El mito de la división de poderes en el Perú

1382

Sumario: 1. Introducción, 2. Origen del estado y razones por las cuáles se divide el poder, 3. El mercantilismo o mercado político, 4. El poder ejecutivo expide casi el cien por ciento de las normas, 5. Formas de dividir el poder y de reducir la corrupción.


1. Introducción

Cuando acudí a la Universidad me enseñaron que fue Charles Louis de Secondat, el Barón de Montesquieu, quien en el año 1748 le dio vida al principio de la división de poderes, ya que pretendía contrarrestar la perniciosa concentración de poder en una sola autoridad, la cual era amenazante con los derechos de las personas. Con el pasar de los años, tomé conciencia que fue el tiempo y los recursos limitados frente al aumento de las demandas políticas los que en realidad originaron esta delegación de responsabilidades. Entonces esta división de poderes en el fondo tenía también un sentido económico.

Cuando llevé el curso de introducción al derecho, me decían que era el poder legislativo el que dictaba las leyes, el poder ejecutivo el que las ejecutaba y el poder judicial el que velaba por su correcta aplicación. Sin embargo, cuando revisaba el diario el peruano algo no encajaba con la estructura mental que me habían creado en la universidad, ni tampoco con la que se había formado gracias a las varias e incansables horas de lectura. En realidad, lo que pasaba, era que el poder ejecutivo emitía casi el cien por ciento de las normas y el poder legislativo apenas emitía un porcentaje minúsculo.

Me preocupé porque se estaba echando por la borda el gran legado para la democracia del Barón de Montesquieu y el sentido económico estaba cayendo en un sinsentido que me hacía dudar de la eficiencia del poder gubernamental. Me consolaba al saber y mantener aún la esperanza de que las leyes se originaban como consecuencia de un proceso evolutivo de las sociedades y que cada ley era consecuencia de ese progreso social.

Aunque nuevamente la realidad me abofetearía en la cara. Existía un mercado político. Así como lo leen, un mercado político que tiene ofertantes y demandantes. Un mercado político en donde se produce un producto que se pone a la venta y que tiene un precio, llamado ley. Un mercado político que también se llama. Mercantilismo.

Entonces ya no podía confiar en la buena fe para expedir leyes del poder ejecutivo, quien inexorablemente le pondría un precio a la ley, para que así pueda responder a los intereses particulares de ciertos grupos de presión, lo cual conllevaría necesariamente a la corrupción.

Arruinado en mis expectativas tenía que aceptar esta realidad inminente, replantearme todo y buscar siguiendo los hábitos de mi espíritu conspirador, una salida para volver a los orígenes de este principio que no solo era retórico, sino que además resultaba eficiente, debido a que consideraba que si se aplicaba correctamente podría contribuir a una reducción considerable de la corrupción.

2. Origen del estado y razones por las cuáles se divide el poder

Cuando empecé a leer algunos libros sobre la teoría del estado, Raúl Ferrero Rebagliati me enseñó que existían múltiples teorías que explicaban el nacimiento del estado. Una era la organicista que consideraba que el estado era como un ser humano que tenía diversos órganos y que era un producto de la evolución histórica.

Otra tenía que ver con la lucha de clases que culpaba al sistema económico de haber creado un estado que aseguraba los privilegios de las minorías. Por otro lado, estaba la teoría contractualita, cuyos representantes Hobbes y Rousseau pensaban que fue un pacto social el que originó el estado. Y no podía faltar, la teoría de la naturaleza social del hombre, la cual postulaba que son sus necesidades las que lo llevan a asociarse y a darle nacimiento al estado.

Teorías que con el tiempo me empezaron a parecer aburridas y rutinarias, hasta que conocí una teoría simpática, por lo original y sincera.

Estoy hablando de la teoría de Murray Rothbard quien mencionaba que el estado había nacido prácticamente del uso de la fuerza. Poniendo como ejemplo a un comerciante llamado López que se dedicaba a la venta de melones y que de forma abusiva e injusta había eliminado la competencia en ese mercado, haciéndose con un monopolio que obligaba a los consumidores a comprarle a pesar de la paupérrima calidad. Bueno pues, López era el estado y así había nacido.

Una vez que ya había nacido el estado, sea como fuere, había que explorar cuáles fueron las razones que originaron esta división de poderes. Entre ellas estaban las siguientes:

1.- Como dije fueron el tiempo y los recursos limitados frente a la creciente demanda política de los grupos de interés la que hicieron necesaria la división de poderes.

2.- Recuerdo que Richard Posner había sostenido que, “…la separación de poderes podría disminuir efectivamente, en lugar de aumentar, los costos gubernamentales, al permitir una explotación más completa de la división del trabajo.” De tal manera que la idea que precedió a la división de poderes tenía que ver con la reducción de costos y el aumento de la eficiencia a través de la división del trabajo.

3.- Richard Posner también dijo que, fue la intención de monopolizar el poder coercitivo del estado, la que originó la división de poderes, toda vez que si el estado quería apoderarse de este sector debía expedir leyes, ejecutarlas y administrarlas en su aplicación. Y sin duda, lo consiguió.

Estas son algunas de las razones que podrían explicar y darle un sentido lógico al nacimiento de la división de poderes propuesta por el Barón de Montesquieu.

3. El mercantilismo o mercado político

Dicen que fue allá por el siglo XVI con la llegada de los españoles cuando se instaló en el Perú el sistema económico mercantilista. Aquel sistema según lo mencionado en la obra El Otro Sendero que pude leer gracias a un docente de mi universidad que vivía encandilado por el análisis económico del derecho, tenía que ver con la oferta y demanda de privilegios monopólicos utilizando la maquinaria del estado.

Para Adam Smith, “…el mercantilismo era equivalente a la demanda de reglamentación y rentas particulares de los comerciantes e industriales y su satisfacción por el estado.” Incluso este tipo de sistema económico era tan nocivo que tanto Marx como el mismo Adam Smith lo combatieron enérgicamente.

Algunos historiadores como Eli Heckscher consideraban que el mercantilismo era una forma de capitalismo antidemocrático. Aunque es Bruce Benson quien tiene una visión un poco más directa y sincera acerca de las cosas y le llamaba por su nombre a este tipo de sistema, le llamaba mercado político, el cual está compuesto naturalmente por ofertantes y demandantes y un producto que tiene un precio y que se llama ley.

Aunque serán Chamblis y Seidman quienes sostengan que: “todo estudio detallado acerca de la aparición de las normas legales a mostrado inequívocamente la inmensa importancia de los grupos de interés como la variable crítica a la hora de determinar el contenido de las leyes.”

Es evidente que en la actualidad continuamos embadurnados por el legado español del siglo XVI, es decir somos un país mercantilista o un mercado político, lo cual conlleva a que el derecho no sea uniforme y que los actos de corrupción se den todos los días, debido a que las leyes como dije, tienen un precio y nuestros políticos o funcionarios públicos la ponen a la venta todos los días.

4. El poder ejecutivo expide casi el cien por ciento de las normas

Hace mucho tiempo que dejé de creer en la teoría, pues ella me había venido engañando de la forma más baja y vil. Primero me había asegurado que en el Perú existía una división de poderes, pero eso era falso y segundo me había dicho que las leyes se hacían y se ajustaban de acuerdo con el progreso social.

¡Todo es falso!, no hay ni división de poderes, ni tampoco leyes que evolucionan conforme al progreso social. En el año 1986 en la obra El Otro Sendero pusieron al descubierto que no existía división de poderes, mostrando para ello, de forma categórica que entre el año 1947 y 1985 el poder ejecutivo había expedido casi el cien por ciento de las normas, era una locura.

Luego fue ese mismo libro y el libro Justicia Sin Estado de Bruce Benson los que me enseñaron que existían grupos de interés que les compraban las leyes a los políticos o funcionarios públicos quienes se las vendían por un buen precio.

El Perú en la actualidad sigue igual y esto no solamente va en contra de la división de poderes, sino que además acrecienta la corrupción en este pobre país, pues, aunque suene raro, la corrupción ahora se concentraba en pocas manos. Me refiero en las manos porosas del poder ejecutivo.

5. Formas de dividir el poder y de reducir la corrupción

Como dije, mi espíritu conspirador me hacía elucubrar diversas teorías para salir de esta película de terror. Yo sentía que se abusaba de la inocencia de la gente, de la inocencia de los estudiantes de derecho quienes estaban dormidos mientras los políticos y funcionarios públicos saqueaban el país. Sentía que no había decisión política para acabar con todo esto.

Sentía que en realidad nuestro enemigo no era ni la izquierda ni la derecha, sino más bien ese sistema de incentivos legado desde hacía varios siglos, que hacía que los políticos les pongan precio a las leyes. Sentía que la teoría sobre el principio de la división de poderes que el Barón de Montesquieu nos había legado, era solo un cuento de literatura, era solo ficción, y que todos se burlaban de ella.

Aún había esperanza, la cual estaba, no en una reforma de la constitución para quitarle las facultades legislativas al poder ejecutivo como me dijo alguna vez Lucas Ghersi, sino más bien en democratizar el derecho. Es decir que todos podamos hacer derecho, expedir normas y así empezar a recuperar y a aplicar la división de poderes de forma correcta, pues le íbamos a generar con esto al poder ejecutivo un real contrapeso. Era sencillo, solo había que reconocer que el contrato servía como un método para legislar, que todos al celebrar un contrato teníamos la oportunidad de crear leyes y que estas serían obedecidas por nuestro propio interés.

Y que estas leyes podían ser esparcidas por la imitación, claro siempre y cuando sea conveniente para nuestros intereses. Esta forma de entender el derecho sin duda reduciría la corrupción que alberga hoy en día el poder ejecutivo, pues las leyes ya no tendrían precio, las leyes ya no solo serían elaboradas por las personas que tengan poder e influencia política, las leyes serían del pueblo y para el pueblo.

La corrupción desaparecería por un efecto llamado sustitución, incluso los poderosos, esa pequeña minoría, dejarían de usar al estado para satisfacer sus intereses, porque ahora ellos, podían hacerlo a través de un contrato que estaría al alcance de todos, desde los más pobres hasta los más ricos. Todo se trataba tan solo de imaginar métodos distintos a los convencionales, así se recuperaría el Perú de los saqueadores.

Bibliografía

Benson, B. (1990). Justicia sin Estado.
De Soto, H. Ghersi, E. Ghibellini, M. (1986). El otro sendero.
Rothbard, M. (1982). La ética de la libertad.
Heckscher, Eli. (1934). Mercantilism.
Chamblis y Seidman. (1971). Law, Order, and Power.

Sobre el autor

Abogado por la Universidad Privada Alas Peruanas. Magister en Gobierno y Gestión Pública, por la Universidad Privada San Martín de Porres. Autor del Libro titulado, “Desalojo en la Función Notarial. Ontología Jurídica para la Proyección de Leyes y Normas.” Autor del artículo titulado, “La importancia de la filosofía, en el derecho, el sistema de justicia y en la propiedad privada.” Autor del artículo titulado, “La filosofía objetivista, su entendimiento y aplicación en el derecho contemporáneo.” Autor del artículo titulado, “La perversión de la ley es innegable, un análisis y propuesta de la verdadera función de la ley. “Autor del artículo titulado, “El contrato como metodología para legislar y ejecutar obligaciones.” Autor del artículo titulado, “La propiedad común y su distribución eficiente.” Autor del artículo titulado, La víctima como un fin, antes que como un medio de los intereses burocráticos. Autor del artículo titulado, la flagrancia es imposible si los incentivos de la policía están dirigidos a esperar la comisión de los delitos.

Actualmente trabaja como Abogado en el área legal del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, viendo casos sobre violencia contra la mujer y los integrantes del grupo familiar en el marco de la Ley 30364.

Comentarios:
El autor del presente artículo es abogado por la Universidad Privada Alas Peruanas. Magíster en Gobierno y Gestión Pública por la Universidad Privada San Martín de Porres. Autor del Libro titulado Desalojo en la función notarial. Ontología jurídica para la proyección de leyes y normas. Autor de los artículos titulados “La importancia de la filosofía en el derecho, el sistema de justicia y en la propiedad privada” y “La filosofía objetivista, su entendimiento y aplicación en el derecho contemporáneo”.