El 2 de abril, como todos los años, se celebra el Día del Abogado. Y ciertamente es un día para reconocer el trabajo de varones y mujeres que ejercen la abogacía en defensa de los derechos de las personas, pero también es un momento para reflexionar sobre todo el camino que aún nos falta recorrer en la lucha por el derecho y la justicia. Y las abogadas, que día a día tienen que lidiar con la discriminación que sufren en el trabajo, lo saben perfectamente.
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Pues bien, para hacerle honor a este día y darle el sentido que realmente le corresponde, LP ha publicado el libro Trinidad María Enríquez. Una abogada en los Andes del jurista Carlos Ramos Núñez y el abogado Martín Baigorria Castillo. El libro puede ser adquirido en José Faustino Sánchez Carrión 615, oficina 405, Jesús María (a un costado del Metro de Pershing), de lunes a sábado en horario de 9 a. m. a 5 p. m.
¿De qué trata el libro?
Se trata de la conmovedora historia de una ilustre cusqueña que dedica buena parte de su vida a luchar por convertirse en la primera abogada del Perú, en una época en que la mujer estaba confinada a los quehaceres del hogar. El texto reconstruye los argumentos que usaron las autoridades para negarle el acceso al foro después de haber seguido los estudios de derecho:
Un aspecto singularmente llamativo en el tránsito hacia la emancipación femenina lo constituyó, en el Perú, el debate suscitado hacia 1890 en torno al ejercicio de la abogacía por las mujeres. La larga y dolorosa reclamación emprendida en 1878 por una ilustrada dama cusqueña, Trinidad María Enríquez, quien demandaba la autorización oficial para obtener el bachillerato, luego el título, y ejercer libremente la profesión forense, fue el acicate de esa discusión, que alcanzó a las más altas esferas políticas y jurisdiccionales. El caso de Trinidad María Enríquez despunta como un emblema negativo de razonamiento administrativo y judicial. Para impedirle la obtención del título, con el que hubiera podido convertirse en la primera abogada hispanoamericana, los operadores de la época no dudaron en recurrir al Derecho romano y a las Siete Partidas, en una manifiesta aplicación ultraactiva de la norma.
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Activista social, educadora, periodista y literata —en el sentido antiguo del término—, Trinidad María Enríquez (Cusco, 1846-1891) es una de las figuras más fascinantes del siglo XIX peruano. Fue no solamente la primera mujer que, en nuestro país y quizás en Hispanoamérica, decidió someterse a un examen de admisión universitario, sino, también, la primera aspirante a abogada surgida en estas latitudes. A la vez «frágil e intensa» a decir de sus contemporáneos, Trinidad María navegó a contracorriente de la visión patriarcal de la época y del centralismo capitalino, dos formas tenaces de prejuicio y de aislamiento. Su origen andino, la espectacular odisea que significó la obtención de su grado de bachiller en Jurisprudencia —aventura que se inicia en 1874 y que se extenderá hasta después de su fallecimiento en 1891— y su propia condición de mujer instruida y sensible enaltecen aún más la imagen del personaje.