El conflicto legal entre una pareja de hombres homosexuales y un chef de repostería cristiano, que data del 2012, llegó a su fin con el pronunciamiento este lunes de la Corte Suprema estadounidense, donde ha procurado responder: ¿cuánto se puede limitar el ejercicio de la tolerancia en un Estado de derecho, por nuestros credos o convicciones personales? Este celebérrimo caso ha ocasionado un debate jurídico alrededor de los límites de la libertad religiosa, la tolerancia sexual y la libertad de expresión.
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Charlie Craig, de 37 años, y David Mullins, de 33, sostuvieron esta batalla desde hace cinco años. Su principal argumento fue el luchar porque los clientes de la comunidad LGTBI puedan elegir libremente lo que deseen comprar sin restricciones, apelando a la tolerancia de una sociedad democrática. La pareja había ganado el caso en la Comisión de Derechos Civiles de Colorado y en la Corte de Apelaciones del mencionado Estado; sin embargo esto no aseguró su victoria en la Corte Suprema.
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Por su parte, el cocinero de credo cristiano, Jack Phillips, describe el trabajo que realiza como un acto artístico, y que por tanto no se le puede obligar a expresarse de un modo en particular, ya que atentaría con su libertad personal defendida constitucionalmente. Asimismo, sustenta su negativa en la libertad religiosa protegida por la Primera Enmienda, por lo que no podría utilizar su “talento” que exprese un mensaje contrario a las convicciones que maneja. El chef contó con el respaldo de más de 20 estados del país, decenas de legisladores y grupos cristianos conservadores. Además, la presión del gobierno de Trump para que obtenga un fallo favorable.
El caso fue resuelto por 7 votos a favor del panadero y 2 en contra. Las juezas Ruth Bader Ginsberg y Sonia Sotomayor se mostraron en contra del fallo en mayoría, mientras que los representantes más conservadores de la Corte Suprema, entre quienes se encuentran el juez presidente John Roberts, coincidieron en que la comisión de Colorado, que había decidido que el comerciante debía atender a todos sus clientes independientemente de su orientación sexual, demostró una “animadversión evidente e inaceptable” hacia la religión.