Proxémica es el término para describir las distancias medibles entre las personas, mientras estas interactúan entre sí. El término proxemia se refiere al empleo y a la percepción que el ser humano hace de su espacio físico, de su intimidad personal; de cómo y con quién lo utiliza.
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Se conoce por este nombre a una de las disciplinas que estudian la comunicación no verbal; creada en 1968 por el antropólogo estadounidense Edward Hall, examina la manera en que las personas ocupamos el espacio y la distancia que guardamos entre nosotros al comunicarnos verbalmente. Esta puede variar según nuestro interlocutor sea una audiencia, un conocido, un amigo o una persona especialmente querida que, como cabe suponer, es la más cercana. El grado de comodidad durante la conversación también es determinante: si nos sentimos violentos, tenderemos a retroceder.
En el ámbito judicial, al menos en nuestro país, es poco conocida y utilizada como una herramienta de observación del comportamiento criminal, judicial, procesal, en los medios alternativos de resolución de conflictos, etc. Se trata, en suma, de una suerte de enfoque antropológico. El proxémico es un espacio cualitativo, variable y carece de la dimensión cuantitativa propia del espacio ordinario. Este enfoque distingue el espacio territorial y el espacio humano, categorías que se dan por igual tanto en la experiencia humana como en el comportamiento animal.
Edward T. Hall acuñó, en 1963, el término proxemics (derivado de próximo), desarrollado particularmente en su obra La Dimensión Oculta. Enfoque antropológico del uso del espacio. Lo establece como una forma extraverbal de comunicación, en que la percepción del espacio personal crea relaciones dinámicas; afectando las acciones de los hombres y culturas con distinta percepción del espacio. De esta manera, allanando el camino de la comunicación, coadyuva a la comprensión de las diferencias culturales y sociales.
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El espacio de la proxémica es dinámico, móvil, y sometido a los vaivenes históricos y sociales. Como los animales, el hombre es celoso custodio de su territorio y está siempre dispuesto a defender las intrusiones en él. En efecto, en los animales advertimos conductas proxémicas específicas: defienden temerariamente su territorio, saben cuál es la distancia adecuada para atacar, y cuál es la que los mueve a huir o a escapar.
Por ejemplo, la distancia íntima próxima se vincula con el contacto físico y la remota se da entre 15 y 16 cm. Pero, teniendo en cuenta que la valoración de la distancia depende de las nacionalidades, hay que especificarla en cada caso. Es interesante destacar, por otro lado, que las exigencias proxémicas tienen un valor determinado en conexión con las distintas nacionalidades; se ha señalado, de esta manera, la conducta reservada o distante de los ingleses y los norteamericanos a diferencia de la conducta más abierta, más estrecha de los latinoamericanos y españoles.
También la psicología puede atender con beneficio a la proxémica, en relación con las emociones, que cobran valores especiales según lo que experimentan las personas en cada una de las distancias típicas. Por ejemplo, las personas presas de ira se acercan mucho a quien quieren agredir; el aterrorizado se aleja pronto del peligro y el enamorado salva todas las distancias en las situaciones amorosas. La sensación que experimenta un orador frente a la distancia que lo separa de su público no es la que experimenta frente a las personas al subir un ascensor abarrotado.
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Por otra parte, el conocer los “límites” a los que podemos llegar al acercarnos, nos permitirá ser más asertivos a la hora de comunicarnos. En algunas situaciones, cuidando de no invadir el espacio de una persona alterada, o acercándonos un poco más a alguien que necesite nuestro apoyo.
La proxémica es realmente específica en cuanto a los márgenes dentro de los cuales interactuamos; es lo que se conoce como “espacio fijo”. Imagínense que ustedes son el sol y los planetas orbitan alrededor de ustedes; esas órbitas estarían definidas de la siguiente manera:
Distancia íntima: La reservamos para personas de nuestra (íntima) confianza. Separados entre nosotros por menos de cincuenta centímetros es fácil utilizar varios recursos de comunicación: el habla, los gestos, y el tacto.
Distancia personal: Para hablar con nuestros conocidos, nos separamos de ellos entre 50 centímetros y un metro. Es fácil medir la distancia personal, pues equivale a grosso modo a la longitud del brazo. Claro, ¡no es que estén extendiendo el brazo a cada rato para “medirse”!
Distancia social: De uno a tres metros, es la distancia con la que nuestra mamá estaría cómoda al hablar con extraños. Con frecuencia esta es una afirmación un tanto exagerada, pues se supone que para poder conversar con una persona debemos acercarnos a ella un poco más.
Distancia pública: Empieza a partir de poco más de tres metros, sin límites. Generalmente aplica para grupos de personas y requiere de un tono de vos más alto de lo normal (¡o un megáfono!).
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Es importante recordar, como dijimos arriba, que estos estimados varían radicalmente entre países. No olviden que “donde fueres, haz lo que vieres“.
Proxémica y Derecho
Una de las razones por las que el engaño ha generado un enorme interés científico, son los problemas que han surgido en el sistema legal como resultado de las evaluaciones de credibilidad erróneas y en consecuencia condenas injustas. En particular, los casos de agresiones sexuales (como las que está viviendo nuestro país recientemente), suponen un importante reto para la policía y para los jueces; el hecho no suele denunciarse de inmediato y normalmente no existen pruebas confirmatorias. Si bien es difícil establecer un número determinado, se estima que hasta un 20% de las denuncias podrían ser falsas. Por lo tanto, resulta esencial investigar los factores asociados con las características de las denuncias de agresión sexual reales y falsas y la exactitud en la discriminación de los observadores es crucial.
Examinar la capacidad de los observadores (posibles testigos) para discriminar informes reales y falsos de agresión sexual, y si las diferencias individuales están relacionadas con la capacidad para determinar la credibilidad de tales afirmaciones. Uno de los objetivos del estudio es determinar si existe una predisposición a la veracidad ante denuncias reales y falsas de agresión sexual.
Se prevé que en el análisis de las declaraciones escritas que contienen descripciones impactantes y perturbadoras de agresiones sexuales, los observadores serán más propensos a creer el informe. Además de determinar la precisión del observador en la valoración de las denuncias de agresión sexual, se ha tratado de identificar las posibles diferencias individuales entre los observadores legos que podrían contribuir a diferentes niveles de competencia de valoración.
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La fuerza del contenido emocional de la declaración, podría interactuar con la función emocional y con la personalidad del juez para influir en los juicios de credibilidad. Los distintos rasgos de personalidad podrían, asimismo, estar relacionados con el uso diferenciado de señales en la toma de decisiones.
En general, el análisis empírico de las capacidades de detección del engaño y las diferencias individuales ha arrojado resultados inconsistentes. Las investigaciones que analizan el uso de señales ha revelado que los participantes que se apoyan en un mayor número y variedad de señales (ya sean verbales y/o no verbales) tienden a ser más precisos en la detección del engaño. Estos estudios cuentan con tres objetivos principales:
1) Evaluar la exactitud de los juicios de credibilidad de denuncias reales y falsas de agresión sexual; 2) Analizar el papel de la personalidad y las diferencias individuales en la precisión de la detección; de mentiras y 3) Examinar las estrategias de utilización de señales y su relación con la precisión en las valoraciones de credibilidad.
Los resultados del estudio apoyan las anteriores investigaciones que indicaban cómo la precisión en la detección está, en general, alrededor del nivel de azar; y se confirma la predicción con respecto de la predisposición a la veracidad, cuando se juzgan denuncias de victimización sexual. De hecho, los observadores que obtuvieron peores resultados, mostraron poca precisión discriminatoria y respuestas sesgadas.
Sin embargo, es posible que los juicios sobre la intensidad emocional se hayan visto limitados por la naturaleza emocional de las denuncias de agresión sexual. Curiosamente, el estudio reveló una ligera correlación negativa entre confianza y precisión en la detección de denuncias reales de victimización. Como tal, es importante tener en cuenta la confianza en la toma de decisiones dado que se asocia con percepciones de veracidad.
Por otro lado, se halló una correlación negativa entre extraversión y precisión global, lo que indica que los participantes que puntúan bajo en extraversión, demostraron más capacidades de detección. Otro hallazgo fue la asociación positiva entre precisión, apertura a la experiencia y neuroticismo.
El análisis sobre el uso de señales en este estudio no apoya las hipótesis; la precisión no está relacionada con el número o el tipo de señales empleadas. Parece ser que tanto las denuncias falsas como las reales contenían muchas de las señales más utilizadas (cantidad de detalles, consistencia lógica, detalles relevantes), lo que limita cualquier asociación entre uso de señales y precisión.
De este modo, el uso de señales irregulares de palabras/frases se asoció con una mayor precisión en la correcta discriminación de informes reales. Se analizó igualmente si los jueces más precisos utilizan señales diferentes a las que emplean los jueces que cometen más errores. Pero contrariamente a lo que cabría esperar, no existe diferencia en la utilización de señales entre los jueces.
Algunos investigadores han llegado a la conclusión de que las diferencias en la detección del engaño dependen más de las características y conductas del que engaña más que del observador.
Por tanto, es importante que abogados, jueces, fiscales, magistrados, la policía y el personal a cargo de los reos y auxiliares judiciales; además de negociadores y conciliadores, pudieran entrenarse en estas competencias para hacer más efectivo el trabajo de administrar justicia y atender a las víctimas y demás involucrados en un proceso judicial o policial.
De esta manera, la proxémica es no solo un instrumento de la comunicación humana, sino una clave para la interpretación de la cultura en general y una herramienta valiosísima para el ejercicio del derecho en todos sus campos.
* Con la colaboración de la Fundación Universitaria Behavior & Law – Club del Lenguaje No Verbal – España