Recientemente una mediática petición hecha al presidente, ha sido motivo de una variopinta ironía, desde todos los sectores, siempre en la web 2.0. La broma hizo el día y aportó animus jocandi en tiempos de cultura electrónica. Nótese que en el microtexto hay ausencia de motivación o equivalente a fundamentación o sustento, nuevos tiempos.
Primero: En concreto, es la hiperbolización del derecho de petición y ruego, en busca de una gracia presidencial, y como tal no tendría nada de diferenciador, y ni siquiera existiría la carga de responder; representa tal vez la consideración de una suprainstancia y tácita eliminación de lo inimpugnable; sin duda alguna una principalísima característica del sistema presidencial, o tal vez la aspiración a la creación de una justicia paralela debido a la falta de confianza en los mecanismos tradicionales, un medio impugnatorio in extremis.
Segundo: Exaltación del yo, el thema decidendum, que me atañe debe prevalecer al de los demás, necesito escucha activa, lobby, caño, piernas, tener llegada al primer funcionario público, presidente como amicus y extraneus. Hablar con el dueño del circo.
Tercero: La categoría «caso», es más una expresión morigerada de juicio, controversia, pleito o litigio, en puridad aplicada al derecho procesal penal que implica cierta rigurosidad que la aleje de una historia delictiva; coloquialmente usado en diminutivo, admite en doctrina características como: caso trágico, emblemático, mediático. El tema pasa por lo aspiracional, pues tener un caso es transversal, y humano, demasiado humano.