Feliz cumpleaños Juan Carlos Valdivia Cano. No eres como esos abogados que simulaban los hermanos Marx en una de sus más elogiadas películas, “Una noche en la ópera”. No lo digo porque no seas gracioso sino porque no te embelesan las tendenciosas manías del atarantamiento. Tinterillo ¡jamás!, abogado burócrata, ¡menos! Profesor de derecho sin ánimos de doctoreo y punto.
Aún tienes el caro sueño de que todos tus alumnos lean (aunque sea panfletos, pero que lo hagan) y se emocionen como tú por los libros y las ideas. Uno puede discrepar contigo y luego tomar un café (casi nunca desde luego) y hablar de muchas cosas. Caminas siempre distraído de un lado a otro, y llevas libros en ese objeto mezcla de maletín de Sport Billy con la Lámpara de Aladino por las sorpresas y saberes que puede conceder su contenido.
Escribes, lees, enseñas y debates (sobre todo ello). Festejas como un niño cuando un discípulo te muestra su horizonte intelectual o profesional y no te cae la envidia por su destino, tal vez más auspicioso en lo económico; más bien celebras su logro invitándole un vino en el templo de “La Chavela” (tú casa, nuestra casa y la de todos).
No te diré que tienes la humildad como virtud, esas son fanfarronadas de salón. Lo tuyo es modestia de maestro, testarudez de docente, exigiendo pensar en todo instante, abandonando las fruslerías de copiar o seguir directrices que poco ayudan al juicio del estudiante.
Un año más Juan Carlos, muchos vientos de libertad y creación intelectual, contextos nuevos que te sacan de cuadro, pero sigues terco dándole más a la vida, sacándole su esencia con la intensidad de un adolescente descubriendo el sexo o la conmoción del náufrago avizorando la isla que lo salvará.
Feliz cumpleaños maestro y amigo. No hay torta ni silbatinas solamente un newtoniano abrazo.
*Texto escrito el 2015