A lo largo de 88 años de existencia de la Copa Mundial de Fútbol, diversos partidos y campeonatos han marcado hitos a nivel futbolístico. Sin embargo, el contexto de los países anfitriones y participantes también jugaron un rol, generalmente negativo. En esta recopilación, recogemos algunas de las anécdotas mundialistas que tuvieron un denominador común: la influencia de la política en lides futbolísticas.
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¿Es el fútbol la continuación de la política y la guerra por otros medios? Pues aunque no se ha realizado aún un estudio exhaustivo, cierto es que las rivalidades bélicas se han trasladado a este deporte; y los conflictos políticos han propiciado encuentros y escenarios de mucha tensión entre los aficionados. Sin duda alguna, el fútbol se ha convertido en una expresión social que repercute en el ánimo de las naciones.
1. El saludo nazi en Francia 1938
Una de las grandes victorias que se adjudicó el régimen nacional-socialista fue el acto político denominado «Anschluss», con el que Alemania finalmente lograba la anexión de Austria a su territorio, el 12 de marzo de 1938. Así, las expectativas del pueblo alemán por conseguir un buen resultado en el Mundial de ese año se incrementaron, debido al gran desempeño demostrado por los jugadores austríacos en aquellos años. El gobierno de Hitler dispuso que Alemania y Austria disputen un partido amistoso para afianzar relaciones entre las dos escuadras futbolísticas, que jugarían cojuntamente en el Mundial.
Mathias Sindelar, figura rutilante de Austria, perdonó varias ocasiones de gol a los alemanes, que se veían inferiores en el terreno de juego. Al final, Austria ganó 2-0 fácilmente con dos goles suyos, ante la vista de Hitler y los jerarcas nazis. Sindelar decidió no participar con Alemania en el Mundial por una lesión, pero muchos creen que fue por su oposición al régimen nazi. Finalmente, Alemania quedaría eliminada en primera ronda contra Suiza, dejándonos la postal del saludo fascista realizado por los alemanes antes del partido.
2. Corea del Norte, sin himno y sin bandera
Con el lema «podemos vencer a cualquiera, también a los más fuertes», la selección nacional de Corea del Norte se presentó a la justa mundialista de 1966, en Inglaterra. Había pasado poco más de una década de la conclusión de la guerra que los enfrentó contra sus hermanos del sur. Estados Unidos y la Unión Soviética se habían repartido la influencia en la región, por lo que Corea del Norte tenía un régimen socialista. A pesar de tener un equipo en construcción, lograron clasificar por la renuncia de Corea del Sur y Sudáfrica a jugar un repechaje por un cupo; venciendo finalmente a Australia.
En aquel entonces, debido a que el Reino Unido y Corea del Norte no mantenian relaciones diplomáticas por sus posiciones ideológicas antagónicas, se prohibió en los partidos de Corea entonar su himno y su bandera no fue desplegada durante el campeonato. Sin embargo, la gente de Middlesbrough se encariñaría con este equipo, que con potencia y espíritu lograron conseguir una hazaña inimaginable. Corea, que empezaría perdiendo con la URSS y empatando al último minuto con Chile; eliminó a Italia del Mundial un 19 de julio de 1966 con gol de Pak Do Ik, pasando a cuartos de final. Ni más ni menos.
3. La Alemania del Este le gana a su hermana del Oeste
Como dictan los libros de historia, tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedaría dividida en dos: la República Democrática Alemana (socialista) y la República Federal de Alemania (capitalista), separados por el famoso «muro de Berlín». Y aunque la RFA había logrado más éxitos futbolísticos que la RDA, siempre había un condimento especial cada vez que les tocaba enfrentarse en un campo de fútbol. Cuando el sorteó del Mundial de 1974 ubicó a las dos Alemanias en el mismo grupo, los aficionados alemanes esperaron con expectativa el partido que los enfrentaría en esta competición.
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Alemania Federal, que era anfitrión de dicho Mundial, iba como clara favorita. Venía de ganarle 1-0 a Chile y 3-0 a Australia, demostrando clara superioridad. Alemania Democrática necesitaba un triunfo para asegurar su clasificación. Con todo y eso, parecía previsible que gane la RFA. Un 22 de junio de 1974, en Hamburgo y ante 60.350 personas, Jürgen Sparwasser anotaría un gol histórico al minuto 77, en una de las sorpresas más grandes de la historia del fútbol. El autor, años después, declararía: “Era golpear al enemigo. Golpear al enemigo donde más le duele. Mucha gente entonces lo veía así. Si en mi lápida pusieran ‘Hamburgo, 1974’, todos sabrían quien yace debajo”.
4. La selección holandesa y los derechos humanos
La dictadura de Videla en Argentina fue uno de esos episodios oscuros en la historia de Latinoamérica. Desapariciones forzadas, persecusión a opositores y constantes violaciones a los derechos humanos nos dejaron esos lamentables años en el país ríoplatense. Sin embargo, la FIFA hizo caso omiso a las denuncias realizadas por los gobiernos democráticos y las organizaciones humanitarias; llevando a cabo el evento mundial en dicho país. Johan Cruyff estaría en desacuerdo con esta decisión, por lo que desistió de participar en el Mundial de Argentina 1978.
Cruyff era el mejor jugador del mundo en aquel entonces, siendo figura absoluta del Barcelona de España (donde compartiría equipo con Hugo Sotil). Ese Mundial podía ser el momento de su consagración como jugador, ganando el trofeo que le faltaba. Un intento de secuestro también le había hecho reflexionar, por lo que llegó a la conclusión que Argentina no era un lugar seguro. De ese modo, se unió a Paul Breitner y otros jugadores que también declinaron participar en ese Mundial. La selección holandesa, antes de la final que jugarían contra Argentina, tuvo el gesto noble de apoyar la causa de las Madres de Plaza de Mayo; y al final, rechazaron que los jerarcas militares les entregaran su medalla de subcampeones.
5. El jeque que anuló un gol en España 82
El estadio José Zorrilla de la ciudad española de Valladolid fue escenario de una de las escenas más increíbles ocurridas en un Mundial. El 21 de junio de 1982, por la segunda jornada del Grupo 4, se jugaba el encuentro entre Francia y la debutante Kuwait. Los franceses tenían la obligación de ganar ante un débil rival y para recuperarse de su caída inicial ante Inglaterra. El partido alcanza los ochenta minutos con una ventaja cómoda de Francia por 3 a 1. Se vuelve más cómoda aún con el 4 a 1 que marca Alain Giresse, ante la mirada absorta de los jugadores kuwaitíes. Acto seguido, estos empiezan a reclamar que debían invalidar la jugada, ya que escucharon un silbato de las gradas y eso los confundió.
La anécdota parecía concluirse ahí, con esta muestra de hilarante ingenuidad de los jugadores asiáticos. Sin embargo, un hombre con túnica y turbante empieza a bajar desde uno de los palcos. Con solo un gesto, emplaza a los juadores de su país a retirarse del campo. Se trataba del jeque Fahid Al-Ahmad Al-Sabah, presidente de la Federación Kuwaití de Fútbol y hermano del emir de Kuwait. Sigue bajando hasta llegar al campo de juego, extrañamente sin ser interrumpido por la fuerzas de seguridad que rodeaban el césped, que inclusive lo protegieron de los fotógrafos que se amontonaban a su alrededor. Luego de sostener una breve conversación con el árbitro del encuentro, este decidió anular el gol y reanudar el juego. No volvió a arbitrar oficialmente nunca más.