Un jueves de diciembre de 2016 los magistrados de la Corte Suprema eligieron como presidente del Poder Judicial al juez piurano Duberlí Rodríguez Tineo. Nacido en Rodeopampa (distrito de Huarmaca, provincia de Huancabamba), el doctor Rodríguez salió de las adversidades y, con esfuerzo y dedicación, se hizo de un nombre que le valió llegar a ser designado para ocupar el cargo más importante de este poder del Estado.
En una entrevista que le concedió al periodista Fernando Vivas, en diciembre de 2016, el doctor Duberlí recordó sus primeros años:
Estudié en una escuela unidocente hasta segundo de primaria. Ese era el techo. Por ser el primero de mi clase, la maestra Rosa Ojeda, siempre le rindo homenaje, me dijo: ‘Llama a tu papá’. [Él era campesino y le dijo]: ‘Victorino, mándelo a terminar primaria, usted tiene a su mamá en Chiclayo’.
Hago tercero y cuarto de primaria allá, pero mi papá tuvo un lío con un tío y me trajo otra vez a Rodeopampa. Se repitió la historia, la maestra me ve y vuelve a llamar a mi papá. Le dice que me lleve a Huarmaca, a 5 horas. Allí terminé mi quinto de primaria, ese era el techo. Felizmente, fui primer puesto y tuve beca para la capital de departamento. En Piura hago dos años de secundaria y mi papá hizo una gestión para pasarme al colegio San José en Chiclayo. Allí terminé mi secundaria, si no sería un campesino más de Rodeopampa y nadie sabría de mi destino.
Con este pasaje de su historia se identifican miles de peruanos que han tenido que vencer graves dificultades para abrirse un camino. Pero hay un tramo específico de esta historia que nos ha conmovido hasta el llanto. Aquella parte de su vida que refracta la vida de miles de escolares que, aun hoy, tienen que caminar una o dos horas para llegar a su colegio, tanto como tuvo que hacerlo el niño Duberlí Rodríguez, premunido de su fiambre y de sus ganas de estudiar. En una entrevista para la revista Somos, publicada ayer, el magistrado aparece en toda su humanidad.
Mientras tanto, el futuro magistrado iba a la escuela unidocente más cercana, donde solo había de transición a segundo de primaria. “Caminaba media hora de ida y otro tanto de vuelta. Recuerdo que salía de casa con el fiambre que mi mamá me preparaba, cuando recién el sol aparecía entre los cerros”. Afortunadamente, su profesora Rosa Ojeda convenció a su padre de enviarlo a Chiclayo a terminar la primaria. “Ella fue mi invitada especial cuando asumí el cargo de presidente del Poder Judicial”, cuenta el doctor Rodríguez. La secundaria la comenzó en Piura y la concluyó también en Chiclayo, lugar de su residencia oficial. Acá, en Lima, él y su esposa viven en un departamento pequeño en Surco, donde no faltan las orquídeas ni tampoco las dalias, sus flores predilectas. Y aunque Duberlí Rodríguez estudió lejos de Rodeopampa, siempre regresó al hogar paterno tanto para la siembra como para la cosecha. “Actualmente unos parientes arriendan nuestras tierras, pero mi sueño dorado es volver”.
28 Ene de 2018 @ 10:48