Una expresión de amor en la pluma de un jurista enamorado

Querida amada:

Hoy, que me atrevo a escribirte estas líneas, quiero estipularte la profunda atracción que siento hacia tu persona, manifestado a través del acto solemne y formal, de mi declaración unilateral de voluntad, contenido en la presente. Tú sabes que mi amor por ti es iure et de iure y no admite prueba en contrario, es por tal motivo que lamento mucho no tenerte dentro de mi esfera de custodia. Sé que las circunstancias nos han venido siendo adversas, más por situaciones de fuerza mayor que por caso fortuito; pero pese a ello te propongo sentar los principios generales del debido proceso de nuestro amor, para que este llegue a consumarse y no quede sólo en tentativa.

Espero que en el más breve plazo esencial nuestros recuerdos surtan efectos ultraactivos en un futuro incierto, el cual no podrá destruir jamás que te amé, te amo y te amaré de una forma pura y simple. Por ello te ofrezco mi cariño sin cláusulas especiales impresas, y quiero que seas de él la tenedora y beneficiaria directa, siendo ambos los obligados principales a mantener en vigencia el fuego de nuestro amor. Como garantía de ello te ofrezco en prenda mi corazón, del cual tú ya eres la poseedora inmediata, siendo ello la causa adecuada, para considerarte mi eterna amada.

Querida mía, de tus labios bebí dulce veneno que con premeditación y alevosía asesinaron mi razón; y ahora, sin pena ni condena, de esta muerte soy al final, heredero universal, de una loca pasión. Así si al juicio hago una llamada me responde el corazón, que si hay juicio no hay pasión y si no hay pasión no hay nada. Por ello quiero que me permitas ser el propietario de tu amor en el más breve plazo posible, con cláusula de exclusividad en mi favor y allanándome a tu contrato de adhesión, para convertirme así en el único beneficiario del suministro de tu amor, el cual jamás podrá ser cubierto por algún título valor. A cambio de ello me obligo a no hacer manifiesto mi amor a nadie que no seas tú; pues en amarte soy reincidente, y lo hago de modo voluntario y consciente.

Atiende mi confesión sincera, que te llega en verano y te florecerá en primavera. Bríndame tu cariño y resarce el daño que ha provocado mi injusta detención en la cárcel de tu amor. Ello por el solo hecho de amarte, y como si amar fuera un delito atípico, hoy sufro la condena efectiva de amarte tal vez sin ser éste mi alegato atendido. Sin embargo, no apelaré la sentencia que establece mi condena, pues estoy conforme con ella y de la misma no quisiera jamás ser rehabilitado. Por tal motivo, sólo te pido que no alarguemos más este proceso con acciones dilatorias  y apliquemos el principio de celeridad procesal, para garantizar la primacía de nuestro amor, así como la vigencia efectiva del interés superior de nuestra pasión. Logrando así sentar un precedente vinculante, que sea de observancia obligatoria para futuros amantes.

Tú me manifiestas que para acceder a tu amor previamente debo agotar ciertas vías previas; pero no comprendes que si lo hago, la incertidumbre de no saber si seré correspondido me habrá causado una lesión irreparable, que ni por vía de amparo se podrá reponer las cosas al estado anterior al de dicha lesión, pues entiende que estamos ante una situación de periculum in mora. Por lo que mediante control difuso hagamos prevalecer el derecho constitucional de incentivo y promoción del matrimonio, del cual tú y yo seamos los agentes activos; garantizando así el prometedor futuro, de nuestros próximos nasciturus.

Es mi pasión albergada, de disposición y norma formada, sin vacíos legislativos, ni interpretación que merezca ser aclarada. Ella no conoce de infidelidad, fraude o adulterio, pero sí de lealtad, felicidad y amor sin cautiverio.

Espero pues me sepas corresponder sin intereses compensatorios de por medio, puesto que me conoces bien y sabes que no soy indigno de tu amor. Por ello deseo ser el depositario oficial de tus besos y caricias, para quedar asegurado, como todo buen amado, al régimen pensionario de la felicidad; más aún cuando sabes que mi amor por ti día a día crece y crece al igual que tu Cts. Como ves, mi pretensión es tanto admisible como procedente, y no pienso desistir jamás de ella, pues estoy seguro que en su oportunidad la misma será declarada fundada en todos sus extremos.

Finalmente, quiero manifestarte que mis nobles sentimientos y mi cariño hacia ti no están sujetos a prescripción alguna; pero como excepción a todo lo manifestado en esta carta, la cual no está sujeta al principio de literalidad, si de buena fe yo te brindara mis afectos y tú  no me fueras fiel, entonces mi cariño hacia ti caducará, y perderás tanto la acción como el derecho a tener mi amor.

Se despide con un beso de alborada, en suave brisa posada en el amanecer de tu mirada, fortalecido en el tiempo, y que te canta cada mañana, como a la aurora lo hace el viento,

Osven


[*] Dedicado a la dama en cuyos cristalinos ojos suelo perderme, naufragando en ellos sin cesar, y cuyo nombre tiene el mismo inicio y también el mismo final.

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