Ubaldo Valdivia Gonzáles aparece en los artículos y notas periodísticas más extrañas que se pueden encontrar en internet.
La última vez que surgió en medios fue el año pasado, cuando denunció a Martín Vizcarra por presuntamente haber vulnerado el artículo 118 de la Constitución por reconocer a Juan Guaidó como máxima autoridad de Venezuela.
Pero antes de eso, el ciudadano ya contaba con historias muy extrañas en su haber. Relatos que parecen extraídos de la ciencia ficción más chapucera y serie B que se han visto en filmes de mala muerte.
Una resolución del 2007
El 30 de marzo del 2007, el Tribunal Constitucional emitió la Resolución 491-2007, un texto que respondía a un recurso de agravio constitucional interpuesto por el susodicho.
Un año antes, Ubaldo había interpuesto una demanda de hábeas corpus contra el embajador de los Estados Unidos de Norteamérica por «vulnerar sus derechos a la libertad individual, la integridad física, la vida, el cuerpo, la salud y el honor».
Según el demandante, desde 1990 fue agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés). Actualmente había desertado, motivo por el cual dicho organismo lo seguía de formas inusuales.
Por lo tanto, este exagente del recontraespionaje le solicitaba al Gobierno norteamericano una indemnización y que «se le rejuvenezca».
Además, solicitó que se le devuelva el «perfecto estado físico, atlético y robusto» que presentaba su anatomía antes de ser torturado con «armas satelitales electromagnéticas».
Ante tal reclamo, se pronunciaron los jueces Landa Arroyo, Gonzales Ojeda y Bardelli Lartirigoyen. Especificaron que no cualquier reclamo que alegue la presunta afectación del derecho a la libertad individual o derechos conexos puede dar lugar a la interposición de una demanda de hábeas corpus. Sobre todo, si no se encontraba evidencia alguna de semejantes afirmaciones. Por ello, la demanda se declaró improcedente.
El superagente Valdivia
Pasaron un par de años para que el involucrado contara su versión en un libro titulado Fui agente de la CIA en Estados Unidos. Pero aun así se negaba a conversar con medios de comunicación, al menos presencialmente.
Su argumento para eso era tan peculiar como toda su historia:
Si converso con ustedes, las ondas psicotrónicas y electromagnéticas que emite desde el espacio un satélite los manipulará hasta obligarlos a escribir mal su entrevista.
Sin embargo, ocasionalmente abrió su mente para el diálogo periodístico. Allí reveló que se había vuelto un experto en seguridad y defensa, pero contra su voluntad. En el cuartel general de la CIA, le instalaron un aparato que lo sometía y le brindaba sus habilidades.
Todo lo que vivió obedecía al plan MK Ultra, una de las teorías conspirativas más famosas en internet. Según los especialistas, la CIA se dedicó durante décadas a realizar pruebas y ensayos secretos e ilegales.
El objetivo no era otro que corromper y controlar la mente del humano. ¿Las herramientas? LSD, hipnosis, técnicas psiquiátricas, terapia electroconvulsiva, tortura y más.
Según Ubaldo, a raíz de este experimento fue obligado a atacar a «chicas rubias y de ojos azules, como las que me gustan a mí». Una descripción que encaja con el perfil de muchos asesinos en serie norteamericanos.
Y podríamos continuar con los delirios de este personaje, pero probablemente la mejor forma de concluir es citando la frase con la que solía finalizar sus eventuales conversaciones con la prensa.
Haz bonita tu nota, no querrás tener de enemigo a un exagente de la CIA.