Todos están hablando sobre un caso de desaparición que derivó en el análisis de un embarazo desmentido por las fuentes oficiales. Lo que ha traído a la memoria un hecho que sorprendió a Latinoamérica hace décadas y llevó al mismísimo Gabriel García Márquez a reconocer que estaba ante una historia más grande que todas sus novelas.
Mientras se revela la verdad detrás de Gabriela Sevilla, revisemos el caso conocido como Barriga de trapo.
Colombia, 1997
Liliana Cáceres era una adolescente de 16 años que vivía en el barrio de Nueva Colombia de Barranquilla. Como toda persona de esa edad, vivía con los típicos dilemas románticos que se veían traducidos en una extraña relación con Alejandro Ferrans.
Él era un vecino del barrio con el que tuvo ocasionales relaciones sexuales, sin consolidar una relación estable. Todo empeoró cuando Ferrans empezó a salir con una de las mejores amigas de la protagonista de esta historia, motivando una singular venganza.
Llena de celos y fastidio, Cáceres decidió fingir un embarazo para retener al muchacho de sus sueños. Empezó a comer de manera desaforada, a tomar jugos para que se le inflara la barriga y a consultar los sintomas del embarazo para replicarlos cuando hubiesen testigos. Un cálculo de pelicula para una historia que recién estaba tomando forma.
Cuando hizo público su embarazo ante sus seres queridos, nadie cuestionó la noticia. Durante los primeros meses insistió ir sola a sus chequeos médicos, que no existian, y no permitía contacto físico con un vientre que no había crecido de forma exagerada.
Sin embargo, sabía que durante los siguientes meses debía mostrar un crecimiento. Usando ropa holgada que rellenaba con trapos, en público mostraba una panza que parecía deforme e invitaba a pensar en un embarazo múltiple porque en esos días la noticia de una estadounidense que dio a luz a seis bebés le dio la vuelta al mundo.
Inspirada en el relato Kenny McCaughey, Liliana decidió que el suyo también sería una gestación múltiple. Esto fue un accidente porque ella misma confesaría que no contaba con espejos y se había excedido con el relleno de barriga.
Un embarazo singular
Con el pasar de los meses, el plan original de Cáceres no resultó porque vivió su embarazado recienbiendo el desprecio de su ahora novio, que terminó su relación anterior por presión de su familia. El supuesto padre la llevó a vivir con su familia, pero la odiaba y constantemente la botaba de la casa.
El único cariño que recibía en ese hogar era el de su suegra, que abogaba para que ella no fuera expulsada a la calle porque le parecía un trato inhumano con una embarazada. Pero, a pesar de su preocupación, la adolescente jamás permitió que ni ella ni el «padre» tuvieran contacto directo con la barriga de trapo. Esto a pesar de que incluso tenían relaciones en ese estado, siempre con la ropa puesta y a oscuras.
Cuando ya se cumplian nueve meses, la joven fue llevada con engaños a un hospital. Al notar que sus familiares querían someterla a evaluaciones, entró en pánico y tuvo que ser sedada. La situación se descontroló a tal punto que consideró suicidarse y, según su testimonio, no lo logró porque siempre estuvo acompañada.
Podrán imaginarse la sorpresa cuando los médicos pudieron irrumpir finalmente entre la ropa de la embarazada y encontrar decenas, tal vez cientos, de trapos que cumplian el rol de bebé no nacido. Mientras los médicos revelaban la verdad, los medios de comunicación que habían llegado para atestiguar un nacimiento múltiple se encontraban con un hecho aún más inaudito.
Consecuencias
Cuando la locura mediática terminó, Liliana se mudó a Cartagena para escapar de las burlas y los señalamientos, aunque la noticia también llegó hasta su ciudad. Aunque perdió trabajos y la pasó muy mal en aquel entonces, hoy lleva una vida tranquila.Se gana la vida haciendo trenzas y masajes a los turistas del hotel Dorado de Cartagena, con unos ingresos que le sirven para mantener a los cuatro hijos que tiene en la actualidad.
Hoy, reconoce su error aunque observa con humor la historia que protagonizó y admite que fue un ejercicio de inmadurez llevado por su juventud. Sin embargo, no se juzga con dureza y admite que cosas buenas salieron de todo esto, entre ellas la posibilidad de conocer a Gabriel García Márquez.
El autor colombiano dio unos talleres cerca al lugar donde residia la joven y pidió conversar con ella para felicitarla por ese ingenio que la llevó a crear una historia que si bien no era realismo mágico, era fascinante. La promesa de escribir un libro inspirado en ella nunca se cumplió, pero ella celebra el simple hecho de haber hecho reir a uno de los hombres más brillante que ha pisado la Tierra.
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