Sumario: 1. Un libertario en trance, 2. Los derechos humanos como derrotero musical, 3. El derecho a la democracia viene con música, 4. Réquiem Charly, felices primeros 70 años.
1. Un libertario en trance
Carlos Alberto García, más conocido como Charly García, nació en Buenos Aires un 23 de octubre de 1951, es decir, hace 70 años.
Su prolija carrera, excéntrica y contestataria, nunca dejó de constituirse a lo largo de toda su trayectoria con un vértice humanista. Vivió en una época copada por el autoritarismo y tuvo que sobrevivir con su espíritu libertario a las dictaduras de Onganía (1966-1973) y Videla (1976-1983) .
Charly fundó Sui Generis con Nito Mestre. Allí, un tímido muchacho expuso lo que sería el devenir de su música: el humanismo. Desde “Canción para mi muerte” cuando dice: “Te suplico que me avises si me vienes a buscar/ no es porque te tenga miedo/ solo me quiero arreglar”, se puede advertir esa noción de estar en paz ante el peor de los desenlaces.
Luego vendría Serú Girán, mítica banda bonaerense compuesta con David Lebón y Pedro Aznar. El trío logró tal fama que sus miembros eran llamados los “Beatles latinos”. Es con esta banda que se da a conocer un tema escrito por Charly cuando tenía tan solo 17 años, que sin duda resume su visión del amor y la libertad en tiempos de represión: “Nena” (rebautizada como “Eiti leda”).
“Nena” no solo es una obra acaso comparable con “Bohemian Rhapsody” de Queen, sino también una oda a la libertad:
Quiero verte desnuda el día que desfilen los cuervos que han sido salvados nena, sola en una autopista, que tenga infinitos carteles que no digan nada, y realmente quiero que te rías y que digas que es un juego nomás o me mates este mediodía, nena.
Ni qué decir de “Seminare”, una de las mejores canciones del rock en español dedicada al amor eterno, ese que no acaba con una simple separación, tampoco con la huida de una ardilla a su covacha: “Te doy Dios, quieres más. ¿Es que nunca comprenderás a un pobre pibe?”
A partir de 1982, Charly desarrollaría una inigualable carrera como solista. Sus obras son extraordinarias, y escapa el papel para poder comentarlas todas, pero qué duda cabe que en todo este tiempo su vida, sus canciones y sus conciertos no son sino la cúspide que los liberales del siglo XVIII buscaron con la revolución francesa, la libertad, y él, un libertario en trance.
2. Los derechos humanos como derrotero musical
Pérez Luño (1994:48) explica que los derechos humanos aparecen como un conjunto de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional.
En ese sentido, los derechos humanos tienen, como contenido esencial, los valores libertarios que al ser dialécticos van reformulándose de manera tuitiva en cada proceso social.
Peces Barba (1999:21) abundaría señalando que la comprensión adecuada de los derechos es no sólo una tarea teórica, sino de un gran alcance práctico. En este norte, el arte a través de la poesía, las novelas, y cómo no, la música tienen un espacio ideal para refrescar el pensamiento y difundir armoniosamente el sentir humano.
Charly ha construido un mundo de derechos con armonía musical. Y en perspectiva constitucional, el que esto escribe considera que ha aportado en el fortalecimiento de los derechos, sobre todo, en aquéllos ligados a la libertad.
Desde su propio lenguaje, “Say no more”, “Seminare”, “Eti leda”, “Chipi chipi”, es como diría Mara Favoretto (2014), un uso de lenguaje para subvertirlo, en aquellos tiempos donde no se podía decir lo que uno piensa.
Y eso es precisamente la libertad. Pese a los círculos en los que el autoritarismo siempre pretende encerrar al pensamiento, nos debe corresponder abrir, como Charly siempre hizo, ventanas para reivindicar los derechos humanos: “Por eso llegará el día en que estemos juntos, haciendo todo, a pesar del mundo paralizando la tierra, el día que apagaron la luz”.
3. El derecho a la democracia viene con música
Han pasado décadas para que el mundo, y en especial Iberoamérica, comprendan la importancia de la democracia como derecho. La Carta Democrática Interamericana, aprobada en 2001, asevera Aguilar (2012), es interpretación auténtica de la Carta de la OEA y de la propia Convención Americana, que no podía menos que disponer en su primer artículo que “los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”.
Se trata de una aspiración que día a día nos comprometemos como ciudadanos a construir. Pese a que nuestras sociedades vienen impregnadas del autoritarismo histórico, materializado por golpes de estado recurrentes, han sido las diversas expresiones populares desde diferentes espacios los que no han cesado en imponer los valores democráticos (libertad, igualdad, bienestar).
Es una permanente lucha, inacabada, compleja, lenta. Allí el aporte de Charly desde la música no puede más que ponerse de relieve. “Cerca de la Revolución”, compuesta por el genio loco al final de la dictadura de Videla, no es sino un mensaje hacia el futuro para advertirle al pueblo lo importante que constituye la libertad: “Y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después”. Cabe también aquí citar las canciones “Demoliendo hoteles”, “Nos siguen pegando abajo”, “Estoy verde”, entre otros poemas urbanos cantados.
Pero Charly también desarrolló una profunda reflexión sobre otros derechos, quizás sin saberlo, aunque la locura que mantiene y que como confesión de invierno asumo que lo sabe. “Promesas sobre el bidet” y “Raros peinados nuevos” no son sino teoremas sobre la felicidad y la salud mental, la esperanza por un mañana mejor aunque los golpes retumben inclusive el corazón, como cuando en “Chipi chipi” nos ofrece “una canción sin amor, sin dolor, la canción sin fin”.
Es el mago tan libre que incluso en el manicomio lo siguió siendo. “Deberías saber por qué”, compuesta tras su internamiento en un centro psiquiátrico, es sin duda una expresión casi a gritos de la necesidad de sentirse humano y de compartir la vida con verdaderos humanos: “Che, si te pones la camiseta deberías saber por qué”. Humanos no solo de carne y hueso, sino de alma y aliento, como cuando con ironía se burla de la tecnología en “la máquina de ser feliz”: “La tiene el Papa, la tengo yo”.
4. Réquiem Charly, felices primeros 70 años
En sus 70, Charly ya es inmortal. Recorrer toda su obra no alcanzaría ni el papel ni la tinta, ni esta noche cual Bryce en la que ando reo de nocturnidad. Pero el café caliente, la voz ronca del alquimista animan una nueva mañana hoy que es su cumple número setenta, comprometidos con su guitarra, Hilda en los coros, Fito en el piano, Calamaro en la mejor versión del Piano Bar, el constitucionalista en los teclados (pero de la Mac), alzamos las voces por la libertad, la democracia y los derechos. Porque, desde donde nos encontremos, que no se dude que estamos buscando “un símbolo de paz”.