En el contexto de la Guerra de Bosnia, se cometieron diversos atentados a la derechos humanos que ahora aterrorizan y ameritan el repudio de la comunidad internacional. Uno de ellos fue la sistemática desaparición de los bosnios musulmanes o bosniaks, entre 1992 y 1995, por parte de los radicales bosniocroatas, que en principio defendían la independencia de la república de Bosnia-Herzegovina. Al ver que controlaban con éxitos las arremetidas de los ejércitos de la antigua Yugoslavia, decidieron que podían crear su propio Estado.
Así, vieron como un estorbo a los bosnios-musulmanes que, inicialmente, eran sus aliados en la lucha por la independencia. Durante 11 meses, entre 1993 y 1994, el conflicto entre bosnios se agudizó violentamente. Los bosniocroatas decidieron que Mostar (una ciudad que poseía gran población musulmana), sería la capital de su nuevo Estado: la “República Croata de Herceg Bosna”. Progresivamente, los extremistas bosnios-radicales (agrupados en Consejo Croata de Defensa), tomaron la zona oeste de la ciudad, relegando a los bosnios-musulmanes a defender la parte este.
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El mencionado ente territorial, no contaba con ningún reconocimiento internacional. Pese a ello, su fanático ejército se posesionaba poco a poco de territorio bosnio. La guerra llegó a su punto culmen con la destrucción del puente de Mostar, símbolo de la pacífica convivencia entre musulmanes y cristianos. Producto de ello, las pasiones se exacerbaron, al punto de ocasionar más de 6000 muertos y 2000 desaparecidos en el bando musulmán. Durante el juicio por las masacres que se cometieron contra la etnia bosnio-musulmana, dirigido por el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY) en La Haya; se concluyeron hasta seis responsabilidades penales por la realización de una “limpieza étnica”, que no es otra cosa que una masacre racial.
En los municipios de Stolac y Capljina, durante 1993, la mayoría de los hombres musulmanes fueron arrestados y encarcelados, sometidos a maltrato o muerte, mientras que mujeres, adultos mayores y niños fueron expulsados de sus hogares y las casas fueron destruidas. Este fue el principal motivo por el que Slobodan Praljak fue perseguido por la justicia internacional por muchos años, pese a que en marzo de 1994, se alcanzó un acuerdo de cese el fuego en Washington y en 1995 cesó, finalmente, la Guerra de Bosnia. El criminal se entregó voluntariamente al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia el 5 de abril de 2004.
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El general bosniocroata Slobodan Praljak, que era el comandante del Consejo de Defensa durante los hechos acotados, fue señalado como el hombre que ordenó la destrucción del emblemático puente de Mostar. Cuando fue emplazado a responder por este condenable acto, Slobodan solo atinó a responder que “solo era un puente viejo”. Pese a ello, en el año 2004 este puente fue re-inaugurado con una réplica exacta de la construcción de hace 500 años. Inmediatamente, la Unesco declaró al monumento como Patrimonio de la Humanidad.
Slobodan Praljak, quien fue ingeniero, filósofo y artista, ya daba muestras de su extremismo cuando, en 1990, fundó el partido conservador-nacionalista Unión Democrática Croata. A pesar de su incuestionable culpabilidad en el caso de la destrucción del puente de Mostar, por ser comandante del Consejo de Defensa, en La Haya lo procesaron por diversos crímenes que implicaban torturas, violaciones y masacres.
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Slobodan Praljak fue sindicado como el miembro de empresa criminal conjunta creada con el fin de crear un Estado croata “étnicamente puro”, que entre el 18 de noviembre de 1991 y abril de 1994, instigaron al odio político, étnico o religioso, el uso de la fuerza, la intimidación y el terror, incluidas desapariciones forzadas. También se le imputa no haber tomado ninguna clase de medida cuando se masificaron los asesinatos y ataques contra integrantes de organizaciones internacionales y mezquitas en Mostar.
Además, fue acusado de concebir el campamento de Heliodrom, al sur de la ciudad de Mostar, como centro de detención para alojar a los musulmanes detenidos masivamente en condiciones inhumanas. El campamento de Vojno, al norte de la ciudad de Mostar, se utilizó con el mismo objetivo. Por su parte, el campamento de Ljubuski se utilizó para detener a los musulmanes bosnios y someterlos a trabajos forzados.
La reciente noticia de su suicidio en pleno desarrollo de su audiencia de apelaciones, al beber una sustancia de origen desconocido aún, ha polarizado a Mostar, porque si bien el sector bosnio-croata lo ve como motivo de orgullo y hasta lo denominan “héroe nacional”; para el sector más moderado, los fallos de la Corte de la Haya pueden ser un ejemplo para las nuevas generaciones, de cómo los crímenes de lesa humanidad nunca quedan impunes.
Por ahora, las autoridades holandesas están concentradas en encontrar, en la autopsia, la sustancia que le provocó la muerte al criminal de guerra. Aunque trasciende en los medios que ya se comprobó que existió un elemento mortífero en su bebida, todavía se desconoce el verdadero origen de esto. Por otro lado, también se encuentran investigando el cómo Slobodan Paljak pudo ser capaz de introducir un pote de este veneno dentro de las instalaciones del Tribunal de La Haya y, además, dónde consiguió la letal sustancia.