Sarita Colonia murió sin imaginar que se volvería un icono de la cultura popular, de esos que la gente estampa en camisetas de algodón de cuestionable calidad y se venden al por mayor. Ha trascendido la connotación religiosa de las oraciones para volverse un símbolo del pueblo que aparece en canciones chicha y tatuajes que disimulan cicatrices.
Alrededor suyo existe una mitología que se alimenta del rumor y el entredicho. A pesar de que todavía sobreviven familiares suyos que mantienen la certeza de hechos importantes en su vida.
Y es que la devoción y el cariño por Sarita se formó de esa forma. Entre el dato sin confirmar, las calles más bravas de la ciudad y el desinterés de una iglesia que no aprueba la canonización de esta joven peruana. Un relato que comenzó el 1 de marzo de 1914, el día que nació Sara Colonia Zambrano
Legado en vida
La santa del pueblo nació en Huaraz, pero se mudó a Lima a los 12 años. La leyenda la describe como una muchacha con vocación de monja, con una amabilidad que abarcaba a la gente más necesitada y hasta a los animales de la calle que rescataba.
Al poco tiempo de llegar a la capital, sus sueños empezaron a desmoronarse. Su madre murió de una bronquitis y le cedió el rol de jefa familiar, por lo que los vecinos empezaron a llamarla «madrecita». Por este papel, tuvo que dejar a un lado su educación en el colegio Santa Teresa del Callao.
Al abandonar las aulas fortaleció la educación religiosa que pudo recibir y soñaba con formar parte de la iglesia. Sin embargo, se vio obligada a alternar otras profesiones para llevar el pan a la mesa de sus hermanos.
De esa forma, trabajó como empleada doméstica, lavandera y vendedora de frutas. Esos papeles los desempeñó, vale decir, con una humanidad que le permitió dejar una huella en empleadores y clientes.
Su vida se apagó apenas a los 26 años. Aquí es donde el mito se vuelve más rico en versiones y fantasías. Durante muchos años, la historia oficial fue que Sarita murió por lo que conocemos como paludismo o malaria.
Muerte y milagros
Pero en los últimos años la historia ha cambiado. Arturo Colonia, sobrino directo de la venerable huaracina, confirmó que la muerte se habría producido por un exceso de purgantes que dañaron sus órganos.
Otro relato conocido sobre el fallecimiento afirma que Sarita se lanzó al mar escapando de dos violadores, pero esto ha sido desmentido en múltiples ocasiones. Obedece más a un ánimo de sus seguidores por llenar aun más de desgracia la ya trágica vida de la joven.
Su último recinto también es producto de habladurías que se han sumado al mito. Muchos dicen que ella descansa en una fosa común debido a los bajos recursos de su familia, pero la verdad es que ella tuvo un espacio especial para ella en el Cementerio Baquíjano y Carrillo del Callao.
La verdad es que este pequeño nicho no era muy bonito y no estaba ubicado en un lugar accesible de este campo santo. Pero eso no impidió que empezara a recibir visitas de sus conocidos que reconocían en ella las virtudes de una santa.
Lo siguiente sucedió rápido. La gente pasó de admirarla a rezar frente a sus restos y el registro de sus milagros empezó a crecer. Y el crecimiento hizo que el fenómeno Colonia fuera más allá del barrio.
A la fecha, se habla de más de 900 milagros concedidos por la figura religiosa. Algo importante dentro de su obra santa es que se le atribuye constantemente el haber ayudado a conseguir trabajo o dar una segunda oportunidad. Aquí es necesario especificar que sus principales creyentes son lo que algunos etiquetan (con poca sensibilidad) como gente «marginal».
Santa del lumpen
Los migrantes fueron los primeros en adoptar a Sarita Colonia al ser ella también una persona que buscó establecerse lejos de casa. En paralelo, las personas de bajos recursos también reclamaron su imagen al ser ella una luchadora de esa escala social. O en términos más sencillos, al ser una vecina del barrio.
¿En qué momento, entonces, los más rankeados delincuentes decidieron tatuarse en el pecho el rostro de una joven que quiso ser una novicia? Los sociólogos se han roto la cabeza intentando descifrar este misterio, pero ha sido un rockero del pueblo el que más cerca está de resolver el enigma.
Hernán Condori, conocido por los amigos como Cachucha, teoriza al respecto. Él cree que la mayoría de santos y santas transmiten una sensación de que te van a «agarrar a bibliazos» por tus pecados. Hay una culpa y una vergüenza que todo criminal comparte, hasta el que jura ser el más avezado de la cuadra.
Pero la Sarita no te resondra, la Sarita entiende que la vida te puso en un mal camino. Para el vocalista de Los Mojarras, ella es una amiga del barrio que te puede dar la mano y que todavía tiene fe en ti a pesar de tus errores. Eso lo llevó a cantar lo que se ha vuelto un himno oficial para esta heroína del pueblo.
Más allá de eso, no hay un momento exacto en el que se precise la conexión entre el lumpen y la Sarita. Pero la unión ha sido exitosa y se ha amoldado sin problema con los otros públicos que ya rendían culto a esta joven.
Esta fe los ha llevado a abrazar a la señorita Colonia de todas las maneras posibles. Le dedican una oración antes de cometer un delito, la llevan en la piel como señal de respeto, le rezan para que exista un mañana. Pero, sobre todo, usan su nombre como un código de verdad absoluta al sellar un compromiso «Por la Sarita».
En su cumpleaños, te preguntamos: ¿conoces o compartes la devoción por Sarita Colonia?