Kenji Fujimori publicó en su cuenta de Twitter, la carta que enviara en diciembre de 2017, al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, para agradecerle el indulto que otorgó en víspera de la Nochebuena a su padre Alberto Fujimori.
Redacté esta carta el 2 de julio de 2017, la escribí con el corazón en la mano. Como hijo le pedí al Pdte. PPK el indulto. Nunca hubo prebenda ni negociado, solo mi sueño como hijo de ver a mi padre en libertad. Gracias PPK, tengo una deuda de honor con ud., escribió el menor de los Fujimoris en su cuenta social.
A continuación transcribimos el texto de la misiva.
Señor Presidente Pedro Pablo Kuczynski,
Me tomo la libertad de hacerle llegar esta carta para dirigirme al Presidente de la República como hijo de un presidente del Perú, y compartir por unos instantes lo que, estoy seguro, es su común amor por el Perú, nuestra patria.
Sus padres y mis abuelos comparten haber atravesado los mares desde puntos tan distantes, como Europa y Asia, para llegar a estas tierras en los albores del siglo XX sin soñar quizás con que el destino les depararía a ambos guiar el rumbo de este pueblo de cinco mil años de antigüedad, que en su vida independiente ha tenido que confrontar horas muy difíciles.
Por encima de toda otra consideración, les une, creo, conocer la soledad en la responsabilidad de la decisión. Y quiero decirle hoy, señor Presidente, que no está usted solo en sus inquietudes sobre el futuro.
Una cierta idea de la grandeza. Señor, está asociada a la materia de los sueños.
Le tocó a mi padre hacer frente al terrorismo y reconstruir una economía devastada. Y también a lo que, con orgullo lo digo, considera su mejor legado: la paz permanente con nuestro hermano pueblo del Ecuador, que terminó cerrando las heridas y trayendo tantas satisfacciones a ambos pueblos.
La circunstancia que le ha tocado vivir, señor Presidente, es una de dificultades considerables. El Perú tiene hoy una economía más grande, pero confronta el duro momento de una caída en el ritmo de su crecimiento. Esto trae aparejado el inminente peligro de la recaída en la pobreza de muchos peruanos que en estos años albergaron al fin la esperanza de un futuro mejor para sus hijos, con educación y oportunidades. Y quiero expresarle, señor Presidente, que en el empeño de hacer frente a esas dramáticas circunstancias puede usted contar con nuestros mejores deseos.
No me cabe duda de que usted, igualmente, con la experiencia que la vida le ha deparado y el legado de la herencia de su padre, que dedicó su vida al Perú en sus más remotos confines, se halla a la altura del desafio. Lo que usted necesita, señor Presidente, es tranquilidad para tomar complejas decisiones para el bien común y devolver la serenidad que hoy hace falta para que esta querida Patria nuestra recupere la prosperidad y el lugar de liderazgo para mirar hacia el siglo XXI. Al pensar en mi padre, recuerdo esta sentencia de Nelson Mándela: «Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ¡ra, el odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero».
Quiero decirle, finalmente, que he visto de cerca a mi padre conocer la soledad de la decisión, y que quienes pasan por la posición que usted ocupa hoy tienen el privilegio de hacer historia. Para ello cuenta usted con todos los peruanos que amamos esta tierra generosa que los vio nacer a ambos y les devuelve con creces la semilla que sembraron en ella.
Afectuosamente,