La Conferencia Episcopal Peruana planteó la aplicación del indulto humanitario y la liberación temprana de presos como una medida para deshacinar las cárceles del país en momentos en que estos establecimientos corren peligro ante la pandemia del covid-19.
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A través de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), esta entidad indicó que la medida sería «una señal de esperanza» para una población carcelaria alarmada por el temor de contagiarse y no recibir atención.
«El indulto humanitario debería aplicarse a personas vulnerables como enfermos, ancianos, moribundos. Hay presos por delitos menores y se puede revisar darles libertad anticipada, por misericordia, compasión y por el peligro del coronavirus», dijo el presidente de CEAS, el obispo Jorge Izaguirre quien ha conversado de estos temas con el primer ministro, Vicente Zeballos, y el ministro de Justicia, Fernando Castañeda.
En sus declaraciones también precisó que esta prerrogativa presidencial no debe proceder para presos por delitos graves como corrupción, violación de derechos humanos, terrorismo, feminicidios, crimen organizado, narcotráfico o violación sexual. «No todos los presos son malos. Hay un buen porcentaje que aprendió la lección, que tiene deseos de cambio y pueden ser reinsertado a la sociedad»
También agregó que a la liberación anticipada de internos no se deben poner trabas como exigir el pago inmediato de la deuda alimentaria para que internos por esta omisión puedan salir de la cárcel. «Si no lo han podido hacer antes, menos lo van a poder hacer ahora en crisis. Debe buscarse el mecanismo de que se pague la deuda en el futuro».
La CEAS tiene equipos en 60 de los 68 establecimientos penitenciarios del país y todos los días reciben información de las condiciones en las que están los presos. «Ciertamente hay mucha desesperación, hay gran temor a esta pandemia, al contagio tanto del personal penitenciario como de los presos. Las grandes quejas están saliendo a la luz», dijo el obispo Izaguirre.
Finalmente, dijo que «esto es una bomba de tiempo y la mecha se va acortando si no se atiende el hacinamiento y las dificultades de salud que se pueden agravar con la pandemia. No queremos ser alarmistas, pero sí realistas […] Lo último que el Perú necesita son motines y caos en las cárceles. Se generaría un problema social muy grave que hay que evitar».