El presidente uruguayo Tabaré Vázquez tiene 78 años y es oncólogo. Según cuentan sus biógrafos, decidió estudiar esta especialidad luego de que sus padres y uno de sus hermanos fallecieran victimas del cáncer. Ese trauma lo convirtió en un obsesionado médico avocado a tratar pacientes con esta enfermedad.
Estudió en la universidad pública más grande de Uruguay, la Universidad de la República, la que en 1973 fue intervenida por las fuerzas militares. Por esos años, el principal detractor de aquella dictadura fue el médico Pablo Carlevaro, quien era decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y colega del médico e insipiente político, Tabaré Vázquez. “la Universidad fue intervenida por cumplir estrictamente con su deber”, refirió el veterano médico Carlevaro, cuarenta y cinco años después. Por esos años, Tabaré Vázquez fue testigo de la más cruenta dictadura de la historia de Uruguay, según los historiadores uruguayos.
En 2005, Tabaré Vázquez se convirtió en el primer presidente de izquierda en la historia de Uruguay y puso fin a más de 100 años de dominio exclusivo de gobiernos conservadores. Encontró en la política un nuevo mecanismo de transformación social y se aventuró a explorarla. A los 65 años, el “médico del pueblo”, como lo conocían en las calles uruguayas, pasó a ser el Jefe de Estado del territorio uruguayo, sucediendo al popular expresidente José Mujica, quien a su salida del poder, volvió a entregarle la posta a Tabaré Vázquez, nuevamente elegido como presidente uruguayo, en un periodo que, a la fecha, se prolonga hasta el 2020.
En 2015, Tabaré Vázquez, enfundado en un traje negro azabache y una corbata celeste, celebró frente a un mar de gente su virtual triunfo como presidente de Uruguay. Durante su discurso, Tabaré Vazquez dijo que su antecesor, Pepe Mujica, fue “un punto de referencia de primer orden” y que seguirá aplicando las políticas sociales que han cambiado al país en los últimos 10 años.
Las relaciones del gobierno uruguayo y el Perú siempre han sido buenas. A inicios de este año, el presidente uruguayo Tabaré Vázquez visitó Lima y firmó un acuerdo regional de lucha contra la corrupción. “Compromiso de Lima“, así titulaba el acuerdo. Uno de los puntos de ese compromiso precisaba: “Medidas contra el cohecho y soborno internacional”, ese item parece haber vaticinado la coyuntura internacional sobre el caso Odebrecht, que al día de hoy involucra a los últimos cinco expresidentes del Perú, incluyendo al exmandatario Alan García Pérez, quien le ha solicitado asilo político al gobierno de Uruguay.
Desde el sábado, a horas de la noche, Tabaré Vázquez tiene sobre su despacho el pedido de asilo político del expresidente peruano, Alan García Pérez, que arguye ser victima de una persecución política que el actual presidente del Perú, Martín Vizcarra a negado tajantemente.
Alan García Pérez solicitó su asilo político, pese a haber prometido que se allanaría y que colaboraría con la justicia peruana. Durante la tarde del domingo 18 se instaló en una de las habitaciones del segundo piso de la embajada de Uruguay, desde donde se asomó para observar la turba de ciudadanos indignados que pedían “no huya de la justicia“. Un periodista lo captó, escondido tras una cortina, mirando de soslayo la explanada de la embajada uruguaya. El líder aprista abrió lentamente una de las cortinas para observar lo que ocurría en los exteriores del recinto y se enfrentó al agudo lente de una cámara fotográfica. Primera plana del día siguiente: “García huye de la justicia“, sobre el marco de la foto.
Solo la firma del presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, decidirá el futuro del expresidente peruano, Alan García Pérez, quien con esta solicitud busca evadir las futuras investigaciones dirigidas por el fiscal anticorrupción, José Domingo Pérez, que el pasado 17 de noviembre le envió un mensaje a todo el Perú:
“Ahora sí se va a investigar como corresponde a Alan García por recibir dinero de Odebrecht“, espetó el fiscal que hasta la fecha ha conseguido poner tras las rejas a todos sus investigados, sustentando ‘prisión preventiva’ en todos los casos vinculados a la empresa Odebrecht.
Solo con el investigado Jorge Yoshiyama, desistió de solicitar prisión preventiva, pues este se acogió a la confesión sincera y admitió su participación activa en el presunto hecho delictuoso. Domingo Pérez pidió se le aplique comparecencia restringida, impedimento de salida del país y la prohibición expresa de comunicarse con los otros investigados.
Ese mismo día, 17 de noviembre, Alan García Pérez, fue impedido de salir del país por el juez Juan Carlos Sánchez Balbuena, quien decretó impedimento de salida para el exmandatario. “Nos allanamos para que nadie piense que ocultamos algo. Y para mí no es una sanción estar 18 meses en mi patria y apoyar al aprismo“, escribió el exmandatario en su cuenta de Twitter; pero en menos de 24 horas, Alan García Pérez, faltando a su palabra, se dirigió a la embajada de Uruguay y le remitió una carta al presidente uruguayo para asilarse. Ante la maniobra política de Alan García, el mismo presidente del Perú, Martín Vizcarra Cornejo, se vio obligado a llamar al presidente uruguayo Tabaré Vázquez, para explicarle la situación que atraviesa el Perú.
En diálogo con su homólogo, el presidente del Perú le recordó a Tabaré que durante su visita a la VII Cumbre de las Américas desarrollada en Lima, fue él mismo quien empuñó su pluma para firmar el “Compromiso de Lima” contra la corrupción.
Tabaré Vázquez deberá decidir. ¿Empuñará su pluma para otorgarle asilo político pese al compromiso que firmó durante la VII Cumbre de las Américas?. Lo cierto es que el presidente del Perú le remitirá información sobre Alan García a Tabaré Vázquez, para que evalúe con objetividad su decisión final.