El reciente accidente del actor Alec Baldwin, que acabó con la vida de la directora de fotografía Halyna Hutchins con una pistola de fogueo, nos lleva a conversar sobre el uso de armas en la realización de los grandes clásicos del cine y la televisión. Un mundo lleno de mitos y leyendas sobre el verdadero peligro que puede significar un balazo en la ficción.
Por eso, en esta publicación buscamos explicar el funcionamiento de las armas de fuego en grabaciones y el respeto con el que debe tratarse a estos elementos que no son solamente utilería.
¿Se usan armas de verdad?
Sí y no. En cintas dedicadas completamente a la acción, con primeros planos de las armas, se usan armas de verdad que han sido adaptadas para utilizar balas de fogueo. Esto con la intención de que se vean realistas ante la cámara y los espectadores más avispados, que podrían reconocer fácilmente una herramienta hecha de plástico. Y porque la realización de un utensilio hiper realista podría costar lo mismo dentro del mercado las replicas profesionales.
Un ejemplo de esto lo encontramos en Zodiac (2006), sin que esta sea una cinta de acción desenfrenada. Cuando el asesino ataca a una pareja cerca a un lago, en un momento la pistola se acerca en exceso a la cámara para hacer sentir al espectador el peligro del contexto. David Fincher, director de la propuesta, usa una lente diferente para que el arma se vea aún más cerca de lo normal y para eso se uso un pistola adaptada.
Cada disparo con un arma de este tipo deja huellas de pólvora, estaño y otros elementos que deben limpiarse entre toma y toma. Gracias a estas sustancias los disparos tienen el sonido y los flashes de luz que vemos en pantalla. Y gracias a ese proceso, las armas adaptadas pueden generar mucho daño si son apuntadas de cerca contra otro individuo.
Recordemos que una bala de fogueo sigue siendo una bala. Y las balas de fogueo son fáciles de confundir con balas reales, siendo el motivo principal de este tipo de hechos fatales. Es común que esto suceda si el encargado no está preparado como corresponde. Aunque eso lo exploraremos más adelante.
Pero todo esto es para tomas que requieren mostrar detalle de las armas. El resto de tomas se realiza con replicas de plástico ya que es un elemento que estará en segundo o tercer plano. Cuando un pistolero tiene su arma en su estuche, por ejemplo, no se requiere tanto realismo.
¿Por qué no se reemplaza las armas con efectos especiales?
Algunos estudios lo hacen, pero hay varios factores a considerar.
El más importante es que los efectos especiales o CGI es realmente caro de usar. Y el precio se eleva cuando se requiere que las armas ejecuten acciones básicas como disparar, ya que hay que realizar una animación especial para cada disparo. Ese es un lujo que pocos estudios pueden darse, entre ellos Marvel Studios que cuenta con el presupuesto de Disney detrás.
Por ejemplo, en esta escena de Spider-Man: Far from home (2019) podemos ver a Samuel Jackson sujetar utilería de plástico que se asemeja al gatillo, pero el resto del cuerpo se completa con efectos especiales. Eso a pesar de que el arma ya se disparó y en el resto de la escena solo tiene fines de amedrentamiento contra un personaje secundario.
Sin embargo, hay otro motivo por el que los estudios no reemplazan las armas adaptadas a fogueo por efectos especiales. Y es porque cumplen un rol orientativo para el director, los actores y el equipo de producción.
El sonido del fogonazo es la clave que requieren los actores y dobles de acción para poder reaccionar, ya sea lanzándose al suelo heridos, huir o «morirse». En paralelo a eso, es el sonido que el equipo de producción usa para dejar correr los chorros de sangre o mover la cámara de un punto A a un punto B.
¿Cómo evitar un accidente laboral y mortal?
Antes de profundizar en este punto, sería correcto señalar que, criminológicamente hablando, el autor del disparo no es el responsable en un accidente que cobre una vida. A menos que él mismo haya manipulado el arma de forma intencional. En un caso convencional, se señala siempre como responsable al encargado de revisar las armas.
Con eso claro, podemos entender que el problema no son las armas y la culpa radica en el manejo que se hace de ellas. Por lo que hay que considerar un par reglas importantes al momento de trabajar en una filmación.
La primera es que la producción debe contar con un armero o especialista en armas de fuego que sea un profesional con amplia experiencia. Y el cuidado siempre debe ser minucioso hasta un punto exagerado, ya que se está protegiendo la vida del equipo.
Lo segundo es que los actores y extras deben llevar entrenamiento en el manejo de armas de fuego. Y esto no se aplica solo para los héroes de acción, sino para cualquier estrella que deba tener en sus manos una pistola. De esta forma se obtiene realismo y también seguridad en todo tipo de escenas.
Esta escena de Contracara (1997) es un ejemplo perfecto de la falta de profesionalismo en este aspecto, con John Travolta sujetando el gatillo en una escena en la que no tiene ninguna intención de suicidarse. Es un jugueteo que pudo haber terminado muy mal en caso de que esa arma estuviera cargada, pero que sí demuestra un pésimo manejo por parte del actor.
Ejemplos positivos hay muchos. Robert De Niro en Heat (1995) y Keanu Reeves en John Wick (2014) son algunas demostraciones de profesionales que pasaron por intensivos cursos para mostrar letalidad ante las cámaras. Pero siempre de forma responsable con todos los que compartían escena.
Tragedias similares
Antes del caso de Alec Baldwin, al hablar de estos temas pensábamos siempre en Brandon Lee y El Cuervo (1994). El hijo de Bruce Lee murió en 1993 tras recibir una bala de calibre 11 mm en lugar de un cartucho de fogueo, ya que el encargado las reemplazo por problemas de presupuesto. Aunque el caso sigue estando rodeado de leyendas urbanas.
Otro caso, menos popular, es el del actor Jon-Erik Hexum. Alcanzó algo de fama en Estados Unidos como galán de series como Cover Up, donde falleció al dispararse en la sien con una pistola de fogueo como una broma al elenco. El disparo perforó el cráneo y dañó el cerebro de forma letal, falleciendo en 1984 a los 27 años.
Menos conocido y más reciente es el caso de Johann Ofner. En el 2017, murió de un disparo en el pecho mientras participaba en un video de hip hop en Australia. Todos los ensayos de la grabación se realizaron sin probar realmente las armas y las investigaciones señalaron que se usó munición de fogueo no aprobada por las autoridades.