Juez ordena que menor le corte el cabello por asaltar una peluquería

La noticia llega esta vez de España. Todo comenzó cuando un adolescente decidió sustraer 600 euros y un secador de pelo, tasado en unos 160 euros, de una peluquería granadina. Este hecho le valió una peculiar condena: aprobar un curso de estilismo de nueve meses que el infractor venía estudiando. El adolescente tendrá que aprobar un examen en el que demostrará lo aprendido, a través de un corte de pelo. Si no lo hace bien, el juez solicitará al fiscal que lo acuse de desobediencia.

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Pero el reto es mayor y «arriesgado», el corte deberá realizarlo en la cabeza del propio magistrado que emitió la resolución, Emilio Calatayud. “No me cortaré el pelo hasta junio, que es cuando termina el curso, así que tendrá que demostrar sus habili­dades. No hay que ponérselo fácil”, comentó el juez.

Conozcamos la historia contada por el propio juez en el blog que saca adelante con el periodista Carlos Morán:

“Hace no mucho juzgué a un chico que había robado en una peluquería. Se llevó, creo recordar, varios cientos de euros y un secador de pelo. Y resulta que quería ser peluquero. El caso es que estaba haciendo un módulo de peluquería y la fiscal le pedía cien horas de trabajo en beneficio de la comunidad. Pero, al enterarnos de que estaba estudiando, acordamos, y él se conformó, ponerle una medida de tarea socioeducativa consistente en que aprobase el curso de peluquería. Es decir, que quedaba en libertad vigilada, pero con la obligación de obtener dicho diploma. Es lo que les digo siempre: como no has estudiado por lo civil, vas a estudiar por lo criminal. Entonces le comenté que si tenía que hacer un examen final o algo así para que le dieran el título y él me respondió que sí, que tenía que cortarle el pelo a alguien. ‘Pues ya está, me lo vas a cortar a mí’, le dije.

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Y aceptó. Que me lo corta mal y suspende, pediré a la fiscalía que lo acuse de desobediencia. Que me lo corta bien, pues habrá cumplido con la ley.
Desde ahora y hasta el próximo mes de junio, que es cuando debe examinarse, no me cortaré el pelo. Es para que demuestre todas sus capacidades”.

De esta manera el juez de menores de Granada se apunta con una más de sus ya conocidas sentencias rehabilitatorias y ejemplares. Su estilo particular de administrar justicia a menores de edad le ha valido seguidores y también detractores que reclamar mayor severidad para niños y adolescentes.

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El caso

El joven infractor de origen magrebí, ingresó el pasado 5 de mayo al es­tablecimiento de belleza con la intención de llevarse todo lo que pudiera. “Tras forzar la persiana exterior y romper el cristal de la puerta, accedió al interior, donde se apoderó de 600 euros en efectivo que la propietaria guardaba en una lata y del secador de pelo”, indica la sentencia.

La fiscalía pidió para él 100 horas de trabajo en beneficio de la comunidad, “pero al en­terarnos de que quería ser peluquero acordamos que la medida sancionadora fuera aprobar el curso de estilista. Es lo que yo les digo siempre: como no has estudiado por lo civil, vas a estudiar por lo criminal”.

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El muchacho proviene de una familia con cuatro hermanos, que subsiste con la pensión de 700 euros del padre, y con una madre aquejada por un mal que no permite movilizarse. Además

La unidad familiar del menor está compuesta por los padres y cuatro de los hijos que conviven con ellos. La familia subsiste con una pensión de 700 euros del padre y la madre presenta dificultades de movilidad, por lo que tiene que usar una silla de ruedas. En este ambiente, “el menor se pasaba el día en la calle, sin realizar ninguna actividad y relacionándose con mayores de edad”.

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Un juez extravagante

El magistrado Emilio Calatayud niega que él sea el único juez de menores que dicta sentencias imaginativas en España, “mis compañeros lo hacen a menudo”, aunque reconoce que él ha caído en gracia a los medios de comunicación, a los que también fustiga duramente por sus informaciones en casos donde los protagonistas son menores.

Por otro lado, esta sentencia ejemplificadora se suma a otras como en las que condenó a un hacker a dar 1000 horas de informática gratis a jóvenes; o en la que resolvió que un menor pasara 100 horas patrullando junto con un policía local por haber conducido temerariamente y sin licencia; o aquella otra en que sentenció a un aficionado al dibujo a plasmar en un cómic de 15 páginas los motivos de su condena; y cómo olvidar la vez en que por circular ebrio, un menor fue obligado a estar todo un día en una unidad de parapléjicos, hablar con ellos y sus familias, y elaborar más tarde una redacción; otro caso que fue comentada por los medios fue la ocasión en que un adolescente tuvo que trabajar con los bomberos tras haber quemado varias papeleras. En definitiva, sentencias originales que lo han convertido en uno de los magistrados más extravagantes e imaginativos.

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