José León Barandiarán: «Yo soy abogado, no puedo arrogarme el título de jurista»

«El doctor José León Barandiarán es uno de los más prestigiados juristas peruanos. Ha sido abogado, profesor universitario, codificador, decano del Colegio de Abogados y ministro de Justicia. Pero además de todo ello, y quizá sobre todo ello, ha sido un auténtico investigador del derecho».

Amigos, compartimos con ustedes una verdadera joya que obraba en nuestro canal de YouTube. Se trata de la entrevista —de más de una hora— que le hiciera don Fernando de Trazegnies Granda al eximio maestro don José León Barandiarán el 25 de abril de 1984.

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Cualquier presentación queda corta frente a lo que significan para el derecho y las humanidades tanto el entrevistador cuanto el entrevistado y, sobre todo, frente a todo lo que se dijo en esa culta y amena charla. El primero, como es harto sabido, es uno de los últimos humanistas del derecho, mientras que el segundo es el más redomado exégeta que ha tenido nuestra patria.

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Fernando de Trazegnies Granda: El doctor José León Barandiarán es uno de los más prestigiados juristas peruanos. Ha sido abogado, profesor universitario, codificador, decano del Colegio de Abogados y ministro de Justicia. Pero además de todo ello, y quizá sobre todo ello, ha sido un auténtico investigador del derecho. Es por ello que no solamente a través de la cátedra, sino particularmente a través de sus libros, el doctor León Barandiarán es el indiscutido y reverenciado maestro de varias generaciones de juristas peruanos.

En realidad, la investigación jurídica, seria en derecho civil, casi podríamos decir que comienza en el Perú con León Barandiarán. Durante el siglo pasado hubo algunos juristas notables que escribieron libros importantes. Pero la mayor parte de ellos se proponen escribir sobre una visión filosófica del derecho, antes que una exégesis del texto positivo.

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Otros escriben diccionarios que pretenden ordenar el derecho positivo por tópicos alfabéticos. Dentro de esta línea de trabajo encontramos al precoz García Calderón, al riguroso Miguel Antonio de La Lama y al brillante Manuel Atanasio Fuentes. Pero estos diccionarios no son un esfuerzo doctrinario de elucidación del sentido positivo de la norma, ni de sistemática jurídica, sino que se limitan a organizar la norma de manera más accesible para los abogados y para los ciudadanos en general. Tarea muy encomiable y que actualmente nos hace mucha falta, pero ajena a la exégesis propiamente dicha.

Finalmente, otros juristas desplegaron una actividad editorial realizando publicaciones minuciosamente fieles de códigos y de leyes. Este es el caso de Miguel Antonio de la Lama, que fue uno de los juristas más completos de su tiempo, en tanto que filósofo del derecho, autor de diccionarios, editor de libros y gran abogado.

Sin embargo, el siglo pasado adolece de la falta de trabajos de interpretación y sistematización exegética. Solo unos pocos intentaron este camino como Toribio PachecoCesáreo Chacaltana Ricardo Ortiz de Zevallos. Pero las ideas de la época sobre derecho, fuertemente teñidas de elementos metafísicos, y la pobreza de nuestro medio en este campo, dieron como resultado trabajos muy modestos.

En el siglo XX, son quizá Ángel Gustavo Cornejo y Julián Guillermo Romero los verdaderos precursores de la exégesis. Pero quien verdaderamente la lleva a cabo con todo rigor, con una profundidad y con una información antes inigualada, es el doctor José León Barandiarán, basándose en un conocimiento verdaderamente enciclopédico.

El doctor León Barandiarán penetra en los textos civiles peruanos, no solo con la ayuda del Código Civil alemán y del Código Civil francés, que son el padre y la madre de nuestra legislación civil vigente, o del Código argentino o brasilero, que nos interesan por la similitud con la realidad latinoamericana a la que están dirigidos, sino valiéndose además de códigos aparentemente «exóticos», como el Código turco, el Código japonés, que el doctor José León Barandiarán maneja con gran facilidad y que, siendo también inspirados en el derecho francés, son de alguna manera familia nuestra y constituyen una pauta para la interpretación de los principios franceses que forman nuestra legislación.

Este riguroso y documentado método genealógico de interpretación de nuestro sistema legal, con el objeto de señalar sus características propias, en el seno de esta ilustre parentela de órdenes jurídicos, no la había aplicado nadie en el Perú antes del doctor José León Barandiarán.

Es pues, en razón de esta vida ejemplar consagrada al derecho, que hoy quisiéramos conversar con él, para conocer aquello que no aparece en los libros, aquello que puede citarse entre los espacios en blanco entre las líneas escritas. Queremos conocer hoy, no los libros, sino al autor que se encuentra detrás de ellos.

Doctor José León Barandiarán, no cabe duda de que usted tiene una personalidad multifacética, una personalidad volcánica que ha desarrollado sus actividades en numerosos campos de la cultura, el derecho, la literatura, la enseñanza, la filosofía, y hasta la función de gobierno. Me gustaría comenzar preguntándole cómo se ve usted a sí mismo. Si tuviera usted que definirse, ¿diría de usted mismo que es un abogado, que es un jurista, o quizá daría una definición distinta de usted? ¿Quién es José León Barandiarán para José León Barandiarán?

José León Barandiarán: Ante todo, muchas gracias por esas palabras tan cariñosas y tan sentidas. En cuanto a esta primera pregunta, en realidad el «conócete a ti mismo» es muy difícil. Es muy difícil que uno mismo sepa quién es uno mismo. Al parecer es una paradoja, pero así es.

Yo, en lo que se refiere a la actividad jurídica, he desenvuelto mi trabajo fundamentalmente en dos campos: el campo de la enseñanza con la publicación de libros; y el campo del ejercicio de la abogacía.

La verdad formal es que yo soy abogado, no soy jurista como algunos dicen, ni cuasijurista, sencillamente porque la profesión de jurista no existe. Se llama así por las gentes a una persona, jurista, cuando hace estudios muy profundos y muy creadores del derecho. Yo no he hecho una labor exegética de información, de trabajo, de conocimiento y reconocimiento e interpretación de las normas jurídicas. No he hecho ninguna creación. No puedo tener pues el título, arrogarme el título de jurista.

De tal modo, reconozco que gran parte de mi actividad está compartida entre esta profesión de abogado que la he ejercido en cierto modo y la sigo ejerciendo, pero ahora de una forma muy estricta simplemente como consultas profesionales, pero ejercida como un modus vivendi fundamentalmente; y después he tenido, claro, continuamente el estudio que he tenido que hacer y la publicación de libros.

Fernando de Trazegnies Granda: Todos conocemos que una de las virtudes del doctor José León Barandiarán es su modestia. Y cuando él nos dice que no ha hecho ninguna labor creativa, realmente debemos comprender esto dentro de este contexto, porque sus obras están plenas de una exégesis creativa. Es una exégesis inteligente y profundizadora de los textos legales con la idea de permitir una aplicación mucho más completa y más rica de los textos legales.

Doctor, nos gustaría conocer cómo una personalidad con tantos intereses como la suya, tan compleja, con tantas preocupaciones, con tanto interés por tantos campos de la vida y el espíritu, cómo es que usted se orientó hacia el derecho. ¿Por qué le interesó el derecho?, ¿cómo ve usted el derecho?

José León Barandiarán: Primeramente, ¿por qué me interesé por el derecho? En realidad creo que no tenía otro término en la alternativa. Yo estudié el colegio de media en Chiclayo, en San José, ahí terminé mi media. Yo pertenecía a una clase social alta en provincia, aunque no rica pero más o menos distinguida.

Entonces, era curioso cómo en esa época (hablo cuando yo termine mi media, el año 16), en esa época en provincia, muy curioso, la mayoría de las gentes estudiaba primaria, y solamente algunos estudiaban media. La primaria ya estaba generalizada en la instrucción en la época de Pardo. Pero no todos iban a media. La media nos servía para una mayor cultura, pero después no sabíamos qué hacer cuando terminábamos la media. Se plantearon alternativas todos. Por ejemplo, nosotros salimos como 16 alumnos en cuarto año de media, y solo creo que seis vinimos a estudiar a Lima. Los demás se quedaron en Chiclayo o en Lambayeque, en alguna actividad. Por ejemplo, en un negocio de su padre o un empleo.

Yo me planteé esa alternativa, ¿qué hago?, ¿me quedo aquí en Chiclayo? Mis padres no tenían ningún negocio propio, entonces tenía que ser un simple empelado, o podía estudiar una profesión. Pero qué profesión. En ese tiempo no había sino las siguientes profesiones: la facultad de teología, para sacerdotes y teólogos; la facultad de letras para abogados, la profesión de ciencias para médicos, y la escuela de ingenieros. Entonces, yo vi que estaba más familiarizado era con humanidades y letras, y por eso vine a estudiar letras, y después ya estudié derecho.

Fernando de Trazegnies Granda: De manera que su camino hacia el derecho es un camino en realidad básicamente por las letras.

José León Barandiarán: Como las letras era todo para luego ya pasar a la jurisprudencia, yo pasé por letras. Aunque en realidad no me interesó mucho el estudio de las letras porque era muy pobre, pero lo que sí me interesó fue el derecho, y fui un buen estudiante, cuando menos.

Fernando de Trazegnies Granda: Usted hizo su secundaria en Chiclayo, de manera que usted al igual muchos de los personajes importantes del Perú, es una persona que viene de provincia. Sería entonces interesante conocer cómo era el derecho en provincias. ¿Cómo era el derecho en Chiclayo en esa época, cómo eran los abogados de esa época?

José León Barandiarán: En realidad no había mayor desarrollo de la abogacía. Yo en verdad gran parte de mi vida la pasé en Lambayeque, no en Chiclayo mismo. Lambayeque era una pequeña ciudad, aunque de ilustre abolengo, pero ya en decadencia. No tenía más de cinco mil habitantes, era una ciudad rústica sin mayor movimiento. Y no había más que un solo abogado, un solo abogado que hacía lo civil y lo penal, porque en ese entonces no había distinción. No era un modelo para mí.

En Chiclayo no había igualmente una vocación jurídica, porque Chiclayo no era una capital de Corte, y dependía de Trujillo, solamente el año 23 se creó la Corte. Entonces no había grandes abogados, fuero de Cornejo. Cornejo era una figura que conocí desde niño y que me impresionó mucho. Yo fui amigo del hijo de él, y en general mis padres eran muy amigos.

Fernando de Trazegnies Granda: Después usted vino a estudiar a Lima y entiendo que todos sus estudios universitarios fueron realizados en esta ciudad. ¿Qué significa para un estudiante inquieto de provincia venir a estudiar a Lima?, ¿tuvo usted dificultades de adaptación?, ¿sintió nostalgia por su ciudad y por su familia?, ¿sintió hostilidad o acogida por el medio limeño?, ¿cree que sería el mismo José León Barandiarán que ahora conocemos si no hubiese venido a Lima?

José León Barandiarán: Si yo no hubiera venido a Lima claro que no sería el mismo. Si me hubiese quedado en provincia y habría sido un empleado o un autoempleado quizá, nada más. Ahora mi venida a Lima sí me choco un poco, porque encontré una gran diferencia entre provincia y Lima, pero no hubo hostilidad.

En ese tiempo habían clases sociales, aunque no formalmente existentes, pero de hecho había clases sociales distintas. Por ejemplo, había una aristocracia muy cerrada, había una clase media y habían los provincianos, y eso se notaba mucho en la universidad. En la universidad los provincianos siempre eran los más amigos, los limeños eran gente acomodada, rica, pero habían buenas maneras en general, hostilidad de ningún modo, pero en general cierta distinción.

CONTINÚA…

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