Diego Maradona: las leyes de Dios

La Mano de Dios se cierra, apretando firme a los que se quedan en este plano. Confirmando que, a pesar del estatus de semidios, Diego era todavía un mortal. Y como tal, siempre tuvo la posibilidad de extinguirse.

Dicho eso, Diego Armando Maradona debe ser la figura más polémica dentro del deporte rey y su partida ha dividido al público entre los devotos fervientes y los haters en busca de carroña. La verdad es que, en la vida o en la muerte, la pelota no se mancha, pero hay mucho que contar dentro de la mirada jurídica si hablamos de «El Diez».

Si hay algo que puede decirse de Diego es que era transparente, en el sentido más literal de la palabra. Por eso todos podíamos ver a un poder superior actuar a través de él dentro de la cancha y, a la vez, podíamos ver una lista de defectos y vicios que aterrizaban a esta entidad. Era, manteniendo la metáfora religiosa que fue constante en su andar, un Mesías que no supo evitar la tentación en el desierto.

La mayoría de sus problemas comenzaron alrededor de 1991, cuando quedó claro que el Verbo estaba hecho de carne. Los medios mundiales mostraban a un Maradona detenido por posesión drogas. Esposado en su casa de Buenos Aires, rodeado de efectivos policiales, aparentemente derrotado en un vía crucis que muchos se negaron a aceptar.

Ya había sido el campeón y subcampeón del mundo, pero en ese momento solamente era un prisionero que cargaba con medio kilo de cocaína. Luego, la Justicia argentina desmintió esa cantidad, pero nunca fue claro el origen de este operativo. Se habla de un seguimiento a una red de narcotráfico, de un soplo interno dentro del círculo de la estrella. Lo único que quedó claro fue que era el comienzo de una costumbre.

A los meses, la Justicia italiana haría lo suyo. Se había vinculado a Diego con La Camorra, la organización criminal que lidera el hampa del país europeo junto a la Cosa Nostra y los ‘Ndrangheta, por lo que comenzó una investigación que contaría con la colaboración de un Dios que estaba aprendiendo a solucionar sus errores humanos. Luego de un acuerdo entre la Fiscalía y el abogado defensor de Maradona, se llegó a una condena de 14 meses de prisión por posesión de drogas. Condena que evitó pagando una multa cuya cifra no se reveló de forma oficial y con más negociaciones detrás de la noticia.

Más allá de los escándalos ligados a la droga, uno de los más grandes problemas con los que tuvo que lidiar El Diez fue una demanda por paternidad. Un encuentro fugaz y extramatrimonial con la italiana Cristiana Sinagra, mientras el astro argentino jugaba en Nápoles.

La noche de pasión terminó nueve meses después en el nacimiento de un niño que vino con polémica bajo el brazo y un nombre gigantesco encima: Diego Armando Maradona Sinagra. O «Diego Jr.», para los amigos y los no tan íntimos. El proceso legal para ganarse el apellido fue histórico.

Sinagra había conseguido Enrico Tucillo y Gaetano Pesole. Pesos pesados dentro de la especialidad familiar y que habían logrado que la Justicia Italiana aceptara recibir un examen de ADN para determinar la paternidad de Maradona. Algo que él se negó a hacer en tres oportunidades, como Pedro.

La negativa sirvió para que, en 1992, el Tribunal de Menores de Nápoles impusiera una mensualidad superior a los 4000 dólares. Y tres años más tarde, la Corte de Casación determinó que no habían dudas sobre la paternidad de Diego. La cuota económica se pagó con regularidad, pero ellos no se conocieron formalmente hasta el 2003 en un encuentro bastante informal que “El Heredero” promovió al colarse en la cancha de golf donde practicaba su padre.

Hoy, ante la muerte de Diego, puede decirse que la relación mejoró. A mediados de este año, Junior destacó el gran corazón de su padre y justificó que todos los problemas que tuvo el 10 fueron por ser demasiado bueno. “Nosotros, los que lo amamos de verdad, lo queremos con las cosas buenas y cosas malas”.

Casos similares lo siguieron acompañando. Magali Gil, una joven de 24 años, se hizo famosa por identificarse como la hija de una de las personas más famosas del mundo. Amparada en el testimonio de su madre, buscó contactarlo y tener respuestas directas de él, que fueron ignoradas por su agitada agenda. Los abogados dijeron que tomarían la vía judicial, pero hasta hace un par de meses el caso no se movía y habría quedado estancado.

Los últimos escándalos judiciales están ligados a temas más banales, si hacemos una comparación con lo que hemos visto hasta ahora. En julio de este año, Diego habría comenzado un proceso judicial contra el gigante del streaming, Netflix, por realizar una película sobre su vida sin autorización suya o de su equipo legal. La cinta dirigida por Paolo Sorrentino habría despertado la ira de Dios por el uso indebido de su nombre, aunque los detalles de este proceso de desconocen.

Similar es el caso con Dolce & Gabbana, quienes usaron la camiseta y número de Maradona para un desfile tributo, sin pedir el permiso de la figura argentina. Por primera vez en un buen tiempo, el Dios ganaba un proceso que duró tres años y consiguió una disculpa pública junto a los 70 mil euros de indemnización, junto a los 13 000 que había gastado en su defensa.

El final del camino para esta dualidad perfecta de héroe y villano nos hace recordar estas anécdotas, que son solamente la cúspide de un relato vertiginoso. Se pueden sumar acusaciones de violencia y maltrato, así como frases icónicas y momentos que todavía emocionan hasta las lágrimas, incluso en pleno 2020.

Y es que, a Diego «le cortaron las piernas», pero ya le crecieron las alas.

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