Y a veces sucede que dos partes mías se enfrentan desde el alba al anochecer como dos partes tuyas en tu interior también. ¿Qué pasaría si nos encontráramos en ese momento de conflicto interno?
Freddy Ortiz Nishihara (*)
El camino de la paz no es ciertamente sencillo ni rápido de transitar en la cotidianidad de la convivencia humana. La realidad es que temperamentos, formas culturales, visiones y criterios filosóficos o religiosos, lo hacen lento y difícil desde que dos o más personas entran en contacto y las posibles diferencias salen a flote expresadas en forma de contradicción o conflicto.
Es que la paz tiene varias fases, empezando por la interna, que se resuelve dentro de uno y nace de la armonía contigo mismo, hasta aquella social vivenciada con los demás a tu alrededor y que significa transitar por el mismo camino partiendo del respeto mutuo de nuestros derechos, la tolerancia, el aprender a escuchar y sobre todo dominar nuestras emociones. no criticarnos por nuestra forma de ser, de vestir, nuestros orígenes sociales; géneros u opciones sexuales distintas; nuestros diferentes puntos de vista generacionales.
En la mayoría de culturas existen tres dimensiones para vivir la paz: la del sujeto consigo mismo, la del sujeto con los demás integrantes del grupo y la del sujeto o los sujetos con la madre tierra, naturaleza o entorno que nos rodea. Particularmente desde la visión oriental (china y japonesa esencialmente), así como la de los pueblos originarios de América, las tres dimensiones constituyen un todo, porque cuando una de estas no está en armonía altera a las otras también y eso no es bueno para la comunidad. Porque nada en desequilibrio en el mundo material y espiritual da buenos frutos como reza un proverbio budista.
Ello no significa que todo conflicto sea negativo en sí, sino que depende de la forma en la que se conduce funcional o disfuncionalmente, porque en Kanji Chino (ideograma) tiene otro significado: “oportunidad”. Pues como lo probaron doctrinas e investigaciones, como el materialismo dialéctico o de hechos comprobados por la ciencia, por ejemplo, para que haya energía eléctrica se necesita de dos polos diferentes, el positivo y el negativo; las teorías administrativas modernas particularmente la interactiva impulsada por IBM y los círculos de calidad japoneses señalan que un grupo apático, conformista, monótono sin conflicto no genera desarrollo, pues no hay creatividad ni motivación y las organizaciones necesitan estar en permanente transformación. El hecho es que dichos conflictos sean conducidos adecuadamente y con liderazgo.
He aquí donde podemos ubicar la labor del conciliador en la conducción o liderazgo durante la audiencia de conciliación, impulsando a que las partes expresen con sinceridad cuál es la fuente real del conflicto. O sea, definiendo cuáles son sus intereses reales y no las posiciones que los conducirían a un conflicto disfuncional con un final destructivo para ambas partes. Desde la escuela transformativa para que aprendan tanto el conciliador como las partes a hacer frente al conflicto con una actitud constructiva, Empática, que busque el bienestar mutuo a la escuela circular narrativa donde se debe procurar que las partes cambien sus historias basadas en prejuicios, dogmas, estereotipos por una nueva visión más amplia e inclusiva.
Lamentablemente en nuestra sociedad actual sobre todo la citadina, (no en la comunitaria andina en la que todavía sobrevive una visión común) el individualismo y la intolerancia priman como fuentes de enfoque frente al conflicto, porque la educación no enseña a manejar emociones internas, por ello el conflicto surge más fácilmente, porque la mayoría no ha aprendido a avanzar acompañados con las diferencias de los otros como fuentes enriquecedoras de humanidad, sino por el contrario son definidas como fuentes de crítica y sanción justificadas socialmente. Pero es necesario como colectivo social analizar y definir construcciones organizativas frente al conflicto, partiendo de valores universales compartidos por todos tales como solidaridad, respeto, honestidad, laboriosidad, consideración por el otro y otros similares.
Lo que debemos considerar como conciliadores o analistas del conflicto es determinar si este ha aparecido de acuerdo a las características propias de los sujetos o grupos humanos y/o del momento por el que estaban atravesando, y es que cuando dos personas o grupos sociales atraviesan conflictos o crisis internas al mismo tiempo es cuando se puede expresar al exterior más carga negativa y existe más probabilidad de originar conflictos disfuncionales.
Es que debemos partir de una realidad pues a diferencia de los países asiáticos y de la cultura andina, la cultura occidental se basaba simplemente en una falsa armonía nacida de la Paz negativa o supuesta ausencia de conflictos como base de la convivencia diaria, pues este era algo no deseado, como lo es una enfermedad que perjudica, envenena y contagia a todos los integrantes del grupo, rompiendo con la falsa armonía que se apreciaba como bien supremo para ello se recurría a la simple punición, castigo o enfrentamiento a quienes intentaran quebrar la norma social, solo se veía al individuo o individuos como fuentes generadoras de conflictos en la interacción relacional, mas no se elucubraba las motivaciones internas o análisis del conflicto interno y tampoco del medio o contexto donde interactuaba y que había influido en generar una reacción determinada.
Finalmente, como colofón señalamos que la cultura de la prevención y manejo funcional del conflicto nace de la buena Educación, por ello es admirable que en las sociedades asiáticas, particularmente en el caso japonés se esté tratando de sembrar desde la infancia una forma de vivenciar la Paz, enseñando a los niños a sentir la armonía interna partiendo de la libertad y considerar que durante sus primeros años el infante debe aprender a tolerar y ser amable, vivir sin presiones de los adultos, la reforma educativa señala que no se debe calificar sus conocimientos hasta el tercer año de estudios, pues tiene el derecho a la diversión (el juego, la pintura, el canto, la poesía, la convivencia con la naturaleza y los animales de su entorno) y puede insertarse en el mundo con una visión de tolerancia porque se le ofrece la alternativa de aprender aparte del idioma y cultura japonesa, otras lenguas como el inglés, español chino, ruso árabe entre otras lenguas extranjeras y como consecuencia lógica poder insertarse libremente en la comprensión de otras formas culturales sin prejuicios o falsos paradigmas.
Este tipo de modelos que impulsan el desarrollo integral interno del individuo desde la libertad total en su primera etapa escolar, se expresaran luego en una vinculación amable con el medio ambiente, el contexto externo globalizante y en su relación con personas de otras culturas, partiendo de un sentimiento de apertura total y natural de empatía.
(*) Abogado, conciliador, capacitador en Conciliación, Director del Centro de formación “Sensei Nishihara”.