El juez supremo titular César San Martín Castro se despidió del servicio activo del Poder Judicial tras cinco décadas de trayectoria, en una ceremonia oficial realizada el lunes 29 de diciembre. En su mensaje final, afirmó que, pese a los errores cometidos, la historia reconocerá que se dedicó a la justicia con absoluta «buena fe y compromiso con la legalidad».
Durante la ceremonia de despedida y reconocimiento, San Martín expresó su agradecimiento a las autoridades judiciales, magistrados, exfuncionarios y familiares presentes. Mencionó:
No puedo más que decir al final de mi camino judicial: gracias por todo. Gracias por la oportunidad que el país me dio para impartir justicia; gracias por los retos y encrucijadas que me planteó el servicio; gracias por la tolerancia ante mis errores e impaciencias y gracias por permitirme desarrollar mis capacidades para servir al país.
El magistrado recordó que inició su carrera judicial en 1975, cuando tenía 17 años y aún era estudiante de Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Detalló su recorrido por distintos cargos, desde meritorio y relator, hasta juez instructor, vocal superior y, finalmente, juez supremo desde el año 2004. Asimismo, explicó que entre 1992 y 2004 se alejó del Poder Judicial tras la interrupción del orden constitucional, retornando posteriormente por concurso público.
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En su discurso, San Martín hizo un repaso de los principales episodios históricos que presenció desde la judicatura, como el terrorismo, el narcotráfico, el autogolpe de 1992, la justicia transicional, el surgimiento de la criminalidad organizada, los casos de corrupción, Lava Jato y Cuellos Blancos del Puerto, así como la crisis de seguridad ciudadana y el debilitamiento institucional. «He sido testigo del rol de la justicia en momentos decisivos de la historia reciente del país», sostuvo.
También enfatizó la importancia de la independencia judicial y del respeto al orden constitucional y al derecho internacional. «Los jueces deben estar unidos y fortalecerse sobre la base del imperio de la ley, de la Constitución y del derecho internacional. El Perú no es una isla», afirmó, al advertir sobre los riesgos que enfrentan la democracia y la separación de poderes.
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En el cierre de su intervención, San Martín reconoció la tristeza por su alejamiento del cargo, pero reafirmó su vocación. Finalmente, expresó:
Me invade la tristeza por mi alejamiento, pero me dediqué enteramente a la justicia. Será la historia la que juzgué si lo que hice tuvo algún mérito, pero estoy seguro de que más allá de mis errores, se reconocerá que me dediqué con absoluta buena fe y compromiso con la legalidad. Queridas juezas, jueces y servidores judiciales: sirvan con amor y dedicación a la justicia, den todo su esfuerzo de inteligencia para que la justicia llegue a todas y a todos. Luchen por el derecho y la democracia.
