El 30 de agosto de cada año, los efectivos de la Policía Nacional en todo el Perú se visten de gala para homenajear a una figura que se ha vuelto su protectora. Su ángel de la guarda en tiempos de crimen y de covid.
¿Hay una historia detrás de este pacto entre los agentes que velan por el orden y la santa limeña? ¿Hay algún factor jurídico detrás de la canonización de Isabel Flores de Oliva? Veamos.
Los milagros de Isabel
Es necesario comenzar desde lo básico.
Isabel Flores de Oliva nació en Lima en 1586 y desde muy joven fue protagonista de una fe que divide a los creyentes. Para algunos es el ejemplo de lo que debe ser el amor por Dios y otros la entienden como un extremo que no es saludable.
Más de 400 biografías se han escrito sobre Isabel y todas coinciden en la complejidad de sus manifestaciones divinas. Visiones que involucraban a Dios y dolorosas manifestaciones físicas la llevaban a castigarse con una ferocidad que algunos especialistas consideran como señales de un trastorno psicológico.
Sin embargo, otros expertos en la salud mental también reconocen que es irresponsable seguir la tendencia de diagnosticar a alguien a través de siglos de distancia. Por lo que la fe se abre paso.
Entre los milagros que se le acreditan está la curación de enfermos usando la imagen de Cristo, la conversación con los animales de granja y la protección de Lima contra las fuerzas del corsario holandés Joris Spitberg que, en pleno ataque, se retiró “sin explicación”.
Los lectores de LP Pasión por el derecho encontrarán interesante este acto de piratearía interrumpida a través de rezos, ya que estamos ante uno de los delitos más comunes de la época.
Los más entusiastas dicen que la oración de la santa salvó a la ciudad de un ataque propiciado por Holanda. Aunque los más incrédulos sostienen que la huida del marino obedeció a una falta de hombres para responder al bombardeo chalaco.
Otro “milagro” de la Rosa de Lima fue su matrimonio místico con Jesús, ya que ella afirmaba que el propio Cristo la había pedido como su esposa. Estos hechos fueron importantes para determinar su rol como patrona de tantos países y tantas instituciones como la Policía Nacional.
La relación con la PNP
Quisiera decir que la historia detrás de la adopción de Santa Rosa por la institución policial es interesante o que oculta algún misterio… pero no. La verdad es que el relato detrás es bastante convencional.
Desde 1989, Santa Rosa de Lima es considerada como la patrona de la Policía Nacional del Perú. Eso se oficializó el 18 de septiembre de ese año a través del Decreto Supremo 27-89, publicado en el diario oficial El Peruano.
La justificación para esta propuesta fue que Santa Rosa de Lima “es el símbolo y reflejo de la conducta moral que pretenden seguir sus efectivos”. Esto debido a las excelentes virtudes que la santa profesaba.
Esto se cristalizó en 1995, cuando la imagen de Santa Rosa de Lima fue condecorada con la Orden al Mérito de la PNP y la Banda Honorífica como Generala de la Policía Nacional. Esto la solidificó como la patrona de la institución.
En el mundo antes del covid, la institución le rendía homenaje con una misa y un recorrido procesal en su honor. Esto se tuvo que paralizar el año pasado y se está adaptando todo a lo que se conoce como la nueva normalidad.
Como un dato curioso, podemos subrayar que la Policía paraguaya la adoptó como su patrona antes que los peruanos la tomaran como símbolo de protección. Esto sucedió en los cincuentas, para sorpresa de los nacionales que veían que una santa hecha en Perú era más apreciada fuera de las fronteras.
Un abogado detrás de la canonización
El proceso de canonización de Santa Rosa requirió de una investigación bastante exhaustiva por parte de la Iglesia. Eso a pesar de que muchas voces, amantes de las teorías antisistema, aseguran que la Iglesia facilitó el camino con fines estratégicos. Ellos defienden que el fin era darle un motivo de alegría a los locales en una época de rebeliones.
Sin embargo, es imposible ignorar a los 210 testigos que fueron llamados a declarar sobre las virtudes y prodigios de Isabel. Una lista que ha sido rescatada entre los archivos del Arzobispado.
Los seleccionados declaraban ante un juez, que en este caso fue el doctor Baltasar de Padilla, canónigo penitenciario de la Iglesia Metropolitana de Lima. De la extensa lista de preguntas, que buscaba retratar la naturaleza de la hoy santa, la más importante era la 29. Esa era la más enfocada en los aspectos sobrenaturales de la investigada.
Y si bien la gran mayoría de testigos eran otras monjas cercanas a Santa Rosa, hay un nombre que destaca. Cipriano de Medina, un abogado y teólogo muy respetado en la ciudad.
Los libros de historia lo rescatan como el dueño de una de las bibliotecas más grandes de ese momento, con contenido único en el ámbito jurídico y humanista. Los documentos de la Iglesia que registran su participación en las entrevistan lo presentan como “abogado de la Real Audiencia de 64 años”.
Se hizo conocido también por ser abogado de presos del Tribunal del Santo Oficio, abogado de los indígenas y asesor del Cabildo de Lima. Entre sus logros académicos están las dos veces que ejerció como rector de la Universidad de San Marcos.
Esta es, sin duda, una nueva mirada a la historia de Santa Rosa que muchos abogados de LP valorarán.