es lo que hace que el lenguaje jurídico sea un lenguaje especial.

5. La calidad del estilo en la redacción jurídica

Cuando el abogado redacta un documento, se sabe que el contenido del escrito debe esclarecer un hecho o acto del cual deja constancia de su pretensión, los cuales tienen que cumplir con la formalidad de ley para producir sus efectos jurídicos. Empero, por más que todo documento busque comunicar o advertir a una de las partes en litigio, la extinción o pretensión de un derecho o una acción, hace que muchas veces los abogados se olviden de otorgarle una buena calidad en su estilo.

La finalidad del estilo dentro del lenguaje jurídico, no es otra más que convencer o persuadir a los destinatarios del derecho que se pretende obtener. Para esto, notamos que Olivecrona Karl, considera que el lenguaje jurídico siempre emplea un estilo persuasivo, al indicar: “El propósito de todas las disposiciones jurídicas, pronunciamientos judiciales, contratos y otros actos jurídicos, es influir en la conducta de los hombres y dirigirla de ciertas maneras. El lenguaje jurídico tiene que ser considerado como un medio para este fin, es un instrumento de control social y de comunicación social. Podemos llamarlo lenguaje directorio, por oposición al lenguaje informativo.[3]

Tampoco debemos olvidar que el estilo del lenguaje jurídico en la redacción depende de quien lo utilice y para quienes lo emplean. Es por ello, que no podemos generalizar las palabras de Olivecrona y sostener que siempre (para todos los casos), el estilo del lenguaje jurídico tenga que ser persuasivo, por ejemplo, en el caso de las jurisprudencias, en vista que aquí, se pueden emplear y recurrir a varios estilos.

Antiguamente las leyes empleaban un lenguaje que estaba dirigido a conmover los sentimientos de las personas para crearles una consciencia colectiva en determinados casos. Se trataba de un lenguaje legal, que consistía en una oratoria sentimentalista. Un ejemplo claro se daba en la legislación penal, cuando se utilizaba fuertes epítetos sobre la atrocidad en ciertos delitos (los de lesa majestad y los perpetrados contra la religión y la moral). De este modo, el estilo persuasivo que empleaban en los documentos de la antigua legislación penal, buscaba hacerse respetar recurriendo a la pompa de un lenguaje mayestático.[4]

Actualmente en los escritos jurídicos, se sigue empleando el estilo persuasivo, pero ya no es lo adecuado, porque el legislador contemporáneo ya sabe que por razones sociológicas, su misión no consiste en convencer, sino en ordenar. Esta es una de las razones por las cuales las leyes hacen uso del poder de su autoridad, la cual no consigue recurriendo a un lenguaje persuasivo (en el caso de las normas), sino en el orden que le da a la ley. Lo mismo va para los abogados en los documentos que redactan, pues más que buscar la convicción, se debe buscar la claridad, concisión y objetividad de lo que se está pretendiendo.

6. Conclusiones

• El lenguaje jurídico empleado por los abogados en sus escritos debe ser claro, conciso y estar conforme a ley, sobre la pretensión que se persigue.

• La importancia de la redacción jurídica es fundamental en todo documento jurídico, ya que si los profesionales del derecho no se expresan con la terminología adecuada, la redacción de su escrito puede llegar a perder su objetividad.

• La redacción jurídica debe resultar eficaz, sobre todo, si a través del escrito, se logra el propósito de lo que se solicita. Además todo documento debe informar, persuadir, estimular y esclarecer los hechos narrados para conseguir resultados óptimos de lo que se está solicitando.

• La palabra escrita es el principal elemento del lenguaje jurídico, por este motivo, es de suma importancia para redactar los documentos con una coherencia pertinente.

• La redacción jurídica debe poseer dos instrumentos: las reglas de la gramática y el estilo. Es lógico que para poder redactar correctamente, hay que conocer las reglas de la lengua y así poder construir proposiciones coherentes.

• Una buena redacción jurídica debe constar de oraciones cortas y claras, un correcto uso de la terminología jurídica en su sentido propio, y no contener palabras ambiguas u oscuras que dificulten su comprensión e interpretación.

• Si un profesional del derecho se refiere a hechos concretos, aplicando de manera correcta el uso de un lenguaje apropiado y mantiene el estilo, orden y la claridad en sus escritos, su éxito está más que garantizado.

• Por último, recordemos las palabras de Césareo Rodriguez-Aguilera: “El Derecho ha de ser siempre un idioma bien hecho. El arte del jurista es decir claramente el derecho.”[5]


[1] NIETZSCHE Friedrich, “Retórica y lenguaje, en el libro del filósofo”. Taurus, Madrid, 2000, pág. 175.

[2] HERNANDEZ GIL Antonio. “La ciencia jurídica tradicional y su transformación”. Civitas, Madrid, 1981, p. 115.

[3] OLIVECRONA Karl. “Lenguaje jurídico y realidad”. Centro Editor de América latina. Buenos Aires, 1968, p. 33.

[4] RADBRUCH Gustav, “Introducción a la filosofía del derecho”. Fondo de Cultura económica. México, 2000, p. 134.

[5] RODRIGUEZ-AGUILERA, Césareo, “El lenguaje jurídico”. Bosch, Barcelona, 1969, p. 17.

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