Además de mucha imaginación y constancia, ¿qué otras características encontramos en los grandes escritores? Y aunque no parece existir otro requisito para triunfar en las artes, lo cierto es que parece que hay un común denominador en muchos de los más geniales hombres de letras: dejaron los estudios formales para dedicarse íntegramente al arte o paralelamente estudiaron una carrera que les ayude a subsistir y cumplir sus metas.
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Hay que hacer hincapié que para los escritores de esta especial selección que presenta Legis.pe, el derecho resultó una herramienta fundamental para entender la problemática de sus sociedades. Sin duda alguna, estudiar leyes influye decisivamente en nuestras vidas, al punto que los grandes aprendizajes teóricos y prácticos que marcan nuestras vidas, se pueden aprender en las escuelas de derecho y en la propia universidad.
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Les dejamos esta lista con los más grandes escritores que tuvieron una inclinación inicial por los saberes jurídicos.
1. León Tolstói
El universal escritor ruso ingresó, en 1843, a la Facultad de Letras de la Universidad de Kazán, para estudiar las carreras de derecho y estudios orientales. Documentos de la época señalan que era un mal estudiante, y que solo se veía respaldado por su origen artistocrático para aprobar los cursos. El propio Tolstói cuenta que a los 16 años carecía de toda convicción moral y religiosa, tenía más interés en la bebida, el juego y una vida hedonista. Después de tres años, abandonó los estudios y se refugió en el hogar, decepcionado de los métodos universitarios anacrónicos de la universidad. En su ciudad natal, Tolstói advierte que tener siervos era legal, por lo que decide intentar mejorar sus condiciones de vida, enrolándose al ejército.
2. Gabriel García Márquez
En 1947, el autor de Del amor y otros demonios inició sus estudios de derecho en la Universidad Nacional de Bogotá. Aparentemente, su contacto con la obra El Proceso del legendario Franz Kafka, influyó en su decisión de seguir los estudios jurídicos. Sin embargo, hacia el año 1948, a raíz del espiral de violencia que generó el Bogotazo, decidió trasladarse a la Universidad de Cartagena para seguir con la carrera. Era un buen estudiante, y en el segundo año pasó todos los cursos, excepto el de derecho romano. Llegó a iniciar el tercer año de la carrera, pero le ganó su pasión por el periodismo, y en ese lapso, dejó de asistir a las clases de derecho. Cuando intentó matricularse en el cuarto año, le informaron que debía volver a hacer el tercer año y decidió dejar los estudios.
3. Gustave Flaubert
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Para lograr estudiar derecho en la Universidad de la Sorbona, París, tuvo que superar el examen de baccalauréat (selectividad). En el sorteo para ingresar al servicio militar, tuvo la suerte (o no) de quedar exento. De ese modo, inició sus estudios de derecho con poca convicción. Lamentablemente, su salud se fue resintiendo progresivamente, y sufrió una serie de crisis epilépticas entre los años 1843 y 1844. El mismo señalaría que: “Mi vida activa acabó a los 22 años. Tengo mis nervios que no me dan reposo”. Este resquebrejamiento de salud influyó decisivamente en su cosmovisión y en sus relaciones con los demás. Pese a esto, el tiempo que estudió derecho en la Sorbona le permitió conocer a Víctor Hugo y a la poeta Louise Colet, quien sería la gran musa de su vida.
4. Mario Vargas Llosa
El ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, también tuvo un acercamiento a la abogacía. Claro está que él siempre prefirió la Literatura, por lo que decidió estudiar derecho y letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, señalando siempre que fue una de las mejores decisiones de su vida. Adentro encontró una ambiente convulso, marcado por la política y las ideologías izquierdistas que predominaban en los claustros. Además, Vargas Llosa se empapó con lo mejor de las expresiones culturales del país y sus vivencias en dicha institución fueron claves para escribir dos de sus más famosas obras: Conversación en la Catedral (novela) y El pez en el agua (autobiografía). Aunque era reacio a los saberes jurídicos, llegando a declarar que estudiaba derecho “por razones alimenticias” y que “solo aprendía para los exámenes”, se dio el lujo de conocer y ser el asistente de una leyenda como Raúl Porras Barnechea.
5. Julio Verne
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Su padre, el gran abogado Pierre Verne, le empujó a estudiar la carrera (o prácticamente se lo impuso). Así, en 1847, comenzó en La Sorbona sus estudios de derecho, algo que nunca convenció completamente al joven escritor. De ese modo, cumplía con los deseos e imposiciones de su padre. Sin embargo, paralelamente a sus estudios jurídicos, escribe la famosa obra de teatro Alejandro VII, introduciéndose en los círculos literarios parisinos. Se recibió como abogado en 1849, luego de aprobar su tesis doctoral. Gracias a esto, su padre siguió financiando su estancia en la ciudad. Verne utilizaba el dinero para comprar libros o a asistir a obras de teatro, mientras descuidaba su atuendo o sus alimentos. Tras negarse a trabajar en el bufete de su padre en Nantes, decide establecerse en la literatura.
6. Carlos Fuentes
Uno de los más grandes representantes del boom latinoamericano también pasó por el mundo de las leyes. Durante principios de la década de los 50, Fuentes ingresó a la que se denominaba Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM (ahora Facultad de Derecho). Como una buena cantidad de literatos, el mexicano también estudió leyes por presión familiar (y también por recomendación de su mentor, el poeta Alfonso Reyes). Para el escritor, las aulas de derecho representaron un ambiente enigmático y algo hostil, y nunca pudo olvidar su verdadera vocación. En 1952 Fuentes conoce en la Escuela a Víctor Flores Olea, a Sergio Pitol y a Porfirio Muñoz Ledo; y empieza a publicar en Medio Siglo, la revista de los estudiantes de la facultad. Fuentes se convirtió en uno de los tantos estudiantes de derecho que pronto descubren su pasión literaria.
7. Franz Kafka
El autor de La metamorfosis, mucho antes de saltar a la fama como un escritor universal (algo que sucedió después de su muerte), desempeñó la abogacía en el ámbito privado y público. Ingresó a la Universidad Real Imperial Carlos Fernando de Praga, la más antigua de Europa central, para estudiar Química, pero solo duró dos semanas. Después también intentó con Historia del Arte y Filología alemana, pero (una constante en los escritores) es obligado a estudiar leyes por su padre. Pese a la imposición, Franz obedeció el mandato hasta concluir la carrera en 1906, doctorándose finalmente en Leyes. Su doctorado fue dirigido por el propio Alfred Weber (hermano del famoso sociólogo). Se especializó en derecho de seguros, aceptando un trabajo de oficinista en la empresa Assicurazioni Generali. También trabajaría en la administración pública, en el Instituto de Seguro de Accidentes, hasta enfermar gravemente en 1922. En El proceso, Kafka expone los entresijos del sistema judicial checo, siendo una novela con marcada influencia jurídica.