¿Son «tribunos» los magistrados del Tribunal Constitucional? En un interesante post difundido en su cuenta de Facebook, el profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Gorki Gonzales Mantilla, respondió esta interrogante.
A menudo vemos en diarios la expresión «tribuno» para referirse al abogado que ejerce el cargo de magistrado del Tribunal Constitucional. Siempre nos ha parecido una palabreja un poco tóxica y cargada de activismo que la aleja del concepto de juez.
Les dejamos pues las reflexiones del profesor Gorki Gonzales:
La denominación correcta es magistrado. Así está definido el nombre del cargo en la Constitución (artículo 201) y en la propia ley orgánica del Tribunal Constitucional. El nombre refiere la posición de quien está en capacidad de impartir justicia.
Al contrario, se podría decir que el uso de la expresión «tribuno» no corresponde al cargo y resulta, por decir lo menos, excesivo. Desde una perspectiva histórica, evoca al recordado tribuno de la plebe de la antigua Roma, cuyos orígenes se remontan al 496 antes de nuestra era. Esta autoridad política era elegida para defender la «libertas» del ciudadano, en realidad de los desamparados y más necesitados (Kunkel).
En tiempos recientes, incluso, sin perder su vínculo con sus orígenes, la expresión ha sido usada para nombrar a quienes por su posición política y su disposición ejercían alguna influencia para defender los derechos del pueblo. En este caso, la autoridad no provenía del cargo oficial sino de la legitimidad creada por su propia acción cívica y por el reconocimiento ciudadano. Aquí se tiene muy presente el caso de Francisco Mostajo Miranda, reconocido como tribuno arequipeño, ratificado por su actuación en defensa de los derechos y libertades del pueblo y en contra del dictador Odría en 1950. Este uso de la expresión «tribuno» no resulta compatible tampoco con la posición de quien imparte justicia.
Sin embargo, la razón que está detrás del uso indiscriminado de la expresión «tribuno» en nuestro medio, parece tener un origen más elemental y vulgar. Es una forma cursi, también se podría decir huachafa, para nombrar a una autoridad. Una práctica que usa las palabras para llamar la atención, con un fin enteramente trivial y caprichoso.
El magistrado del Tribunal Constitucional es un cargo destinado a realizar la función del juez en materia constitucional, para decidir el sentido de los derechos y libertades conforme a la propia Constitución. Este cargo no está previsto para cumplir la posición de quien hace las veces de un defensor del pueblo o de quien defiende a determinadas personas. Si no se tiene claridad sobre esto o se lo toma a la ligera, por ejemplo, con el uso de la expresión «tribuno», no se entenderá el significado de la institución, tampoco se sabrá cuál es su función ni cuáles son los límites de la misma. Y no vaya a ser que esta anomalía contagie a los propios magistrados, como quizás podría parecer por sus últimas resoluciones.