«El monstruo de Armendáriz»
Puesta en obra del equipo de Arte & Derecho de la PUCP, recrea el infamoso caso de 1957, donde se procesó a Jorge Villanueva Torres, por el asesinato y violación de un menor de edad, ocurrido en la bajada de Armendáriz, en el límite distrital de Miraflores y Barranco, que fue condenado a pena de muerte ante un pelotón de fusilamiento y tiro de gracia conforme al protocolo; y que fue bautizado por la prensa (no por los actores procesales), con la jerga de la época: monstruo, mostrador, nato, cangrejo; en alusión al delito, y Armendáriz por el alcantarillado o quebrada. Bien pudo llamarse también de Barranco o de Miraflores.
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El montaje es la cuarta producción, lo que inaugura una tradición de teatro jurídico en una incipiente cultura legal, y es que a diferencia de las anteriores 12 hombres en pugna, El juicio de Núremberg, y Ciriaco de Urtecho, esta obra enfoca, la secuela del proceso penal de la época bajo el monopolio de la escrituralidad. Es importante recodar, rememorar y, para los millenials, echar un vistazo a la forma como se administraba justicia (piénsese en chantadas, chapanetas e improbus litigator).
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Por su parte el cine jurídico Made in Perú, ya registra tres títulos, Cirilo y Richard Douglas y Cholo Juanito, El Juez (2011). El Mudo (2013), Atacada: Teoría de Dolor (2015), y la literatura jurídica parecen haber principiado con Morir dos veces (2015) de Umberto Jara. De los monstruos o malditos, solo existen acaso reportajes.
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La temática abogadil ya no se reduce a quejumbrosas canciones asociadas a amores fallidos, ahora aborda terreno virgen, como es la administración de justicia desde una percepción intestina. Lo hace desde el modelo anterior visibilizando lo antisolidario de la profesión, lo abogadil y abogadesco, solo es cuestión de tiempo para actualizarse con el mediático, el histriónico, el de las boutiques, el de la oralidad.