Este breve opúsculo está dirigido a los alumnos de secundaria, en especial a los que se encuentran en los primeros años hacia adelante; esto como un criterio pedagógico, pero puede ser leído desde un niño hasta los que pasan el centenario de edad, que por cierto también pueden seguir sacándole el jugo a la curiosidad de contenidos que traen los libros.
El apremio de publicar este breve opúsculo con las viñetas recogidas como fruto de lo insondable de internet obedece a que, pese a la era de la virtualidad, donde la gente “se conecta” en los instrumentos que hoy ha creado y desarrollado la tecnología, los alumnos, en sus tempranas formaciones con el mundo de las lecturas, deben ser motivo de incentivo, pues nada más determinante en una sociedad del conocimiento y de la propia formación de toda persona que leer.
Y leer supone todo un proceso cognoscitivo que, a la larga, formará a la persona; y si ello ocurre desde los primeros años de las escuelas, realmente tendremos un capital humano que es el más valioso que puede tener un país, dado que ellos son la reserva poblacional que mantendrá el bienestar y el desarrollo de cada país; en especial los nuestros que seguimos con el epíteto de países del tercer mundo y que hoy observamos cómo es que países altamente desarrollados, con complejas tecnologías, siguen afirmando una capacidad de producción de bienes y servicios, y para ello el personal de cada empresa, industria, comercio, o de los servicios que brinda el Estado, cuenta precisamente con ese capital humano que debe ser materia de una política pública de formación e incentivos desde todos los ángulos, a fin de contar en nuestra patria con una juventud llena de ilusiones que empiezan a partir de lo que le brinda un libro.
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