Gestión de conflictos laborales: análisis, aprendizajes y desafíos

Autor: Carlos Cadillo Ángeles, Socio de Miranda & Amado Abogados

En los últimos años, los conflictos laborales han dejado de ser eventos excepcionales para convertirse en manifestaciones cada vez más frecuentes dentro de las relaciones de trabajo. Así, por ejemplo, ello se evidencia en el incremento de las huelgas, que de acuerdo con al reporte del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, en el 2022 se declararon 41 huelgas; en el 2023, el número subió a 55; y entre enero y noviembre del 2024, se registraron 58 huelgas.

Algunas manifestaciones de los conflictos laborales entre empleadores, trabajadores o sindicatos pueden darse por denuncias ante la inspección laboral, demandas judiciales, cartas de imputación por hostilidad, reclamos directos contra el empleador y el ejercicio de derechos vinculados con la libertad sindical; lo cual debe tomarse en cuenta para conocer un poco de la perspectiva que tienen actualmente los trabajadores y los sindicatos.

Por ello es esencial que los empleadores revisen y verifiquen si vienen cumpliendo con la normativa laboral, busquen y cuenten con el respaldo legal en aquellos temas sensibles, elaboren planes de acción y realicen las medidas preventivas, según corresponda a la realidad específica de cada organización y de las relaciones laborales individuales y colectivas.

El conflicto forma parte inherente de las relaciones interpersonales, por lo que es natural que se manifieste en el ámbito laboral, ya sea en relaciones individuales o colectivas. Sus causas pueden ser múltiples, entre ellas: desconocimiento de los derechos laborales, fallas en la comunicación sobre remuneraciones o beneficios, respuestas inadecuadas ante solicitudes de los trabajadores, o discrepancias en la interpretación de la normativa vigente.

Para los empleadores, la gestión de los conflictos laborales varía según el momento en que estos son detectados. Cuando el conflicto ya se ha manifestado, los pasos clave son: recopilar información, analizar los puntos de desacuerdo y sus causas, diseñar una estrategia y definir una respuesta, que puede incluir negociación o defensa. En cambio, cuando los conflictos se identifican de forma anticipada o temprana, las acciones prioritarias incluyen: comprender la dinámica organizacional, seleccionar los mecanismos más eficaces para detectar señales de conflicto, involucrar a líderes y gestores, y desarrollar planes de mitigación y resolución.

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La práctica demuestra que muchos conflictos podrían evitarse con una comunicación clara y oportuna. Por ello, implementar canales confidenciales para consultas o denuncias, junto con reuniones regulares con los equipos de trabajo, puede ser determinante. Abordar un problema en su etapa inicial permite reducir significativamente los costos humanos, operativos y legales asociados a su escalamiento.

Por ello es importante analizar y monitorear la cantidad y el avance de los conflictos en cada empresa, evaluar su alcance y causas, y definir medidas específicas para su adecuada gestión. También es importante adoptar acciones preventivas y establecer indicadores que permitan medir la mejora en las relaciones laborales, como la reducción de la rotación de personal, la satisfacción en la relación con los líderes, la mejora en los indicadores de producción o la disminución de denuncias o demandas, entre otros.

Por último, algunas medidas clave para gestionar los conflictos laborales incluyen auditorías laborales, capacitaciones para líderes y personal, encuestas internas, análisis de los mecanismos actuales de solución de conflictos y la exploración de otras alternativas, adaptadas a las necesidades de cada empresa. Es fundamental contar con un plan de gestión específico para cada organización, que busque obtener resultados positivos para el empleador, el ambiente de trabajo y el fortalecimiento de las relaciones laborales.

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