Sumario: 1. Introducción, 2. La voluntad general en Naruto y Rousseau, 3. El contrato social y la legitimidad del poder político, 4. Implicaciones éticas y jurídicas, 5. Implicaciones en la formación del estado y la ciudadanía, 6. Naruto como representación del ciudadano ideal en el contrato social, 7. Conclusión.
1. Introducción
El manga Naruto, con su trama épica y sus personajes carismáticos, ha cautivado a millones de lectores en todo el mundo. Sin embargo, más allá de su entretenimiento, esta obra de Masashi Kishimoto esconde interesantes conexiones con la filosofía política, en particular con la obra cumbre de Jean-Jacques Rousseau: El contrato social.
El presente análisis se propone explorar los vínculos conceptuales entre el mundo de Naruto (tomo I y II del manga) y los planteamientos de Rousseau sobre la voluntad general y la legitimidad del poder político. A través de un recorrido por los elementos clave de ambas obras, se buscará demostrar cómo el personaje de Naruto Uzumaki puede ser interpretado como una representación literaria de las ideas expuestas en El contrato social.
Más allá de las similitudes temáticas, este estudio también abordará las implicaciones éticas y jurídicas que surgen de esta interesante conexión, así como sus repercusiones en la formación del Estado y la construcción de la ciudadanía. En última instancia, se pretende revelar la riqueza y profundidad que subyace en la saga de Naruto, la cual trasciende los límites del género manga para entablar un diálogo fructífero con la filosofía política.
2. La voluntad general en Naruto y Rousseau
Uno de los elementos centrales en la filosofía política de Rousseau es el concepto de voluntad general, entendido como la expresión de la soberanía popular que debe guiar la acción del Estado. Según el filósofo ginebrino, la voluntad general trasciende los intereses particulares y busca el bien común de la sociedad[1]. En El Contrato Social, Rousseau afirma que “la voluntad general es siempre recta y tiende constantemente a la utilidad pública”[2].
Esta noción de voluntad general encuentra un eco sorprendente en el manga de Naruto. A lo largo de la saga, el protagonista, Naruto Uzumaki, se esfuerza por convertirse en el Hokage, es decir, el líder supremo de su aldea ninja, Konoha. Sin embargo, Naruto no aspira al poder por ambición personal, sino por su deseo de proteger a sus conciudadanos y velar por el bienestar de la comunidad.
En una de las escenas clave del manga, Naruto declara: “¡Quiero ser Hokage para que todos me respeten y me vean como a alguien importante! ¡Quiero proteger a la aldea y a todos los que viven en ella!”[3]. Esta aspiración de Naruto, lejos de responder a intereses egoístas, se alinea con la noción rousseauniana de la voluntad general, pues busca el bien común por encima de sus propios deseos.
Asimismo, en el mundo de Naruto, la figura del Hokage encarna la autoridad legítima, respaldada por la voluntad de los ciudadanos. Como señala Cortina Orts, en el pensamiento de Rousseau, “la soberanía es el ejercicio de la voluntad general de un ser colectivo”[4]. De manera análoga, el Hokage en Naruto es visto como el representante de la voluntad del pueblo, cuya misión es velar por la seguridad y el bienestar de la aldea. Así Naruto puede ser interpretado como una manifestación literaria de la idea de voluntad general propuesta por Rousseau.
3. El contrato social y la legitimidad del poder político
Otra conexión relevante entre Naruto y El Contrato Social se encuentra en la cuestión de la legitimidad del poder político. Para Rousseau, el Estado solo puede ser legítimo si se basa en un “contrato social” que emana de la voluntad general del pueblo. En otras palabras, el poder político debe tener su origen en un acuerdo entre los ciudadanos, quienes ceden parte de su libertad individual a cambio de la protección y el bienestar colectivo.
En el mundo de Naruto, esta idea del contrato social se manifiesta de manera simbólica a través del sistema de aldeas ninja. Cada aldea, como Konoha, representa una comunidad política que se rige por sus propias leyes y tradiciones, y cuyo líder supremo, el Hokage, es elegido y legitimado por la voluntad de los ciudadanos.
Un ejemplo ilustrativo de esto se encuentra en el momento en que Naruto logra ser reconocido por la aldea y aceptado como uno de sus miembros. Cuando Naruto se gradúa de la Academia Ninja y recibe su banda ninja, símbolo de su pertenencia a Konoha, el Tercer Hokage le dice: “Ahora eres un ninja de Konoha. ¡Protege la aldea y a todos los que viven en ella![5]. Esta escena puede interpretarse como la manifestación simbólica del “contrato social” descrito por Rousseau, donde el individuo (Naruto) se integra a la comunidad política (Konoha) y adquiere derechos y deberes en virtud de este acuerdo.
Además, en el mundo de Naruto, la legitimidad del poder político se pone a prueba constantemente. Cuando los líderes de las aldeas ninja actúan de manera arbitraria o traicionan los intereses de la comunidad, surgen conflictos y revueltas que cuestionan su autoridad. Esto guarda una estrecha relación con la visión de Rousseau, quien sostenía que el poder político solo es legítimo si responde a la voluntad general y persigue el bien común.
Un episodio que ilustra este punto es la rebelión de Naruto contra su maestro Mizuki, quien intenta robar un pergamino sagrado de la aldea. Ante esta amenaza, Naruto se levanta en defensa de Konoha, demostrando su compromiso con la comunidad y su rechazo a la autoridad ilegítima[6]. Esta acción de Naruto puede interpretarse como un eco de la idea rousseauniana del derecho de resistencia frente a un poder que traiciona el contrato social.
4. Implicaciones éticas y jurídicas
Más allá de las similitudes conceptuales, la relación entre Naruto y El Contrato Social también tiene importantes implicaciones éticas y jurídicas que merecen ser exploradas.
Desde una perspectiva ética, tanto la obra de Rousseau como el manga de Kishimoto abordan cuestiones fundamentales sobre la naturaleza del ser humano, la justicia y la organización social. En El Contrato Social, Rousseau plantea que el hombre es naturalmente bueno, pero es corrompido por la sociedad, lo que hace necesario un pacto que restaure su libertad[7]. De manera similar, en Naruto, se explora la tensión entre la naturaleza inherentemente buena de los personajes y los desafíos que enfrentan en un mundo marcado por la violencia y la injusticia.
Por ejemplo, el propio Naruto, a pesar de ser un huérfano marginado por la sociedad, mantiene su bondad y su compromiso con los valores de protección y justicia. Su lucha por convertirse en Hokage y ganar el respeto de sus conciudadanos puede interpretarse como un reflejo de la búsqueda rousseauniana de la libertad y la igualdad dentro del contrato social.
Desde una perspectiva jurídica, tanto El Contrato Social como el mundo de Naruto abordan cuestiones fundamentales sobre la legitimidad del poder, los derechos de los ciudadanos y los límites del Estado. En el pensamiento de Rousseau, el Estado solo es legítimo si se basa en un pacto social que emana de la voluntad general, y los ciudadanos tienen el derecho de resistir a un poder que traicione este acuerdo.
En el manga de Naruto, esta idea se manifiesta en el sistema de aldeas ninja, donde los líderes políticos (los kages) deben responder a la voluntad de la comunidad y proteger los derechos de los ciudadanos. Cuando estos líderes actúan de manera arbitraria o abusiva, surge la posibilidad de la rebelión y la resistencia, como en el caso de la confrontación entre Naruto y Mizuki.
Asimismo, el concepto de voluntad general en Naruto se relaciona con las nociones jurídicas de soberanía popular y democracia. Al igual que en el pensamiento de Rousseau, en el mundo de Naruto, el poder político debe emanar de la voluntad del pueblo y estar al servicio del bien común.
5. Implicaciones en la formación del estado y la ciudadanía
Más allá de las conexiones conceptuales, la relación entre Naruto y El Contrato Social también revela interesantes paralelismos en cuanto a la formación del Estado y la construcción de la ciudadanía.
En el mundo de Naruto, las aldeas ninja funcionan como unidades políticas autónomas, cada una con su propia organización social, sistema legal y liderazgo. Esta estructura recuerda a la visión de Rousseau sobre el Estado como el resultado de un “contrato social” entre los ciudadanos, quienes ceden parte de su libertad individual a cambio de la protección y el bienestar colectivo[8],
Un ejemplo de esto se observa cuando Naruto, al graduarse de la Academia Ninja, es reconocido como miembro de la aldea de Konoha. Este acto simbólico de recibir la banda ninja representa la integración del individuo a la comunidad política y el reconocimiento de sus derechos y deberes como ciudadano. De manera análoga, el “contrato social” descrito por Rousseau implica la transformación del individuo en ciudadano, con obligaciones y prerrogativas en relación con el Estado.
Además, en el mundo de Naruto, la pertenencia a una aldea ninja está fuertemente vinculada a la identidad y el sentido de comunidad de los personajes. Ser parte de Konoha, Suna o cualquier otra aldea no solo confiere derechos y deberes, sino que también define la lealtad y el compromiso de los ciudadanos. Esta noción de ciudadanía ligada a la comunidad política guarda similitudes con la visión de Rousseau, quien concebía al Estado como la encarnación de la voluntad general[9].
Asimismo, la posibilidad de la rebelión y la resistencia frente a un poder político ilegítimo, presente tanto en Naruto como en El Contrato Social, revela una concepción de la ciudadanía que trasciende la mera obediencia pasiva. Los ciudadanos, ya sea en el mundo ninja o en la filosofía rousseauniana, tienen el derecho y el deber de cuestionar y oponerse a un gobierno que traicione el “contrato social”.
6. Naruto como representación del ciudadano ideal en el contrato social
Más allá de las conexiones conceptuales, el personaje de Naruto puede ser interpretado como una representación literaria del ciudadano ideal descrito por Rousseau en El Contrato Social. Naruto encarna las cualidades y virtudes que, según el filósofo ginebrino, deben caracterizar a los miembros de una sociedad justa y legítima.
En primer lugar, Naruto demuestra una profunda lealtad y compromiso con su comunidad, Konoha. A lo largo de la saga, el protagonista lucha incansablemente por proteger a sus conciudadanos y velar por el bienestar de la aldea, anteponiéndolo a sus intereses personales. Esta actitud refleja la noción rousseauniana de que el ciudadano debe subordinar su voluntad individual a la “voluntad general” del Estado.
Asimismo, Naruto encarna la virtud cívica y el espíritu de servicio público que Rousseau consideraba fundamentales para la construcción de un orden político legítimo. En su afán por convertirse en Hokage, Naruto no busca el poder por ambición propia, sino por el deseo de liderar a la comunidad y garantizar su prosperidad. Esta motivación altruista se alinea con la visión del filósofo, quien creía que el ciudadano ideal debe anteponer el bien común a sus intereses particulares[10].
Además, la lucha de Naruto por ganar el respeto y la aceptación de sus conciudadanos refleja la importancia que Rousseau otorgaba a la igualdad y la dignidad de los ciudadanos dentro del contrato social. A pesar de ser marginado por la sociedad, Naruto persevera en su objetivo de ser reconocido como un miembro valioso de Konoha, lo cual guarda estrecha relación con la búsqueda rousseauniana de la libertad y la justicia.
Por último, la disposición de Naruto a cuestionar y oponerse a las autoridades cuando estas traicionan los intereses de la comunidad evoca el “derecho de resistencia” que Rousseau consideraba inherente al ciudadano. Al rebelarse contra el maestro Mizuki, Naruto demuestra que los miembros de la sociedad tienen la obligación de defender el “contrato social” y desafiar el poder cuando este se vuelve ilegítimo.
7. Conclusión
A lo largo de este análisis, hemos explorado las múltiples conexiones que existen entre el mundo de Naruto y la filosofía política de Jean-Jacques Rousseau, en particular su obra cumbre, El Contrato Social. Desde la noción de “voluntad general” hasta la cuestión de la legitimidad del poder político, hemos podido apreciar cómo el manga de Kishimoto entabla un diálogo profundo con los planteamientos del filósofo ginebrino.
El personaje de Naruto Uzumaki, con su inquebrantable compromiso con la comunidad y su lucha por convertirse en el líder legítimo de Konoha, se presenta como una encarnación literaria de las virtudes cívicas y el “ciudadano ideal” descrito por Rousseau. A través de las acciones y motivaciones de este protagonista, el manga nos invita a reflexionar sobre temas fundamentales como la justicia, la igualdad y el bien común.
Más allá de las conexiones conceptuales, hemos visto cómo esta relación entre Naruto y El Contrato Social también tiene importantes implicaciones éticas y jurídicas, que trascienden los límites del entretenimiento para adentrarse en cuestiones cruciales sobre la naturaleza humana, los derechos de los ciudadanos y los límites del poder político.
En definitiva, el presente análisis ha buscado demostrar que la saga de Naruto, lejos de ser una mera historia de acción y aventuras, se erige como una obra que entabla un diálogo profundo con la filosofía política, en particular con la visión de Rousseau sobre la construcción de un orden social justo y legítimo.
8. Referencias
- Benéitez Martínez, Noelia. “El Contrato Social: El manga o Rousseau en el espejo del canon.” New Readings, vol. 15, 2015, pp. 57-75.
- Cortina Orts, Adela. “El Contrato Social como Ideal del Estado de Derecho. El Dudoso Contractualismo de I. Kant.” Revista de Estudios Políticos, núm. 59, 1988, pp. 49-64.
- Hernán Ordoñez, Gustavo. Ciudadanía e inclusión en Rousseau. Trabajo de grado, Universidad del Cauca, 2013.
- Kishimoto, Masashi. Naruto. Tomos 1 y 2. Shueisha, 2000-2007.
- Lozano Vargas, H. y Botero Bernal, A. “La relación entre la teoría de la justicia de Hume y Rousseau.” Cuadernos de Filosofía Latinoamericana, núm. 44, 2023, pp. 143-160.
- Rousseau, Jean-Jacques. El Contrato Social. Traducido por Leticia Halperín Donghi, Océano-Losada, 1999.
[1] Cortina Orts, Adela. “El Contrato Social como Ideal del Estado de Derecho. El Dudoso Contractualismo de I. Kant.” Revista de Estudios Políticos, núm. 59, 1988, p. 54.
[2] Rousseau, Jean-Jacques. El Contrato Social. Traducido por Leticia Halperín Donghi, Océano-Losada, 1999, p. 211.
[3] Kishimoto, Masashi. Naruto. Tomos 1 y 2. Shueisha, 2000-2007, p. 7.
[4] Lozano Vargas, H. y Botero Bernal, A. “La relación entre la teoría de la justicia de Hume y Rousseau.” Cuadernos de Filosofía Latinoamericana, núm. 44, 2023, pp. 143-160, p. 148.
[5] Kishimoto, Masashi. Op. cit., tomo 1, p. 48.
[6] Kishimoto, Masashi. Op. cit., tomo 1, pp. 60-67.
[7] Benéitez Martínez, Noelia. “El Contrato Social: El manga o Rousseau en el espejo del canon.” New Readings, vol. 15, 2015, pp. 57-75.
[8] Cortina Orts, Adela. Op. cit., p. 49.
[9] Cortina Orts, Adela. Op. cit., p. 54.
[10] Hernán Ordoñez, Gustavo. Ciudadanía e inclusión en Rousseau. Trabajo de grado, Universidad del Cauca, 2013, p. 15.