Pertinaz lector de Santiago Roncagliolo y Julio Cotler, el magistrado que resolvió el hábeas corpus a favor del suboficial Elvis Miranda, dice haberse hecho juez por su férrea afición por la lectura, hábito que le fue instruido por sus padres.
Con apenas 17 años, Ever Bello Merlo ingresó a la carrera de derecho en la Universidad Peruana de Los Andes (UPLA), la primera universidad privada del Perú. A tan temprana edad comenzó a leer innumerables textos jurídicos que lo fueron curtiendo hasta convertirse en juez. Tras el auricular se toma su tiempo para responder: «Si no hubiese sido abogado, sería docente de historia», me dice y ríe.
Ever Bello Merlo ostenta una Maestría en Derecho Penal y Derecho Procesal Penal en la Universidad Continental de Huancayo que sustentó hacia el año 2014. También tiene un máster en la Universidad de Castilla-La Mancha en Derecho de la Contratación Pública.
El juez Ever Bello fue admitido el año pasado para cursar el máster universitario Magistratura contemporánea: la justicia en el siglo XXI, organizado por la Academia de la Magistratura con la Universidad de Jaén (España).
Tiene 39 años de edad y más de diez de carrera judicial. Cada mes de marzo, alista sus mejores trajes y enfundado en un ampuloso sombrero, recorre las calles de su natal Huancayo al ritmo de la danza típica de su región: el huaylarsh. «Yo bailo», me dice. «Todos los años bailo huaylarsh en el mes de marzo durante el carnaval».
Se declara admirador del doctor Javier Villa Stein. Según cuenta, lo admira por la valentía que demostró en su gestión como presidente del Poder Judicial. «Para mí el mejor presidente del Poder Judicial fue Villa Stein», refiere tajantemente.
En sus ratos libres, el magistrado revisa los libros de Santiago Roncagliolo y Julio Cotler. «Las obras de Santiago Roncagliolo son muy interesantes y el libro de Pedro Suarez Vertiz es bastante conmovedor», asegura el letrado bastante entusiasmado. Le gusta nadar, dice que es el único deporte que practica.
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Su voz tras el auricular se oye firme cuando define las funciones de un juez: «El juez debe impartir justicia bajo parámetros razonables y racionales», señala. De inmediato adhiere una opinión sobre el sistema punitivo: «La prisión no debería existir, pero es un mal necesario», acota.
En ese sentido, también indica que la medida coercitiva de prisión preventiva vulnera dos derechos fundamentales: la presunción de inocencia y el derecho a la libertad. Es por eso que para él, la prisión preventiva es una medida excepcional, tal como lo explicó en la resolución que dispuso la libertad del suboficial Miranda.
Es magistrado desde el 2015. Un año después, en su condición de juez de investigación preparatoria, Ever Bello ordenó inhabilitar a un funcionario de la Municipalidad Provincial de Huancayo, Carlos Palomino Herrera, luego de que este confesara haber recibido una coima de 20 mil soles.
Un año más tarde, en 2017, llegó a su despacho un escabroso caso que puso a prueba su temple. Se trataba del asesino confeso Fernando Matos, quien secuestró, ultrajó y mató a una niña de ocho años de edad para luego arrojar su cuerpo en un riachuelo ubicado en el distrito de Izcuchaca (Huancavelica). Dictó prisión preventiva por 9 meses, posteriormente, fue sentenciado a cadena perpetua.
Cuando fue juez del Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria de la Corte de Justicia de Junín, declaró fundado un requerimiento de prisión preventiva dictado en contra de Rudy Omar Castro Soto por tentativa de feminicidio. El imputado también fue condenado a cadena perpetua.
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En ese mismo cargo, el juez Ever Bello dispuso el internamiento en el Penal de Huamancaca Chico, por el plazo de 9 meses, de Francis Estebin Rojas Capcha, inmerso en la presunta comisión del delito de feminicidio en agravio de una joven estudiante. El muchacho de apenas de 21 años confesó ser autor del crimen. Cadena perpetua nuevamente.
Tras el auricular, Ever Bello evoca sus tiempos de docente universitario, tuvo que dejar la enseñanza universitaria por su familia. «Las clases eran sábados y domingos, pero lo he dejado, por estar con mi familia», explica.
El destacado letrado toma la posta de la conversación y reflexiona: «Para cambiar el país se necesita educación. Mucha, mucha educación». Repite lo mismo un par de veces más, como quien se convence de haber hallado la fórmula para resolver los problemas de un país acuciante.
Con la misma firmeza con la que resolvió el hábeas corpus a favor de Elvis Miranda, exhorta a los jóvenes a seguir sus objetivos: «Persigan sus objetivos, jóvenes, sean muy perseverantes», concluye.