Industria legal: la agenda pendiente para su transformación en Latinoamérica

Los años 2019 y 2020, se han caracterizado por dos frentes. El primero, positivo, es que términos como Legal Innovation, LegalDesign, LegalTech, Legal Operations (o ‘Legal Ops’), Legal Project y todo lo que ya se hace en otras industrias, pero adaptado al mercado legal, ya han sido escuchados, leídos y/o conocidos por un gran número de abogados, gracias a la gran cantidad de eventos que se vienen desarrollando sobre estos temas.

Como referencia a lo dicho anteriormente, en 2016 solo se realizaron seis eventos enfocados a tocar temas “innovadores” para la industria legal en Latinoamérica. Durante este año 2020, se han celebrado más de 70, cifra que sigue en ascenso. Pero aún no es suficiente, el alcance logrado es 30% de la industria (este dato es comprobable).

El segundo frente al que hacía mención es que, tal vez con el buen ánimo de promover estos temas, muchos profesionales han tomado una batuta para, bajo el rótulo de conferencistas, expositores, ponentes y/o promotores, desarrollan estos temas en diversos espacios, sin embargo, el desarrollo de la exposición en muchos sigue siendo muy etéreo y  subjetivo, lo que genera que sea poco aterrizable a la realidad de la región, lo que impacta en la generación de una transformación real de la industria. Entiéndase, por favor, que no busco hacer una crítica, sino evitar un error que ya se ha cometido en otras latitudes y que invito a no repetir aquí.

Mi postulado es que un profesional, para exponer de un tema, debe estudiarlo por lo menos dos años y/o desarrollarlo de forma práctica y en proyectos tangibles (unos cuatro años), lo que permite brindar, un conocimiento aplicable a cada mercado y caso, en función de las distintas variables prácticas que pueden existir.

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el título del artículo? Pues la relación es que una de las cosas que he podido apreciar durante estos años es que hay aún una parte del camino que no hemos terminado de recorrer para poder generar que todos los términos mencionados al inicio de este artículo puedan llegar a masificarse en la industria y generar la tan anhelada transformación del sector.

Así, he realizado una investigación que arroja 12 puntos que, a mi juicio, siento están pendientes. Tal vez en muchos de ellos hay avances, pero unos árboles no hacen el bosque.

A nivel macro:

  • Levantamiento y sistematización de data actual de la industria legal
  • Revisión y cambio de percepción del rol del abogado en la sociedad
  • Reformulación de la curricula o formación universitaria
  • Formalización de la actividad profesional y creación de una agremiación que fomente la competitividad y transformación de la industria
  • Inversión en infraestructura base de TI para el desarrollo de actividades iniciales del abogado

A nivel micro:

  • Cambio de mentalidad y priorización de inversión de los líderes del sector legal (firmas de abogados, gerencias legales y organismos del Estado)
  • Utilización de organización, estructura, indicadores y modelos eficientes de dirección o gestión a todo nivel
  • Profesionalización e independización en la gestión de los diferentes entes del sector legal
  • Una mayor apuesta e inversión en profesionales y herramientas de soporte en su función y/o organización
  • Cambio de la relación del abogado con otras profesiones de soporte o complementarias
  • Fomento de la equidad, diversidad, inclusión en sus organizaciones
  • Revisión e implementación de:
    • Programas formativos para practicantes pre y pro
    • Esquemas remunerativos sostenibles, escalables y competitivos
    • Políticas de acoso laboral, así como otros temas referentes al capital humano (líneas de carrera, sistemas de evaluación, manual de funciones, etc.)
    • Plan de capacitaciones ante las nuevas exigencias del mercado (habilidades blandas, innovación, cultura digital, etc.)

Aunado a lo dicho anteriormente está que la coyuntura actual ha traído una agenda propia para las firmas de abogados de todo tamaño, en la que las prioridades han sido mantener los puestos de trabajo actual, ser sostenibles financieramente, adaptarse a todos las exigencias y cambios de los clientes -que no han dado mucha opción de negociación- y, como todos, ver la forma de reinventarse o adaptarse rápidamente a una situación que nadie sabe cuánto durará.

Finalmente, sigamos impulsando y promoviendo el ecosistema de innovación en la industria legal, pero no olvidemos que aún hay muchos puntos por resolver y que muchos de ellos seguirán frenando una transformación real que alcance a todos. Y cuando digo todos, no me refiero solo a los abogados, sino también a la sociedad.

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