Han transcurrido ya 22 años desde el sensible fallecimiento de mi padre, el maestro sanmarquino Raúl Peña Cabrera. Aunque hubiesen pasado muchas leguas de su muerte, igual sus ideas, su doctrina, sus pensamientos serían vigentes hoy.
Un jurista que llevaba y defendía su pensamiento programático hasta sus últmas consecuencias, y que no dudó pues en denunciar la inconstitucionalidad de la figura del terrorismo agravado, de la pena de cadena perpetua como la rebaja de la imputabilidad en el caso de estas ilicitudes penales, en pleno régimen dictatorial de la década de los noventa, cuando otros pseudojuristas hipotecaron sus ideas al gobierno de turno, tal como sucedió con el nacionalsocialismo en Alemania.
Nunca fue un acomodado a la época, que dirigía el discurso de política criminal para complacer a sectores totalitarios y extremistas. No dudó en denunciar, nunca hipotecó sus convicciones, ni su ideología discursiva a nadie. Nunca se dejó arrastrar por el mediatismo histórico hoy en boga, donde la ideología discursiva se impone a la razón que debe imperar en la interpretación y aplicación de la ley penal.
El operador jurídico no puede dejarse influenciar por factores externos, nunca debe perder su objetividad, en tanto el ius puniendi estatal constituye, se quiera o no, violencia institucionalizada, por lo que su legitimidad en un orden democrático de derecho, está subordinada a su racional interpretación, que solo puede garantizarla una dogmática penal ajustada a la Constitución, como lo pregonaba Raúl Peña Cabrera.
Su doctrina, su pensamiento dogmático y político criminal se extendió más allá del territorio nacional, penetrando en otras naciones latinoamericanas, no sólo por su majestuosidad y sistemática forma de elucubrar el análisis exegético de la ley penal, sino también por su coincidencia doctrinal con los más afamados penalistas latinoamericanos y europeos. Destacamos esto en mérito a que sus publicaciones más importantes, fueron prologadas por renombrados juristas, como Sebastien Soler (Argentina), Francisco Muñoz Conde (España), Eugenio Raul Zaffaroni (Argentina), Klaus Tiedemann (Alemania), Arroyo Zapatero (España), Fernando Carrasquilla (España), Valencia, E. (Colombia), Rivacova, M., etc.
Sus monografías se dedicaron al estudio del Derecho Penal. Parte especial; Delitos contra la vida, el cuerpo y la salud; El honor, la familia y la libertad y otros delitos más, tanto en el Código Penal de 1924 como de 1991. Así en este último, Delitos contra el Patrimonio; Delitos económicos; Tráfico ilícito de drogas; Los ilícitos tributarios y los delitos de terrorismo y traición a la patria. En el ámbito procesal penal, los Procesos penales especiales.
Así, no podemos dejar de mencionar la revista Debate Penal que dirigió monumentalmente y en la cual se recopilaron artículos de famosos penalistas, como Marino Barbero Santos, Pérez Pinzón, Alessandro Baratta, Montovanni y otros. Ya en sus últimos años de vida, fue penetrando paulatinamente en el desarrollo dogmático de la teoría de la imputación objetiva, recogiendo las posturas funcionalistas de Jakobs y Roxin, tal como se puede apreciar en su obra Tratado de derecho penal. Estudio rogramático de la parte general, cuya última edición salió precisamente a pocos meses de su fallecimiento. A pesar de los estragos de la enfermedad que lo aquejaba, igual desde su recámara seguía dirigiendo a sus discípulos en la elaboración de su literatura jurídico-penal.
Debo confesar que yo no fui discípulo en vida de mi padre, sino más bien post morten, a través de la lectura de sus obras, de la interiorización de su pensamiento en lo más profundo de mi tejido humano. Por eso puedo decir con orgullo que llevo su pensamiento y doctrina, no sólo en mi intelectualidad, sino también en lo más profundo de mi corazón.
Considero que homenajear a un maestro de tal talante no es suficiente con organizar magnos eventos académicos, merecidos claro está, sino evocar e invocar su doctrina, su pensamiento en el trabajo científico y en la jurisprudencia. En suma, Raúl Peña Cabrera fue y es un penalista innovador, constructor en su tiempo, lisonjero referente en la actualidad.
Alonso Raúl Peña Cabrera Freyre
7 de mayo del 2019