Clint Eastwood es una leyenda de Hollywood que conquistó cada campo profesional que tocó. Como actor, se volvió la cara de un género que se niega a ahogarse en la historia y como director demostró ser un autor que roza la genialidad.
En honor a sus 91 años, que celebra en plena actividad, hacemos un listado de sus siete mejores trabajos que sirvan para tener una charla intensa sobre derecho.
1. Golpes del destino y la eutanasia
Eastwood es un zorro viejo. Conservador como todos los de la antigua ola de Hollywood y por eso sorprendió que en Golpes del destino expusiera argumentos tan sensibles sobre la eutanasia. Algo que le costó muchas críticas por parte de su público más fiel.
La historia de un entrenador anciano que acepta a regañadientes a una jovencita como aprendiz es emotiva. Es una metáfora sobre la paternidad y es una conversación intensa sobre cómo Clint ve temas tan ajenos como el feminismo.
El proceso hacia el debate de la eutanasia no será spoileado en este post, pero el saber que está presente no le quita puntos a una de las grandes joyas del director.
2. Ejecución inminente y la pena de muerte
Esta es otra conversación incómoda del gran Eastwood.
El director cuestiona a un sistema judicial que determina con demasiado facilidad las condenas severas contra una población oprimida por su raza. Y subraya cómo la pena de muerte puede ser un factor letal en un país tan racista como los Estados Unidos.
En Ejecución inminente, el actor interpreta a un periodista que llega de casualidad a una entrevista con un sentenciado a muerte y descubre que el caso podría ser una gran mentira. Comenzando un conteo regresivo que puede terminar muy mal.
3. Impacto fulminante y la investigación criminal
La cuarta aparición de Harry El Sucio fue la primera vez que Clint Eastwood tuvo la oportunidad de dirigir el emblemático personaje de la frase “Make my day”.
En Impacto fulminante, Harry Callahan vuelve más violento que nunca para investigar una serie de crímenes que requieren de su falta de tacto y su predisposición al disparo. No es la mejor de la saga, pero es la más cargada de frases memorables y la más divertida de la pentalogía.
4. La mula y el narcotráfico
La mula, una de sus últimas películas, es una cinta fascinante por varios motivos.
Es un recordatorio de que Clint Eastwood sigue siendo un director maestro, capaz de llenar de intriga y con un pulso mágico para la acción. Todo eso a pesar de ser un honorable hombre mayor. Es, además, un sutil paso de antorcha con Bradley Cooper, a quien muchos ven como el destinado a seguir sus pasos de actor convertido en cineasta.
Aquí, un hombre de 88 años con problemas económicos acepta trabajar transportando droga para un cartel mexicano y, con ese dinero, ayudar a su familia. No es un descenso a la locura como Breaking Bad, es un viaje mucho más cercano e intimista.
5. Un mundo perfecto y la rehabilitación presidiaria
Algunos podrían creer que Un mundo perfecto ofrece una extraña visión, muy romantizada del secuestro y… pueden tener razón. De hecho, tienen demasiada razón. Aun así, hay algo entrañable en la esta fuga de la dupla protagonista.
Un presidiario en fuga interpretado por Kevin Costner toma como rehén a un niño de un hogar disfuncional. El vínculo que crean es inaudito y ambos comparten una sensación de libertad cuestionable, pero real.
En ese camino, Eastwood tiene varias conversaciones sobre el rol de las prisiones para la reinserción de seres tan “especiales” como ese criminal.
6. Gran Torino y la criminalización de la migración
Clint Eastwood toma su propia imagen de hombre mayor cascarrabias para contarnos la historia de este verano obsesionado con su camioneta que le da nombre al filme.
Lo hace en medio de un contexto en el que la migración y el racismo generan un conflicto que llega a ser generacional. La juventud y la madurez se encuentran para conversar sobre los choques culturales con una narrativa interesante porque viene desde la testarudez de un viejo artista.
7. Los imperdonables y los cazarrecompensas
Cerramos con una obviedad.
Los imperdonables es una pieza imperdible en la filmografía de Clint Eastwood porque es la zona en medio de todas sus pasiones. Un wéstern soberbio como tributo al género que lo hizo famoso. Una propuesta de director compleja, que nos hacía imaginar todo lo que tenía por delante como realizador.
En palabras cortas, es el retrato de tres pistoleros viajando por un mundo agonizante. En palabras más románticas, es una oda al pistolero que solo es posible en un wéstern hecho por el vaquero original.