Han pasado veinte años desde el estreno de Legalmente rubia. El tiempo ha confirmado su lugar como una comedia de culto que no ha envejecido a pesar de las décadas.
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La historia de Elle Woods, una fashionista convertida en estudiante de la facultad de derecho más competitiva del mundo, ha inspirado a generaciones de abogadas en un mundo tan prejuicioso y machista como en el que vivimos.
Y la última información no es un supuesto. Más de una vez, Reese Witherspoon ha comentado sus encuentros con abogadas que le agradecieron por ayudarlas a escoger su carrera.
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Por eso, en LP Pasión por el Derecho preparamos una lista con los puntos que han vuelto a este filme en una de las comedias fundamentales de esta época.
1. Poder femenino y autenticidad
Durante una época, las comedias románticas siguieron la tendencia de mostrar a personajes femeninos independientes y que no fueran solamente el interés romántico. Erin Brockovich es un ejemplo de esta tendencia que llegó a su cúspide con Legalmente rubia.
Sí, hay un factor romántico indiscutible, pero eso no descuida la evolución de un personaje femenino que abraza su lado académico y profesional como motivación. Con una énfasis en la preparación y el crecimiento sin perder la naturaleza que la hace encantadora.
Si revisamos los ejemplos anteriores u otros más cercanos, encontramos que la sociedad les exige a las protagonistas un cambio radical para ser validadas o aceptadas.
Sucede en Mujer bonita, con la prostituta que debe adaptarse estéticamente al mundo de la alta sociedad o en Betty La fea donde solo con un cambio de look radical se acepta un final feliz.
Sin embargo, Elle Woods logra consagrarse sin someterse a una adaptación que requiera un sacrificio de la personalidad. Lo que tiene una mayor importancia por el contexto del relato, ya que su naturaleza entusiasta la llevaba a ser reducida a una caricatura.
Al final, tanto ella como la audiencia entienden lo necesario que es ser autentico en un mundo que te exige un molde de conducta. Y sobre todo, que te da a entender que el único medio para ser feliz es una relación amorosa.
2. Mujeres detrás de cámara
Algunos podrían desmerecer la visión femenina de esta saga porque la dirección estuvo a cargo de dos hombres. La verdad es que el tacto y la sensibilidad de la historia obedecen a un grupo de mujeres que, desde la escritura hasta la producción, forjaron un viaje de aprendizaje lleno de empatía.
La creación del guion obedece a un trio creativo conformado por Amanda Brown, Karen McCullah y Kirsten Smith. Un crédito especial requiere Brown, ya que ella es la autora del libro del mismo nombre que inspira a la cinta y que se basó en sus anécdotas estudiando en la Universidad de Stanford.
Por otro lado, McCullah y Smith son dupla creativa que ha intentado replicar la fórmula de Legalmente rubia en otras producciones con un éxito irregular.
Aunque es justo decir que, más allá de la calidad de los productos, se pueden considerar taquillazos. Ese es el caso de Diez cosas que odio de ti, La casa de las conejitas, La cruda verdad o el remake de Hechizada.
Dentro del diseño, edición, maquillaje y casting también habrá una fuerte presencia femenina que, a la larga estaría supervisada por la mismísima Reese Whiterspoon.
La actriz protagonista asumiría para la secuela (y la tercera parte en proceso) el rol de productora ejecutiva. Y los que conocemos el proceso creativo sabemos que una productora puede pesar en el set tanto o más que un director.
3. Reflejo fiel de la vida estudiantil
El realismo de la historia a nivel universitario obedece a que la autora realmente vivió la enseñanza del derecho. Eso se ve reflejado en algunos aspectos claves del filme.
La exigencia extrema de las clases es un punto importante. Hay un ambiente de suspenso al momento de ser elegido para intervenir. Y sobre todo, hay miedo por la reacción que puede ocasionar una respuesta incorrecta.
Otro punto importante es la sensación de no pertenecer al espacio o no merecer formar parte de un grupo tan selecto. Es raro que un alumno cuente con el perfil de Elle Woods, pero las diferencias en el mundo actual obedecen a temas más complejos.
El género, la orientación, la raza o la religión son los asuntos que pueden dividir a los alumnos en los primeros años. Y tal vez la cinta no los ayude a enfrentar esto directamente, pero sí sirve como una oda a la apreciación de lo que cada uno representa.
4. La representación del derecho
Legalmente rubia refleja diferentes escenas de la vida del abogado. La lucha por las prácticas o internships es salvaje y requiere de tanto o más esfuerzo del que vemos en Elle Woods.
Por más prometedora que haya sido Elle y por más expectativas que tuviera el profesor Callahan, ese tipo de puestos son tradicionalmente para los alumnos de tercer año. Incluso muchas universidades ponen límites en los horarios de los alumnos más jóvenes, por lo que no son una opción viable.
Sin embargo, la cinta usa la Regla 3.03 de la Corte Suprema de Massachusetts (o Massachusetts’ Supreme Judicial Court Rule 3.03) para permitir que una alumna del nivel de Woods pueda participar. Una movida arriesgada, pero amparada en la ley.
Lo que sí está representado a la perfección es la lucha de la protagonista en un mundo predominante masculino. La presencia del acoso y la falta de seriedad con la que se trata a las mujeres es un hecho recurrente que muchas abogadas, que han visto la película, dicen haber compartido.
5. La realidad del acoso sexual
Del punto anterior se desprende esta última parada de la lista.
Una de las escenas más incomodas de la película y que rompe el ambiente cómico es el acoso sexual que sufre Woods por parte de un profesor. Una realidad no muy ajena a la que muchas mujeres han soportado en el mundo académico y laboral.
Callahan, que hasta el momento se mostraba como una figura de apoyo, toca la pierna de la estudiante y ella rápidamente reacciona y decide irse de la oficina del docente. La conversación alrededor de este interacción es compleja.
En un primer momento, Woods asume que todos sus logros se dieron porque esta figura de autoridad se encontraba interesada en ella, lo que puede desmotivar a cualquiera. Aunque luego, abrazando la confianza que vimos desde el primer acto, entiende que su valor trasciende a la insinuación de ese profesor a la que ella termina considerando un «idiota patético».
Es curioso que una cinta de principios de siglo propusiera un diálogo que obedece a la corriente del Me Too, mucho antes de que la tendencia alcanzara a los productos de la cultura popular.
Esto termina de posicionar a Legalmente rubia como un ejercicio cinematográfico divertido que tuvo las agallas de tener conversaciones complicadas. Y por eso, podemos teorizar, se posicionó en la memoria colectiva.