Cinco tradiciones de Ricardo Palma que todo abogado o estudiante de derecho debe leer

Escribe: Dante Morales Taquia

La labor de los magistrados y abogados fue retratada continuamente por los letristas peruanos de ayer y hoy. Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma, por supuesto, no fueron ajenas a las anécdotas de corte jurídico, que hoy repasaremos. Como se recordará, estas tradiciones estaban basadas en relatos cortos de ficción histórica, donde Palma, con un estilo ácido y humorístico, narraba peripecias ocurridas en años de la Colonia y el Virreinato.

Los estereotipos alrededor del oficio abogacil han producido una carga social negativa respecto de los miembros de la comunidad jurídica en su conjunto: abogados litigantes, jueces, fiscales, secretarios judiciales, entre otros; y estos relatos pueden portar una especie de reivindicación de esta noble profesión, o quizás aproximarnos a una explicación de estos estigmas. Invitamos al público lector de LP a sumergirse en las Tradiciones peruanas, estación obligatoria para todo hombre y mujer de letras.

1. Don Dimas de la Tijereta

En el siglo XVIII, vivía el escribano de nombre Don Dimas de la Tijereta. Era conocido por su astucia y por recurrir al engaño. De viejo se enamora de una muchacha veinteañera llamada Visitación, quien le rechaza continuamente por su aspecto de viejo estrafalario. Un día, paseando por el Cerro de las Ramas, ofreció en voz alta su almilla a cambio del amor de la muchacha. El diablo Lilith apareció repentinamente, y acto seguido, le ofreció lo que quería a cambio de que le entregue su alma en tres años. Pasado ese tiempo, Dimas iría a juicio con Lilith porque consideraba que no se estaba cumpliendo adecuadamente dicho contrato.

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2. Traslado a Judas

Recrea la vida del menos querido de todos los apóstoles de Jesucristo, Judas Iscariote, desde su infancia y cómo se hizo apóstol. Tras vender a su maestro por unas cuántas monedas, según este disparatado cuento, Judas se fue a la plaza del mercado de Jerusalén, donde un grupo de habitantes empezaba a recriminar su accionar anterior, sin tener idea de que este se encontraba presente. Al intervenir, un fresco Judas recordó al pueblo que no hay causa tan mala como para que se deje lugar a la indefensión y que no se debía juzgar en ligero.

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3. El divorcio de la condesita

Marianita Belzunce es una adolescente huérfana que es criada por su tía y madrina. Esta decide casarla con el conde Juan Dávalos y Ribera, un sesentero no muy agraciado. Tras realizarse la boda religiosa, Marianita no acepta las relaciones carnales con el sujeto, solicitándole el plazo de un año para comprobar si puede llegar a quererlo. Antes de vencerse el plazo, la joven se escapa del hogar conyugal, contratando al mejor abogado de Lima para que lleve su caso de divorcio, apelando a la causal de impotencia.

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4. Juez y enamoradizo

Los oidores (antiguos jueces que en audiencias del virreinato oían y sentenciaban) tenían prohibido casarse en el territorio donde administraban justicia. Sin embargo, por el año 1630, habría existido un oidor con fama de galán. Este se había enamorado perdidamente de una muchacha que no parecía corresponder a sus atenciones. Hasta que un día, esta le solicita que libere a un sujeto de nombre Pedro a cambio de su querer. Lamentablemente, el juez olvidó el apellido de esta persona y tomó una singular decisión.

5. El abogado de los abogados

El relato cuenta cómo, inicialmente, Dios era indiferente a los abogados que ingresaban al cielo. Hasta que un día, un letrado romano llamado Ibo, a quien acompañaba un gato, se acercó donde San Pedro, solicitando ingresar al paraíso. Al preguntarle sobre su situación laboral, el hombre de leyes insistió en que debía tener un título oficial de cuidador del portón celestial, de lo contrario corría peligro. Además, aseguro que podía oficializar su condición mediante unos cuantos papeles. Finalmente, San Pedro fue corriendo a buscar a Dios para absolver dicha duda.

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