Optar por la bicameralidad es como pretender obtener un genio de mil idiotas

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Sumario: I. Introducción, II. Sin filtro para legislar, III. Los legisladores ignoran el conocimiento vital de la causación natural, IV. El mancebo de botica, V. Más burocracia no resuelve problemas, VI. ¿Más burocracia para seguir expidiendo el ridículo 1.32% de normas?, VII. ¿A quién beneficia el retorno a la bicameralidad?, VIII. Conclusión, IX. Bibliografía.


I. Introducción

Hace algún tiempo recibí una llamada de Lucas Ghersi, quien alcanzó cierta popularidad por su campaña en contra de la asamblea constituyente. Él me dijo que deseaba una persona instruida en las ideas liberales y además de derecha, para que pudiera asesorar al congresista Alejandro Cavero quien en aquel momento estaba elaborando un proyecto de ley para retornar a la bicameralidad.

Lucas Ghersi me dijo que había pensado en mí y que le parecía que yo era la persona ideal que él estaba buscando para ayudar a su buen amigo, el congresista Cavero. De inmediato acepté la propuesta casi sin pensarlo, ofreciéndole incluso renunciar a mi trabajo como abogado en el Ministerio de la Mujer. Ciertamente lo vi como una gran oportunidad, la cual no podía dejar de aprovechar.

Necesito que lo apoyes a Alejandro con el tema de la bicameralidad. Me dijo Lucas Ghersi, para luego añadir. Esta medida es importante, porque así tendremos mejores leyes. Yo le contesté. Estoy de acuerdo, pero me abruman ciertas dudas. Lucas se mostró algo sorprendido y me preguntó. ¿cuáles son tus dudas Diego? Entonces absolví la interrogante y le dije. Son muchas, pero una en particular es, ¿por qué suponer que aumentando el número de legisladores obtendremos mejores leyes, si con los 130 no las tenemos? Lucas quiso intervenir, pero me adelanté a decir. ¿Acaso no recuerdas aquella frase del criminólogo Cesare Lombroso quien dijo que mil idiotas no hacen un genio?

Lucas dijo. Diego la idea es que, al tener 130 diputados y 60 senadores se podrán analizar y filtrar mucho mejor las leyes. Y lo mejor de todo es que el costo será justificado por el beneficio que se obtendrá. Algo pensativo añadí. Dices que se podrán analizar mejor las leyes, entonces, ¿habrá un filtro más severo para ser congresista? Te recuerdo Lucas que en la Constitución solo se exige para ser un “padre de la patria”, tener 25 años, ser peruano de nacimiento y gozar del derecho de sufragio. Lucas algo incómodo precisó. ¿Sabes lo que significaría exigir ese filtro que mencionas? Nos dirían que somos antidemocráticos y hasta discriminadores. Además, ¿cuál es ese filtro que tú exigirías? Yo contesté sin titubear.  Por lo menos, conocer los principios de economía política que enseñó Carl Menger. Lucas se carcajeó.

II. Sin filtro para legislar

Te aseguro que exigir conocer los principios de economía política que mencionas nos hará impopulares. Dijo Lucas. Yo añadí. Puede ser, pero estoy seguro que exigir eso, sería más coherente y consecuente con la pretensión de hacer mejores leyes. Fíjate Lucas. Agregué de inmediato. ¿Te imaginas que los congresistas tuvieran en mente, lo que mencionaba Carl Menger acerca de las causas del creciente bienestar de los hombres? Lucas ciertamente pensativo e interesado indicó. Sé que una de esas causas es la división del trabajo y además el conocimiento y el dominio de la técnica o condiciones para la satisfacción de las necesidades de los hombres.

Es correcto Lucas. Añadí sin más. ¿Dime entonces, si aquellos legisladores supieran eso, qué políticas económicas podrían introducir? Lucas respondió. Sin duda, sus políticas estarían destinadas a reducir los costos de acceso al mercado. Añadí presuroso. Reducirían claramente los denominados costos de transacción, porque sabrían que al reducir los costos que implica contratar un trabajador garantizarían una mayor división del trabajo. Es más, si redujesen los costos de innovación que pesan sobre las empresas se podría obtener con mayor facilidad ese conocimiento y dominio de las técnicas o condiciones para satisfacer las diversas necesidades.

Lucas añadió. Así es, como en el caso de un empresario que aspira a elaborar productos farmacéuticos y a quien no se le exigen demasiados formalismos. Yo agregué. Seguro quienes son poco ilustrados en el funcionamiento del mercado, pensarán, cómo será posible controlar o regular la mala praxis de esos empresarios. Lucas añadió. Es claro que Menger diría que su propio interés por obtener ganancias, los regularía.

¿Te imaginas además exigirles a esos legisladores, conocer el funcionamiento práctico del mercado? Añadí con ilusión. Entonces Lucas señaló haciendo gala de su buena memoria. Recuerdo a Menger diciendo lo siguiente.

Cuánto más progresan los hombres por la senda de la cultura, tanto más suelen las personas concretas, en virtud del avanzado proceso de la división del trabajo, producir cantidades de bienes del orden superior bajo el supuesto tácito y, de ordinario también correcto, de que otras personas producirán por su parte las correspondientes cantidades de los bienes complementarios.

Yo precisé. Claro recuerdo bien ese término de bienes de orden superior. Menger se refería a los bienes que permiten producir los bienes de consumo inmediato. Lucas señaló. Exacto. Pero cuando analizas, el término supuesto tácito, en el que se alude a los hombres, los cuales de antemano creen que los demás hombres producirán los restantes bienes complementarios que finalmente originen un producto para la satisfacción inmediata de una necesidad. Como en el caso de la producción de un automóvil, en el que la mayoría de las piezas que lo componen son elaboradas en diferentes fábricas, concluyendo en un producto final para la satisfacción inmediata de una necesidad.

Dije complementando lo que Lucas trataba de decir. Es claro que la realidad demuestra que el mercado funciona plenamente sin intervención estatal. Lucas se apuró a decir. Es correcto. Luego añadió. Por el contrario, cuando el estado intenta inmiscuirse en ese proceso espontáneo y natural genera distorsiones peligrosas que perjudican al consumidor.

Es imposible que deje de añorar que los legisladores sean alguna vez conscientes del origen del ordenamiento jurídico y de la propiedad. Añadí. Lucas preguntó. ¿no recuerdo bien que dijo Carl Menger al respecto? Surge a raíz de una relación cuantitativa Lucas. Contesté. La cual, según la realidad, demuestra que siempre las necesidades superan a las cantidades de recursos.

Presuroso Lucas añadió. Ah, ya recuerdo, los recursos siempre son escasos. Por lo tanto, para evitar conflictos debe existir el derecho de propiedad y además un sistema jurídico que proteja ese derecho. Apostillé. Por supuesto, pero si analizas con más profundidad, eso implica que se deben racionar de forma adecuada los recursos disponibles, o asignarlos de la forma más eficiente.

Claramente eso está muy lejos de la inteligencia de nuestros legisladores Diego. Yo precisé. Pero tú y Cavero desean incrementarlos. Lucas se rio y dijo. Bueno al menos podremos tener la oportunidad de que ingrese más gente que conozca a Menger y sus principios de economía política.

No puedo terminar este punto Lucas, sin mencionar el aporte más importante que hizo Carl Menger. Lucas se apuró a decir. Seguro hablarás de su teoría del valor subjetivo. Yo precisé. No podría ser de otra manera. Pero dime, ¿acaso entender el valor desde esa perspectiva no permitiría evitar si quiera pensar en controlar los precios de los productos? Lucas señaló. Es claro que sí. Luego complementé. Te acuerdas aquello que refería Menger cuando dijo:

Aunque nuestras necesidades pueden depender en parte, al menos en su origen, de nuestra voluntad o de nuestros hábitos, una vez que se hacen presentes ya no es arbitrario el valor que tienen para nosotros los bienes que pueden satisfacerlas, sino que es la inevitable consecuencia del conocimiento de la significación que tienen para nuestra vida o nuestro bienestar. 

Lo recuerdo. Contestó Lucas. Yo pregunté. ¿Dime que entiendes por esa palabra significación? Lucas pensativo dijo. Entiendo que se trata de la importancia que podría tener, digamos un bien. Yo señalé. Es cierto, y además Menger precisa que esa significación o importancia no es arbitraria. Lo cual quiere decir que los bienes no tienen valor en sí, sino por el contrario como consecuencia de la significación que nosotros le adjudicamos. Lucas añadió. El valor nace del sujeto, por eso es subjetivo, es bueno refrescar la memoria. Yo indiqué. Por mi parte considero que Cavero debería añadir a su proyecto de ley sobre el retorno a la bicameralidad, un filtro que exija conocer al menos estos criterios esbozados por Carl Menger. Lucas se quedó en silencio.

III. Los legisladores ignoran el conocimiento vital de la causación natural

Continúo pensando que proponer exigir algún tipo de filtro para ser congresista es contraproducente para los fines políticos de Alejandro. Apostilló Lucas. Yo repliqué. Lucas, los legisladores son tan ignorantes que ni siquiera podrían entender el conocimiento de la causación natural que Herbert Spencer les exigía. Ghersi replicó. Te refieres al conocimiento lógico de la causa y efecto. Yo sostuve. Sí, pero permíteme añadir algo más.

No solo se trata como advertía Herbert Spencer de que su conocimiento es superficial en cuanto a la causación natural. También ignoran que el conocimiento que pueden tener es totalmente irrelevante para legislar. Explícate, exigió Lucas. Yo señalé. Herbert Spencer decía:

Sostengo que esa ciencia con la cual los legisladores dicen hallarse preparados para cumplir con sus deberes constituye un conocimiento en su mayor parte claramente irrelevante y que, por lo tanto, son culpables de no comprender la clase de conocimiento que podría aprovecharles…Lo que realmente se necesita es un estudio sistemático de la causación natural, tal como se manifiesta entre los seres humanos reunidos en sociedad.

Vamos aclarando dijo Lucas. ¿Qué entiendes tú por causación natural? Yo respondí. La causación natural es un principio lógico, el cual puede evidenciarse observando la realidad. Por ejemplo, si sabemos que dos de los factores más importantes para el crecimiento económico de un país, es la protección de la propiedad privada y el aumento de la libertad económica, mal haríamos en vulnerarlas o restringirlas a través de leyes. Ignorando de esa manera estas causas y efectos naturales.

Lucas pensaba y dijo. Recuerdo que Spencer también mencionaba al respecto de la realidad que pone de relieve la causación natural lo siguiente:

El progreso que existe desde una gruta a una casa confortable es la consecuencia de los deseos de aumentar el bienestar personal. Las ciudades se han creado debido a los mismos estímulos… Los gobiernos han perturbado y entorpecido constantemente su crecimiento…

Es evidente dije. Que los legisladores no solo ignoran a Menger, sino que además soslayan un principio tan básico y real como lo es la causación natural. Lucas agregó. Es algo irrefutable, de lo contrario no veríamos tantas leyes que intervienen en la economía, las cuales en su mayoría son antieconómicas. Añadí. Basta recordar la estatización de la banca y la reforma agraria. Dije indignado.

IV. El mancebo de botica

¿Sabes bien que, si proponemos filtros más severos para ser un congresista, los otorongos son capaces incluso de recurrir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos? Lo sé, dije. Luego agregué pensativo. Pero conozco una forma que los obligaría de forma indirecta. ¿Así? preguntó Lucas. Sí apostillé. Te escucho, dijo incrédulo. Volveré nuevamente a Herbert Spencer, él dijo:

Un médico que después de muchos años de estudio ha adquirido una gran competencia en fisiología, patología y terapéutica, no es criminalmente responsable si se le muere un enfermo: se ha preparado lo mejor que ha podido y ha actuado con la mejor buena voluntad. De la misma forma el legislador cuyas medidas ocasionan daños en lugar de bienes, no obstante, lo extenso y metódico de los conocimientos que le ayudaron a decidir, solo puede ser acusado de haber cometido un error de juicio. Contrariamente, el legislador que está muy poco o totalmente mal informado sobre la gran cantidad de hechos que debe examinar para que su opinión sobre una ley determinada tenga algún valor; y que, no obstante, contribuye a promulgarla, no puede ser absuelto si dicha ley aumenta la miseria y la mortalidad, como no puede serlo el mancebo de botica que ocasiona una muerte con la medicina que por ignorancia prescribe.

Añadí de pronto. ¿Qué diferencia podría haber entre un mancebo de botica y un legislador que por ignorancia también causa la muerte? Lucas dijo. Es interesante, recuerdo que cuando se proscribió la venta de vacunas contra el COVID 19 por parte del sector privado, murió mucha gente. Sin embargo, nadie fue responsable, por haber emitido semejante ley. Yo indiqué. Justamente la idea es sancionar la ignorancia de los legisladores quienes tienen un poder tan inmenso, que pueden decidir quienes viven o mueren. Lucas pareció entender el mensaje y añadió. De tal manera que solo entrarían en política quienes sepan como legislar de la forma más correcta. Yo dije. Tú lo has dicho. Esbocé una sonrisa.

V. Más burocracia no resuelve problemas

Dijiste que habría entonces 130 diputados y 60 senadores. Lucas contestó. Creo que es un número razonable. Yo agregué. ¿Conoces bien el problema de los bienes comunales? A qué te refieres dijo Lucas. Yo añadí. Sabes bien que el servicio que concede el Poder Legislativo en teoría es, la expedición de leyes que atiendan las necesidades de la población. Lucas puntualizó. Entiendo por donde quieres ir, crees que habrá una mayor sobreexplotación del servicio que concede el poder legislativo. Yo añadí. Estoy seguro que así será.

Luego apostillé. Además, es un hecho que los legisladores jamás procurarán que los recursos sean asignados de la forma más eficiente. Lo que quiero decir Lucas, es que ellos jamás priorizarán atender las demandas más importantes, por el contrario, preferirán crear quizá el día de la biblia, del arroz con pollo o del pollo a la braza antes que intentar si quiera profundizar en la libertad económica del país.

Lucas señaló. Es cierto lo que mencionas, pero sigue siendo impopular, no eres un buen político. Yo dije. Es probable, no lo soy, y quizá no me interese serlo. Voy a parafrasear a Benson para acentuar esta postura. Fíjate, él refería:

Hemos visto como los recursos públicos son con frecuencia, utilizados ineficazmente, debido al problema de bien comunal que surge cuando los recursos no son de propiedad privada. La asignación de estos recursos no se determina por los precios (la disposición a pagar), de modo que, para los demandantes, no existen incentivos para economizar el uso de recursos ni para los oferentes que los recursos se asignen al empleo más valioso posible.

Esto quiere decir que, si se extiende la burocracia habrá una mayor sobreexplotación del recurso, lo que sería equivalente a decir que existirán más grupos de presión pujando porque se les conceda una ley a su favor. Por otro lado, los legisladores seguirán sin contar con el incentivo que les procure asignar de forma eficiente los recursos. Esto último quiere decir que seguirán asegurando primero sus intereses y luego los del pueblo. Precisé.

Lucas señaló. Entonces, ¿cómo propone Bruce Benson resolver el problema del bien comunal? Yo señalé. Él resuelve de esta forma:

¿Hay probabilidades de que el aumento de la burocracia sirva para resolver este problema? Un problema de bien comunal rara vez se resuelve con más recursos. De hecho, tales incrementos llevan, normalmente, a aumentos de la demanda efectiva, ya que muchos que, a causa de la congestión, hubieran optado por no utilizar el servicio, deciden hacerlo.  

Lucas se apuró a decir. Lo que realmente resuelve un problema de bien comunal es, el racionamiento a través de precios. Añadí. Mejor dicho, privatizando el poder legislativo. Lucas señaló. Es algo tan utópico, que ni siquiera me atrevo a pensarlo. Yo indiqué. Puedes ignorarlo si quieres, pero la realidad demuestra que así se resuelven este tipo de cosas. Por consiguiente, no creo que la alternativa pueda ser acrecentar mucho más la burocracia legislativa.

VI. ¿Más burocracia para seguir expidiendo el ridículo 1.32% de normas?

Tú padre, aquel abogado legendario, Enrique Ghersi, acentúo a través de la obra El otro sendero, la cual escribió con su autor principal Hernando De Soto, que el Poder Ejecutivo expide el 98.68% de las normas. Dije de forma vehemente. Lucas añadió. Así es, en aquella obra se señaló además que:

En el Perú, el proceso de redistribución por influencia política ha sido facilitado por el hecho de que el poder ejecutivo es la primera fuente normativa de la nación…Así el poder ejecutivo se ha convertido en el canal principal para la competencia por las rentas. Una vez elegido o establecido, no existe manera efectiva de fiscalizar la producción del Derecho que realiza, ni los privilegios que por esa vía redistribuye. 

Yo me pregunto añadí. ¿acaso no es antieconómico incorporar más personal para que produzcan lo mismo? También pienso. ¿no sería mejor, primero quitarle las facultades legislativas al Poder Ejecutivo y luego retornar a la bicameralidad? Lucas señaló. Tienes demasiados cuestionamientos para esta propuesta que naturalmente tiene un trasfondo distinto al que piensas. Ignorando lo último que había dicho, añadí. Lo peor de todo es que en dicha obra se dijo también:

El resultado es que la mayor parte de las decisiones se adoptan con prescindencia de la consulta democrática y el agravante es que en su gran mayoría dichas decisiones constituyen resoluciones especificas que casi nunca se publican y, por lo tanto, son todavía menos fiscalizables.

Yo podría agregar dijo Lucas. Que aún a pesar de que se publicasen, serían demasiadas que no podrían fiscalizarse. Yo señalé. Que triste y bochornoso. Los políticos y gobernantes son unos inmorales. Lucas precisó. No olvides que no es culpa de ellos, sino más bien de los incentivos que los rodean. Complementé. Es cierto.

VII. ¿A quién beneficia el retorno a la bicameralidad?

Dijiste que esta ley que está promoviendo Cavero responde a un trasfondo distinto. Puedo interpretar entre líneas que te refieres a un sector o grupo de presión que está detrás de la formulación e implementación de esta ley. Lucas dijo algo incómodo. Especulas. No especulo contesté. Luego señalé. Parafraseando a William Chambliss y Robert Seidman es importante recordar que:

Las convenciones sociales no son un asunto moral, son una cuestión política. Ninguna acción o conjunto de acciones puede definirse como inherentemente importante para la comunidad. En realidad, hay un infinito número y variedad de actos que pueden ser tratados o no como esenciales. Decidir que actos son estos dependerá del interés que las personas con suficiente poder político e influencia tengan para hacer prevalecer sus puntos de vista. Una vez establecidos los que se consideran fundamentales, la manera de elaborar las leyes será un reflejo del poder político de los grupos afectados.

Lucas Ghersi añadió. Entiendo que estás tratando de decir que, la ley que promueve retornar a la bicameralidad tiene un claro sesgo político y seguramente favorece a algún grupo de interés. Yo asentí con la cabeza y precisé. Con esta ley, lo único que se evidencia es que los grupos de interés actualmente relegados, serán tomados en cuenta, de tal manera que podrán imponer su voluntad. Soslayando una vez más la voluntad de la mayoría.

Pienso que esta propuesta nos aleja aún más del ideal de la igualdad ante la ley. Ya lo advertía Bastiat, la ley está pervertida. Y claro que lo está, pues no cumple su verdadera función. La cual como advertía aquel liberal francés debería ceñirse tan solo a brindar seguridad, es decir proteger la propiedad, la libertad y la vida.

Sin embargo, tú y Cavero continúan intentando seguir pervirtiéndola, usándola para fines políticos, enardeciendo así, aún más las pasiones políticas, y, por si fuera poco, generando mucha más corrupción.

VIII. Conclusión

Lucas Ghersi enfurecido dijo. Sabes que comportarte de esa forma lo único que puede hacer es relegarte de la vida política. Yo añadí. Decía José Ingenieros que la impopularidad es el privilegio de todas las verdades. Decía Nietzsche, lo único que siempre se ha prohibido por principio ha sido la verdad. Y se ha prohibido la verdad porque se teme y mucho a la verdad. Lucas cortó el teléfono y nunca más me volvió a llamar.

IX.Bibliografía

Benson, B. L. (1990). Justicia sin estado. Editorial: A. D. Krieger Publishing Company.

Spencer, H. (1884). El hombre contra el estado. Editorial: D. Appleton and Company.

De Soto, H. (1986). El otro sendero. Editorial: Instituto Libertad y Democracia.

Menger, C. (1871). Principios de economía política. Editorial: Wilhelm Braumüller.

Chambliss, W. J., & Seidman, R. (1982). Law, Order, and Power: An Inquiry into the Causes of War and Peace. Editorial: Addison-Wesley Publishing Company.

Bastiat, F. (1850). La Ley.

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El autor del presente artículo es abogado por la Universidad Privada Alas Peruanas. Magíster en Gobierno y Gestión Pública por la Universidad Privada San Martín de Porres. Autor del Libro titulado Desalojo en la función notarial. Ontología jurídica para la proyección de leyes y normas. Autor de los artículos titulados “La importancia de la filosofía en el derecho, el sistema de justicia y en la propiedad privada” y “La filosofía objetivista, su entendimiento y aplicación en el derecho contemporáneo”.