Por: Shoschana Zusman Tinman*
1. El objetivo de un texto legal es la transmisión efectiva y persuasiva de la información. La transmisión efectiva supone (i) precisión (información correcta, no una aproximación); (ii) eficiencia (presentación de la información de manera que el lector la entienda); y (iii) de fácil recordación (que lo olvide lo esencial de lo leído). La transmisión persuasiva implica, por su parte, introducirse en el mundo del lector e inspirar confianza en el análisis.
2. No comenzar a redactar si no se tiene claro (i) el propósito del documento (atacar, conciliar, comunicar, opinar); (ii) los lectores a los que se dirige; y, (iii) el plan o esquema del documento. Si se comienza sin haber aclarado esos aspectos, aunque uno crea que está ganando tiempo; en realidad, lo está perdiendo. Es preferible utilizar el tiempo en pensar en un desarrollo lógico que en escribir directamente sin haberlo pensado.
3. Antes de comenzar preguntarse cuál es la gran idea, es decir, cuál es la esencia del caso. Todo debe girar alrededor de esa idea.
4. El redactor tiene que tener claro que el lenguaje no es objetivo y que su labor en una controversia es dar la versión que más convenga a su cliente. Eso no ocurre en un informe de opinión, donde lo que se le pide al redactor es una apreciación de las circunstancias para permitir la toma de una acción.
5. La primera regla de redacción es conoce a tu lector. Ello, porque la opción que se tome sobre contenido y estilo depende del lector al cual se dirige (cliente, juez, contraparte, etcétera).
6. La correcta aplicación de la regla conoce a tu lector implica: (i) determinar si hay más de una audiencia (cliente, sus abogados, terceros) y la habilidad de lectura del receptor (i.e no conoce bien el castellano); (ii) tener claro lo que la audiencia ya sabe; (iii) tener claro qué tan complejo es el tema materia del escrito y cuánta información es necesario dar; (iv) tener claro qué tan buena es la relación con el lector (i.e de qué lado está) (v) establecer qué estilo es el más conveniente para la audiencia (formal si no se conoce al lector, informal si lo conoce); (vi) determinar qué espera la audiencia del documento (un análisis profundo, un esquema, etcétera); (vii) tener clara cuál será la reacción del lector frente al mensaje (i.e buenas o malas noticias); (vii) analizar los objetivos propios: ¿hacer un análisis brillante o transmitir credibilidad? ¿Protegerse en el futuro? Evitar el egocentrismo, cobardía (no decir la verdad), codicia (no desperdiciar el trabajo realizado, por lo cual se incluye en el texto lo que no es necesario), arrogancia profesional (sonar como abogados).
7. Antes de redactar, analizar las limitaciones que las circunstancias imponen: ¿cuánto tiempo se tiene y cuánto esfuerzo es necesario poner en el tema? Si uno no está seguro de poder cumplir en el tiempo prometido con el rigor o la profundidad que la situación amerita, mejor no comprometerse.
8. Redactar solo, nunca en equipo. La redacción en equipo crea confusiones por la distinta manera de aproximarse a un tema y por la diferencia de estilos. Esos defectos traban la lectura.
9. Disponer de un tiempo relativamente prolongado para escribir. No es conveniente escribir unos minutos, para luego responder llamadas o asistir a reuniones y retomar la redacción. Por eso, el tiempo para redactar debe ser planificado.
10. Instalarse en un ambiente cómodo y tranquilo, es decir, sin interferencias de teléfono, correo, etcétera.
11. No dejar la redacción en manos de personas inexpertas (i.e practicantes). La redacción requiere destreza y experiencia. Y es clave para el proceso de persuasión. Los abogados principiantes deben aprender de los abogados con experiencia.
12. Lo más conveniente es que quien redacta sea el que ha hecho la investigación. Eso no impide contar con el apoyo de asistentes de investigación. 13. No dividir el documento entre varios redactores, pues no es posible que los estilos sean iguales, lo cual dificulta la lectura.
14. Tener claro que se escribe para los lectores, no para uno mismo. Eso significa que no hay necesidad de exponer al lector todo el recorrido mental del redactor. Eso sería como pedirle a un médico que explique al paciente cómo interpretar los análisis de laboratorio.
15. Tener claro que, a mayor riqueza de lenguaje, mejor redacción en términos de precisión y flexibilidad. La lectura ayuda mucho para dicho fin.
16. Tener, finalmente, presente que la redacción no sólo comunica información. Comunica una actitud, que tiene que ver con el carácter (ethos). Eso es inevitable. Un texto dice mucho del redactor. Por eso, un buen texto es aquel que transmite honestidad, corrección e inteligencia, lo que redunda en credibilidad. Y un buen texto es, normalmente, simple y enfocado en el punto central de discusión.
* Tomado de Zusman Tinman, Shoschana. 2011. Tips: 100 consejos útiles de redacción legal. IUS ET VERITAS 21 (43), 347-348. Disponible en: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/iusetveritas/article/view/12070.