La crucial diferencia entre el plan o proyecto de investigación y la tesis en sí misma trae un efecto importante en el contenido de ésta última. El sumario, índice o contenido no puede ser de naturaleza metodológica, sino de carácter sustantivo.
Es harto frecuente que las tesis como el capítulo primero se limiten a una exposición o descripción del marco teórico o metodológico; el segundo capítulo se suele centrar en consideraciones metodológicas también y el tercer capítulo del mismo modo.
Advertirán ustedes que se incurre en el mismo yerro: confundir el plan con la tesis. No puede justificarse que tres capítulos (a veces hasta cuatro) se ocupen enteramente de cuestiones metodológicas: problemas, hipótesis, variables, indicadores, técnicas de recopilación empleadas, esquemas, muestras, etc. Estamos ante un criterio o postura hipermetodológica que menoscaba el contenido de la tesis.
¿Cómo evitar caer en la tentación de confundir el contenido del plan con el contenido de la tesis? Esto cuenta también para los mal llamados «informes finales» que no deben ser otra cosa que la tesis concluida. Es preciso comprender que el contenido de la tesis descansa en consideraciones no metodológicas, sino de contenido, que tienen que ver con la naturaleza misma de la tesis. Si es una tesis de Derecho constitucional, el contenido no será metodológico, sino concierniente a la disciplina en cuestión. Lo propio si es de Derecho civil, procesal, comercial, penal, etc., El índice, sumario o contenido deben ser jurídicos no metodológicos.
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¿Dónde irán entonces las cuestiones metodológicas de la tesis? En la introducción, verdadero cajón de sastre de la tesis. Eventualmente, podría emplearse el capítulo primero si el marco teórico lo amerita, pero de ningún modo, dedicar dos, tres y hasta cuatro capítulos para consideraciones de forma, antes que de fondo. ¿Cómo se llegó a ese punto? Mi hipótesis: se trata de una coartada para cubrir con metodología la carencia teórica o doctrina de la tesis, la falta de información, una forma de dorar y edulcorar la superficialidad o hasta la mediocridad.
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