Uno de los grandes juicios de la historia es el de Jesús y es inevitable encontrar factores jurídicos en este pasaje bíblico. Y sobre todo, indicios sobre el rol del Mesías como un experto jurista a pesar de que varios factores no le permitieron dedicarse a la ley.
Uno de los tantos problemas al explorar este tema es que no se conservan actas o escritos del proceso mismo, salvo observaciones de terceros que se encuentran en los evangelios. Incluso en los que no fueron aprobados por la iglesia, más allá de los cuatro textos que todos conocemos.
La verdad es que Cristo fue sometido a dos procesos: uno ante el Sanedrín y otro ante el prefecto de Roma. En esos dos procesos, fue condenado a morir.
Las acusaciones
En ambos tuvo que lidiar con acusaciones como la blasfemia, no respetar el Shabbat, amenazar con destruir el Templo, mago engañador y de bastardo. Estas faltas eran sancionadas con la lapidación, la decapitación o la crucifixión.
Y si bien Jesús fue finalmente crucificado, en más de una oportunidad estuvo cerca de ser lapidado por su supuesta blasfemia y luego de haber provocado la ira de los antiguos defensores de la ley. En la versión de la historia contada por Juan se relata, por ejemplo:
«Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue»
Ahora, no son pocos los que han revisado la historia del Mesías y han optado por calificarlo como un gran jurista. En el testimonio de Mateo podemos encontrar declaraciones en la que se atestigua que él estaba dotado de una gran habilidad para interpretar los textos sagrados que entonces eran la ley.
«… y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿Salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Él lo hizo así, y su mano fue restaurada. Ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús»
Jesús, el jurista
Se entiende que Jesús era un gran estudioso de la materia, pero que nunca tuvo la oportunidad de formarse de forma oficial en estas áreas por su condición de hijo nacido fuera del matrimonio.
Ser «bastardo» o «mamzer» te impedía formar parte de las congregaciones que dedicaban su vida al estudio del legado de Moisés.
Por lo tanto, el Nazareno jamás podría haber sido aceptado como intérprete o sacerdote. Incluso estaba prohibido de heredar, tener un cargo público o ser un miembro activo de la comunidad.
Con esto en cuenta entendemos porque Cristo era un especialista anónimo del derecho y porque las acusaciones en su contra resultaron ser una condena para la que no había vuelta atrás.
Jesús era una paria que se proclamaba Hijo de Dios, por lo que todo le jugaba en contra desde que fueron a capturarlo.
Por eso mismo, no sorprende que su proceso lo haya enfrentado en un silencio que solo se rompió para una frase especifica, según los los Evangelios canónicos.
Allí vemos que Jesús se limitó a contestar ante la pregunta del tribunal «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» A lo que él respondió:
«Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo»
Aunque Mateo 15:2 dicta una respuesta aún más corta y directa: Tú lo dices.
Podemos suponer que ya sabía, como entendedor de la materia, que estaba enfrentando a un sistema que estaba hecho para verlo perder.
Los más creyentes complementan esa idea al reconocer que su fe lo llevó a saber que Dios había predispuesto ese destino para él. Los amantes del derecho que leen LP, reconocerán tal vez una estrategia.